Octubre es un mes atravesado por hechos histórico-políticos que cambiaron a la sociedad argentina. Uno de esos cambios se instaló en el deporte, y hoy podemos aseverar que fue aquella, la época en la que fuera mejor entendida su importante función, y promovido al rango que le corresponde por sus valores y contribuciones para la sociedad.
Esto ocurrió durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, y el programa fue simple y directo, con intermediarios solamente en la gente, o sea los beneficiarios, como debiera ser todo lo que funciona bien. Se promovió así la participación de niños y jóvenes en el deporte mediante competencias deportivas, como por ejemplo los Juegos Evita. Se dieron becas deportivas a los talentos ya seleccionados, y se premiaron los logros obtenidos por la élite deportiva con becas, o simplemente valores en mercaderías o dinero en efectivo.
Se actuó así rápida y simultáneamente en la base deportiva, en el deporte federado y en la élite deportiva y tuvimos éxito. Aunque como suele ocurrir en nuestro país, se destruyó casi todo en muy poco tiempo, y se persiguió al deporte y a los atletas simplemente por ser agradecidos a aquel gobierno. Esto devino luego en muchas generaciones de deportistas sin opinión, y centrados en sí mismos. En aquel momento, en muy pocos años, nos convertimos en potencia mundial en muchos deportes amateurs, y ganamos los Juegos Panamericanos de 1951 ante Estados Unidos.
Los medios entonces acompañaban, por ejemplo, haciendo conocer a la población a los pesistas, atletas, nadadores, esgrimistas y luchadores, cultores de deportes que no habían nunca tenido mucha difusión. Una historia simple, pero concreta y efectiva. Ideas y recursos. Es evidente que no hubo luego un período tan virtuoso para las expectativas y desarrollo del deporte como aquel. Lo digo como analista convencido, aunque nunca haya sido un militante.
Varios de los gobiernos democráticos se diluyeron en falsas dicotomías, como la elección entre deporte social o deporte de representación nacional, o discusiones bizantinas sobre la currícula deportiva escolar. Abundaron allí las personas sin idoneidad o los profesionales del tipo: “La Imposibilidad como proyecto”, que nos han venido durmiendo generación tras generación.
Aquel primer peronismo mostró un camino, del cual las autoridades actuales están muy lejos con su absurdo intento de privatizar lo que ya es privado, como son los clubes en una desdichada política que reduce o ataca lo que no alcanza a comprender. Tampoco podemos ignorar que en la oposición parlamentaria, y con pocas excepciones, el deporte no solamente no ha sido un tema relevante, sino que muchos políticos “new age”, ya sea por cálculo o ignorancia, creen que alimentar el recuerdo de aquella era virtuosa para el deporte nacional no es posible ni conveniente hoy.
“Cambiaron los tiempos, cambió la juventud”, se dicen con bovina resignación, la que en ocasiones no los priva de administrar las migajas que van quedando de aquel deporte. Reeditar aquel peronismo deportivo no es fácil. Pero sería posible si miramos al deporte sin recelos partidarios, y pensando en todo lo que nos podemos perder relegándolo a la categoría de apenas un “show deportivo”, apto solamente para el disfrute fugaz de los espectadores.
* Ex Director Nacional de Deportes.