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Pocos botes | Panorama político



“En el Titanic no había botes para todos” dijo el representante empresario Daniel Funes de Rioja. “No me pidan que baje los impuestos, pídanme que baje el gasto”, o sea que haga más ajuste, les dijo Federico Sturzenegger a los empresarios. Javier Milei redondeó el concepto: “tuvimos que hacer el ajuste en las vacaciones para que la gente no se diera cuenta”. Esta es la verdadera casta, la que nunca debería haber llegado al gobierno, porque es enemiga del bien común.

Las declaraciones de Funes de Rioja fueron en la UIA en respuesta a los empresarios que se quejaban por las importaciones a destajo promovidas por el gobierno. Sturzenegger y Milei hablaron ayer en el Coloquio de IDEA, en Mar del Plata.

Cristina Kirchner lo definió como “demolición social” en la grabación que envió al acto que se realizó en la Federación de Boxeo por el 17 de octubre. La definición de la ex presidenta se ajustó a la realidad. Demolición social y demolición de la Nación como ámbito de convivencia y resguardo de sus habitantes, de sus bienes y de su dignidad como seres humanos.

Las palabras de Milei producen indignación. Pusieron al descubierto la enorme mentira con la que engañó a sus votantes. El ajuste se hizo en las vacaciones para engañar al pueblo, parte del cual lo votó, reconoció.

Sturzenegger no podía ser más revelador: “Si me piden que les saque impuestos, lo que saco a uno, se lo tengo que aplicar a otro empresario”. En cambio si le piden “que baje el gasto”, o sea: más ajuste, les saca a los jubilados, a los estudiantes, a los enfermos, y no le tiene que sacar a ningún millonario. Los argentinos están frente a un pelotón de fusilamiento. Y los fusiladores lo reconocen. “Demolición social” advirtió Cristina Kirchner con exactitud.

Frente a tremenda brutalidad, las discusiones en la oposición parecen chiquitas, aunque son lógicas después de una derrota electoral. Y también son legítimas porque forman parte del juego democrático de la política. El riesgo sería perder de vista a la bestia que deberán enfrentar y debilitarse en esa puja.

El fuerte crecimiento de la figura del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, produjo reacomodos dentro del peronismo, del kirchnerismo y de sus aliados. El surgimiento de una figura nueva en un momento de retracción, fue una buena señal, una demostración de vitalidad cuando parecía que Milei se llevaba puesta a la Argentina.

Por las leyes de la física, cuando una figura crece, ocupa más espacio, no sólo en volumen sino también en calidad. Sería un error negarlo. Sobre todo, porque cuando la figura que surge no plantea una contraposición ideológica, como ha sucedido otras veces en el peronismo.

Con el desgaste del gobierno, también creció Cristina Kirchner en la expectativa popular por encima de lo que mantuvo siempre. Además del vínculo político histórico, ella y Kicillof tienen un vínculo de afecto. La expresidenta se postuló para encabezar el PJ y seguramente competirá con el gobernador Ricardo Quintela que impulsó una nueva Constitución, ejemplar, en La Rioja. Las tres figuras son armónicas y convocantes. En conjunto expresan la profundización del peronismo en el camino que marcó su fundador, el general Perón.

No es un momento malo para el peronismo. Muchos ven a estos tres dirigentes en debate y ven división. En realidad, por primera vez en mucho tiempo, hay tanta concordancia. Por detrás juegan otros sectores más retardatarios que no han podido generar figuras convocantes.

Es lógico que alguien que aparece como candidateable del peronismo para 2027 no intervenga en una interna. Cristina Kirchner, por su parte, está decidida a que la composición futura de los bloques parlamentarios del peronismo mantengan disciplina partidaria y no se dividan como pasó en 2016. Pero, como expresión de su amplitud, la lista que presentó tiene representantes de las provincias, del sindicalismo y no hay dirigentes de La Cámpora.

En su discurso en Berisso, el 17 de octubre, Kicillof expresó su reconocimiento a Cristina Kirchner, pero aclaró que no participaría en la interna. La expresidenta le reclamó ayer en forma muy enérgica esa decisión. Puede ser el principio de un acuerdo o de una confrontación que desgastará a ambos.

Los medios oficialistas impulsan el divisionismo en el peronismo porque lo ven como la única oposición viable al gobierno de Milei, que pierde respaldo en forma acelerada. Como reconoció el Presidente, los meses de vacaciones le dieron ventaja para aplicar el ajuste “más grande de la historia de la humanidad” sin que se produjera la reacción popular.

Cuando asumió, avanzó un paso sobre los derechos humanos y hubo una fuerte movilización, avanzó otro paso sobre los movimientos sociales y también se movilizaron, avanzó sobre los derechos laborales y hubo una gran manifestación. Pero esas grandes movilizaciones apenas afectaron a la masa que lo había votado. El ajuste en las tarifas y el transporte empezó a cambiar el panorama. Y la pérdida de apoyo mayoritario cayó y lo sigue haciendo desde que se metió con los jubilados y la educación pública.

Milei no puede moverse por el país sin que haya manifestaciones para repudiarlo y sólo mostró destreza para manejarse en las redes y el stand up. No sabe ni puede recuperar el respaldo que perdió. No es político. Los factores de poder empresario lo aplauden, aunque algunos no se hayan favorecido, porque esperan que profundice al máximo el ajuste, la flexibilización laboral y la desregulación de los mercados. Pero también observan el desgaste que sufrió.

Allí apareció el sigiloso Mauricio Macri. El área de la energía es especialmente codiciada a partir de Vaca Muerta. Paolo Rocca apuntó al control de YPF para consolidar su cambio de rubro. El sector energético es el que más ganó con el gobierno de Milei.

El debilitamiento del libertario se verificó con la entrada del macrismo después de que Milei intentara absorberlo desde abajo, con bastante éxito. Pero lo que ganó por un lado, lo perdió en el voto popular desilusionado.

Esta semana, Macri colocó a la nueva secretaria de Energía, María Tettamanti y al nuevo vicecanciller de Diana Mondino, Eduardo Bustamante. Y comprometió su escudería de jueces y fiscales del lawfare para blindar a Sandra Pettovello, que tiene varias causas abiertas en la Justicia, algunas de ellas por ocultar la comida de los pobres.

A medida que se debilita, la etapa libertaria estaría en un proceso lento hacia otra más neoliberal macrista, con las mañas de la vieja política. Se duplicarán los intentos de dividir al peronismo. Pero resulta difícil saber hasta dónde Milei percibe la realidad y por lo tanto sus reacciones son poco previsibles. El radicalismo, los socialistas santafesinos y el cordobesismo quedan a la deriva de este reacomodo que deja al peronismo en la oposición más clara en un país devastado, que será necesario reconstruir y reconfigurar tras la destrucción que provocó el gobierno libertario.



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