Tradicionalmente, la derecha se ha valido de los golpes militares para tratar de tumbar gobiernos democráticos. Los golpes de Estado de 1955 en Argentina, de 1964 en Brasil, están entre los más conocidos.
Como los movimientos populares y democráticos se han fortalecido para enfrentarlos, la derecha ha cambiado su accionar. El último golpe de tipo tradicional se dio en la Venezuela de Hugo Chaves en 2002 y fue derrotado.
A partir de aquel momento, la derecha cambió su forma de intentar frenar a los gobiernos democráticos. Valiéndose del prestigio del Poder Judicial, con la supuesta vía del derecho constitucional, pasó a implementar lo que se ha pasado a llamar de lawfare o judicialización de la política.
El golpe en contra de Dilma Rousseff en 2015 en Brasil fue la inauguración de ese tipo de accionar. Alegando que ella habría tenido manejos en la asignación de recursos del Presupuesto, el Congreso votó por mayoría su impeachment.
Como continuidad de ese golpe, las acusaciones se volvieron en contra de Lula por supuestos malos manejos de una propiedad inmobiliaria suya. Lo acusaron, condenaron y decretaron su prisión.
Recién habíamos llegado de las cuatro caravanas que Lula había comandado por todo Brasil, regresábamos para un balance al Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo, lugar de origen de la vida sindical de Lula. El miércoles después de ese balance de fin de semana, el juez Moro decretó la prisión de Lula, su condena a 12 años y un día de prisión. Tuvimos varias reuniones de debate en el Sindicato hasta que Lula declaró que él no era alguien para estar en la clandestinidad. Que él se presentaría a la Policía Federal y probaría su verdad.
Todo fue muy difícil y doloroso. La primera vez que Lula intentó salir del Sindicato no lo logró porque el pueblo se lo impidió. Hasta que finalmente pudo hacerlo y llegó la triste foto de él siendo llevado por los policías.
A partir de ese momento, Lula quedó preso en las dependencias de la Política Federal de Curitiba, capital del estado de Paraná. En abril de 2018, armamos la Vigilia Lula libre en frente a la Policía Federal.
La celda de Lula quedaba en la parte de atrás de las dependencias. Solo podíamos gritarle, todos los días: “Buen día, Presidente Lula. Buenas noches, Presidente Lula”. Él contestaba encendiendo y apagando la luz varias veces.
Me acuerdo de ir a visitarlo a su celda, una habitación chica, con una cama y una estante con varios libros. Lula se la pasaba animando a todos los que los visitábamos. Me contó que concentraba sus lecturas en el tema de la esclavitud en Brasil. Que nunca había leído tantos libros en su vida. Pero era muy triste salir de ahí y dejarlo bajo custodia de los policiales.
Solamente con esos golpes de la judicialización de la política, y con Lula preso, fue posible que Jair Bolsonaro llegara a ser presidente de Brasil.
Hasta que el Supremo Tribunal Federal consideró que la prisión de Lula era inconstitucional y salió de la cárcel el 8 de noviembre del 2019. El Poder Judicial reconoció que las acusaciones en contra de Dilma Rousseff y Lula no tenían fundamento y los declaró inocentes.
Cómo continuó la historia es conocida. Lula fue electo por tercera vez presidente de Brasil, el 30 de octubre del 2022. Tres años después de salir de la cárcel. Más tarde, ya como Presidente de los Brics, Lula nombró a Dilma Rousseff como Presidente del Banco de los Brics, con sede en Shangai, China.
Así, Brasil logró dar la vuelta ese lawfare, ese golpe de judicialización de la política. Aunque no derrotó definitivamente el golpismo de la derecha. El 8 de enero de 2023, pocos días después de la nueva toma de posesión de Lula, hubo un nuevo intento de golpe, que fue derrotado.
Sus protagonistas, entre ellos Jair Bolsonaro y varios militares, están en el banquillo de los acusados en este momento. Uno de esos altos mandos militares ya estaba preso. Ahora Bolsonaro y su grupo de militares golpistas tienen gran posibilidad de ser condenados e ir a la cárcel. Por primera vez en Brasil, un expresidente y altos mandos militares están en el banquillo de los acusados y deben ser condenados. Así termina la aventura de esos golpistas en Brasil.
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