Diego Fernández era compañero de clases del dueño del chalet donde lo encontraron | Novedades en la investigación del caso de la casa de Coghlan



Un día después de que se divulgara públicamente que los huesos encontrados en el jardín de una casa en el barrio porteño de Coghlan eran de un joven llamado Diego Fernández Lima, la fiscalía que lleva adelante la investigación posa su mirada en quien considera el principal sospechoso del homicidio perpetrado en 1984. Se trata de Cristian Graf, habitante de ese chalet en tiempos donde Fernández era buscado desesperadamente por sus padres. La conexión se terminó de cerrar con la declaración espontánea de un argentino que reside en México: iba a la Escuela Nacional de Educación Técnica 36 de Saavedra al mismo curso que aquellos dos. Según este aporte, Graf era compañero de colegio de Fernández.

Según expresaron en ese momento sus propios padres, Diego se había despedido de su casa familiar en Villa Urquiza el 26 de julio de 1984 después de merendar pero sin puntualizar adónde iba. El único dato es que les había pedido dinero para tomarse un colectivo. Pocos minutos después fue visto por un amigo en Monroe y Naón, quien lo reconoció y entonces lo saludó a la distancia con un grito. Esa información terminó siendo clave porque por un lado es la última información que tuvo la familia acerca de su paradero, pero ahora toma nueva fortaleza ya que se trata de una dirección a exactamente tres cuadras de donde el 20 de mayo pasado un grupo de albañiles encontraron huesos humanos mientras removían tierra y escombros en un chalet de Avenida Congreso para realizar una obra.

Todo este entramado de coordenadas llamó la atención de un sobrino de Diego, que hizo lo que ningún investigador durante 41 años desde la desaparición: cruzar información y preguntarse si podían tratarse de los restos de su tío. El siguiente trabajo lo hizo el Equipo Argentino de Antropología Forense, quien ya estaba trabajando con esos huesos y observó que los mismos presentaban signos de apuñalamiento. Luego de ello, entonces, se tomó muestras de sangre en la familia para cotejar con pruebas de ADN. Y los resultados, finalmente, dieron afirmativo: la osamenta hallada sesenta centímetros debajo de una medianera entre dos casas lindantes era de Fernández Lima.

A partir de allí quedaba otra tarea igual de sensible: determinar la autoría y el móvil de lo que los peritajes demostraron que fue un homicidio. Algunos indicios sugieren que los huesos fueron enterrados de manera apresurada, ya que además se encontraron distintas prendas de vestir, la suela de un zapato y hasta elementos tales como llaves y un reloj. La casa en la que estos restos fueron encontrados pertenece desde hace al menos cincuenta años a una misma familia: los Graf. Actualmente la habita una mujer viuda, quien es cuidada por dos de sus hijos, una mujer y un varón. Este último es Cristian, excompañero de Diego en la ENET 36 de Saavedra.

Martín López Perrando, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional 12, citará a declarar a Graf. Más allá de esto hay otro problema de fondo: el hecho está prescripto, por lo cual no hay posibilidades de imputar penalmente al responsable del homicidio si es que se puede confirmar la autoría del mismo. No obstante eso, la familia de Diego Fernández quiere seguir adelante con la causa para conocer los motivos de un hecho que no encuentra explicación desde hace 41 años.

Fuente: Pagina12