Desde Córdoba
Apenas conocida la noticia de la confirmación de la condena proscriptiva contra Cristina, los ojos interesados en la política de Córdoba miraron al Panal (la casa de gobierno provincial). Pero para el cordobesismo, que hoy lidera Martín Llaryora, el silencio es salud. Diferente fue la actitud de la diputada nacional Natalia de la Sota que, a través de un tuit, dijo que el fallo “es consecuencia de un proceso judicial cuestionado, no le hace nada bien a nuestro país”. El kirchnerismo, en tanto, generó la semana pasada un hecho impensado cuado una manifestación que arrancó en la Casa Histórica de la CGT fue al Patio Olmos y luego se dirigió -sin dirigentes a la cabeza pero con grupos de La Cámpora entre los presentes- a la sede del PJ provincial. El gesto estuvo lejos de provocar sonrisas entre los funcionarios de Llaryora.
Con el termómetro de las encuestas, midieron que un 85% de los cordobeses cree que la condena contra la expresidenta es justa, los hombres del gobernador dejaron trascender que ese porcentaje “incluye a peronistas y filoperonistas”. A partir de allí, Miguel Siciliano, hombre de peso del oficialismo en la Legislatura, expresó: “El gobernador Llaryora y nuestro espacio político no necesitamos aclarar nuestra postura frente a temas judicialices: somos institucionalistas, los fallos judiciales se acatan o se apelan si hay instancias para hacerlo”.
Entre la gente de Natalia de la Sota dicen que su posición ante la condena no se debe leer como una especulación. En su entorno aseguran que no fue un arrojo calculado y que estaba convencida de que otros dentro del cordobesismo se darían un chapuzón contra la persecución política y la proscripción. Pero eso no ocurrió desde el lado del cordobesismo.
Por ahora el kirchnerismo cordobés ve imposible un acuerdo con ella más allá de que hay buen diálogo. El sector con el que más se la vincula es con el massismo -incipiente todavía en este territorio- pero hay un problema: la imagen negativa del tigrense.
Mientras tanto, muchos en el peronismo cordobés esperan que el todavía titular del PJ local, Juan Schiaretti, se exprese pero no sobre CFK sino sobre su futuro político. Algunos consideran que sin Schiaretti en una boleta crecen las posibilidades de los libertarios cordobeses. Por ahora el exgobernador no dijo nada aunque se alejó de Milei al reclamar el retorno de la obra pública.
El cordobesismo
La reacción del sector que responde al gobernador Llaryora llegó después de un bombardeo mediático de Rodrigo de Loredo que exigía definiciones apelando al profundo antikirchnerismo del distrito en cuestión y buscando dejar al gobierno entre la espada y la pared (como si no se estuviera jugando la libertad política nacional en el tema, pero eso es harina de otro costal). El mensaje de Siciliano incluía un señalamiento de doble vara a De Loredo y a Luis Juez, quienes no hablan nunca de las causas judiciales de Milei y de Macri.
Consultado sobre si el radical había obligado a la respuesta, un referente del oficialismo local le baja el precio: “No vale tanto De Loredo. En algún momento íbamos a tener que opinar. ¿Cuánto faltaba para que un periodista le pusiera un micrófono al gobernador?”.
“Hay que tener mucho cuidado con esto, es una especie de libertad condicional para todos aquellos que hacemos política”, advierte la diputada del kirchnerismo, Gabriela Estévez. Si lo de Cristina sienta jurisprudencia, cualquier episodio judiciable en la administración pública recaería sobre la cabeza del Poder Ejecutivo. Y eso vale tanto a nivel nacional como provincial.
Quien sí se expresó fue la diputada nacional Natalia de la Sota, en otro mojón que la ubica cada vez más afuera del cordobesismo. “Pese a tantas diferencias que públicamente he manifestado a lo largo del tiempo, hoy lo digo con claridad: tanto judicializar la política como politizar la justicia nunca ayudó, ni jamás ayudará a la democracia. En este clima, no gana la paz, no gana la justicia, no gana la democracia y no gana la Argentina”, escribió en su cuenta la hija del fallecido líder del peronismo cordobés.
Se tenía que decir y se dijo
Cuando la Corte Suprema terminó de contar hasta tres, la diputada saltó a la pileta en absoluta soledad. En su entorno aseguran que no fue un arrojo calculado y que estaba convencida de que otros dentro del cordobesismo se darían un chapuzón contra la persecución política y la proscripción. Pero no, la espera fue en vano.
La grieta con el partido que fundó su padre ya es muy grande y todo apunta a que irá por afuera en octubre. El kirchnerismo ve imposible un acuerdo con ella más allá de que hay buen diálogo. El sector con el que más se la vincula es con el massismo -incipiente todavía en este territorio- pero hay un problema: la imagen negativa del tigrense.
Un experimentado dirigente kirchnerista hace estos cálculos eventuales: si Schiaretti es candidato, entre La Libertad Avanza y el oficialismo se llevan entre 70 y 75 puntos; un armado reciclado de los viejos socios de JxC -De Loredo a la cabeza- podría sacar 8 o 10 puntos. “Te quedan 15 puntos para repartir entre un montón de partidos. ¿A quién va a llevar atrás Natalia? La medimos en ese escenario y no llega a los cinco puntos. Es como Ricardito, el hijo de Alfonsín”, completa con ironía cáustica.
El cálculo anterior solo es válido si Schiaretti es de la partida en octubre, algo que hoy parece lo menos probable. Y ahí las acciones de De la Sota -y su chance de una buena performance- suben bastante. Aunque no lograra renovar su banca, cada voto que pudiera conseguir sería una monedita en la alcancía con la que se va a sentar a discutir con Llaryora en los dos años que faltan para 2027, la gran batalla.
El factor Schiaretti
Hace algunas semanas, en su entorno apuntaban a que luego de la final del máximo torneo europeo, el exgobernador iba a empezar a definir su futuro. Ahora, entre risas, corren el arco: “Después del Mundial de Clubes arranca”.
Un dirigente peronista -no desprovisto de intereses propios para octubre- admite muy por lo bajo que las mediciones muestran una desventaja importante en la disputa contra La Libertad Avanza. “Doce puntos…o más”, susurra. Si es así, con certeza el añejo líder va a estar más atento al repunte de Racing de Córdoba -equipo del que es hincha- que al repunte de las encuestas para decidir si va a rifar su capital político ante ignotos candidatos que puedan vencerlo con solo sacarse una foto con Milei.
Sin embargo, Schiaretti empieza a dar señales de diferenciación del gobierno libertario. Un tuit esta semana fue una señal: “La obra pública está, en primer lugar, para que nuestra gente viva mejor, para garantizar el progreso y apoyar a la producción y creación de riqueza. No es sostenible en el tiempo un equilibrio fiscal sobre la base de no invertir nada en obra pública”. El mensaje -que según dicen apunta a fortalecer la construcción nacional de Hacemos Unidos por Argentina – respeta el adagio cordobesista que sirve de estrategia en relación al presidente: contrastar sí, confrontar no.
El oficialismo ya se empieza a resignar a que el objetivo para octubre es retener con uñas y dientes las dos bancas que pone en juego. Los otros nombres que surgen como opciones son los de Manuel Calvo, ministro de gobierno provincial, y el ya mencionado Miguel Siciliano. Uno u otro podrían encabezar la lista, pero no irían juntos en la boleta.
El sello del PJ cordobés toma valor
En la reunión en la sede partidaria nacional, Sergio Massa propuso como uno de los lineamientos centrales de la estrategia nacional competir con la marca tradicional del peronismo. En Córdoba esto es un problema: el presidente en los hechos es Juan Schiaretti y solo falta un trámite para traspasar el mando a Martín Llaryora. “Hay que hacer algo con el PJ, al sello lo tiene el cordobesismo”, dicen fuentes del Frente Renovador local. No se animan a precisar todavía qué es ese “algo”, pero ponen el tema sobre la mesa.
Esta semana, tras conocerse la resolución de la Corte Suprema, una manifestación que arrancó en la Casa Histórica de la CGT fue al Patio Olmos y luego se dirigió -sin dirigentes a la cabeza pero con grupos de La Cámpora entre los presentes- a la sede del PJ provincial. El gesto estuvo lejos de provocar sonrisas en el Panal.
El kirchnerismo presiona para que el PJ local se expida sobre lo sucedido con la expresidenta. Argumentan que ni siquiera era necesario que el que se exprese sea Schiaretti. “El partido tiene otras autoridades que decidieron jugar al silencio. Eso también es una toma de posición”, se ofuscan.
Mientras tanto, la disputa por posibles nombres para intentar revalidar la banca de Pablo Carro en octubre se da por ahora con bajo voltaje, casi con tedio. Una opción es que el actual diputado busque revalidar. Esto cuenta con el apoyo del sector que tiene terminales en La Cámpora y Máximo Kirchner. Les gustaría proponer alguna alternativa femenina y más joven, pero saben que no es momento de improvisar. Hay otro sector, que se jacta de hablar con Cristina sin pasar por el peaje de su hijo, que preferiría a Federico Alesandri, actual legislador.