Tenía que ser un domingo, el día sinónimo del fútbol en el que nadie duda postergar cualquier actividad para ver a su equipo, plantarse frente al televisor o asistir a la cancha. En La Paternal, los hinchas de Argentinos Juniors le hicieron honor a esa máxima y colmaron el estadio Diego Armando Maradona.
Los que venden cerveza, el que trae la cuenta del café, el chófer del taxi, todos asienten de forma unánime al referirse al “Tifón de Boyaca”. “Por fin, un equipo que juega bien a la pelota”. Hinchas y ajenos se acercan para ver lo que motoriza Federico Fattori en el mediocampo, las pinceladas categóricas de Alan Lescano y congraciarse con el ADN de un juego al que sí le importan las formas de llegar a la victoria.
La ilusión se vuelve una piedra preciosa que pulen con la famosa fórmula de ganar, gustar y golear, la triple G, algo que parece no estar en la agenda del fútbol argentino, en la que prevalece una formula de éxito que anda desmemoriada con el recurso de la gambeta, el caño y el sentimiento de diversión.
“Los Globetrotters de La Paternal”, es la nueva referencia para describir al equipo de Nico Diez, que esta tarde recibió a Instituto de Córdoba. El espectáculo abrió con una interpretación del himno nacional – para conmemorar su día – y siguió con el coro de las tribunas que reforzó el sentido de pertenencia bajo el grito guerrero de “La Paternal, La Paternal”.
“La Gloria” llegó con pretensiones de romper el encanto, pero el dueño de casa se encargó de mostrar la sinfonía de sus intérpretes con la posesión de pelota, el diálogo por juego asociado y una progresión ofensiva que no necesita saltar líneas. “Argentinos, Argentinos”, reforzaron los hinchas, en un cántico punzante que inundó el barrio a lo largo de los 90 minutos.
En la primera fecha ante Boca, el conjunto de La Paternal le hizo saber a todos que venía a hablar un idioma por encima de la media del resto de los equipos y lo sostuvo sin alterar el estilo. El conjunto de Nico Diez, técnico que sorprendió en el universo futbolero con su corta experiencia como entrenador, de paso breve por Atlanta en 2023, – pero amplio recorrido como ayudante de campo, primero junto a Jorge Sampaoli en la selección de Chile (2012-2015), luego en la Selección Argentina, y más tarde acompañando a Sebastián Beccacece en la Universidad de Chile, Defensa y Justicia, Independiente y Racing – mostró las credenciales que sostienen las floridas descripciones que recaen sobre el Bicho.
En la primera parte del complemento, se adueñaron de la pelota y mediante un bloque ofensivo que se repartió el protagonismo entre los que generaron el tránsito hacia delante, buscaron romper el cerco de los dirigidos por Daniel Oldrá. Con llegadas que no inquietaron el arco de Manuel Roffo, los primeros 45 se fueron con el marcador en cero. Eso sí, a los 10 minutos de partido, la voz del altoparlante recordaba que se estaba frente al “minuto Diego Armando Maradona” y la explosión fue inminente: “Diego, Diego”.
En la segunda parte llegaron los goles y un vendaval del Bicho que en pocos minutos desató el “ole, ole”. 3 a 1 a favor del local, festejo y a pensar en el próximo rival: San Lorenzo.
Diez no habla mucho, mantiene perfil bajo y los créditos se los otorga a su equipo, del que se decía había tocado techo, pero parece no tener límites. “Me gusta aprender de todo, por eso demoré bastante tiempo para convertirme en entrenador. Primero fui analista, luego ayudante. Después, esto es fútbol y te puede ir bien o mal, son los jugadores los que te van llevando”, dijo hace unos días atrás en una entrevista televisiva.
Argentinos regaló otra jornada de fútbol. Con el sentido atento para hacer sencillo lo que muchas veces se quiere complejizar con conceptos repletos de palabras, fue gestor de dibujarle una sonrisa al hincha para que empiece la semana con la sensación certera de que es posible. El fraseo de lo popular volvió a estar en los pies del “Semillero del Mundo”, quienes esperan por la tribuna que da a la calle San Blas, con una frase de una canción del Indio Solari -Hay sueños ligeros, sueños bonitos, sueños frenéticos- que parece traccionar algo más: dejar atrás una racha de 15 años sin salir campeón.
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