“Una santa entre nosotros”, la definió el Papa Francisco. “La persona más despojada que he conocido en mi vida, la que todo lo daba”, la describe su amiga y compañera de militancia social, la docente y médica Mirta Ortega Sanz. La superiora que nunca dejó de buscar la verdad y dar testimonio sobre sus compañeras, las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon, la recuerdan los familiares. Evelyne Lamartine fue una sobreviviente de la dictadura, y una mujer que siguió consagrando su vida a los ideales de justicia social. Lamartine será homenajeada este jueves 12 de diciembre, a las 20, en la parroquia Nuestra Señora del Pilar, donde descansarán sus cenizas, con una misa presidida por el obispo Pedro Laxague. De la ceremonia participarán referentes de la comunidades de Pilar y de Morón, donde la monja trabajó muchos años, muchos amigos, amigas, compañeros de tantos años de trabajo, y entre ellos el cantautor León Gieco.
“Consagrada a Jesús, descubrió su rostro en los más pobres y necesitados, lo que la llevó a un valioso trabajo social en nuestra comunidad”, destacaron desde la Parroquia Nuestra Señora Del Pilar en la invitación al homenaje. Su amiga “desde los 15 años” Mirta Ortega Sanz -que hoy tiene 79 y sigue trabajando como médica en el hospital Sanguinetti de Pilar-, una de las organizadoras del homenaje, recordó que Evelyne conoció a Francisco (por entonces, Jorge Bergoglio) tomando mate sentados en un cajón de manzanas, en una pausa de su trabajo en la Villa 31. “Cuando fui a ver al Papa me pidió que en la placa de mármol que le hicimos pongamos: ‘Una vida que dejó huellas’. Así se hizo, y es la frase más justa para ella. Vaya si dejó huellas”, se emociona Ortega Sanz en diálogo con Página/12.
“Acompañé a Alice a tomarse el colectivo y ya no la volví a ver”, relataba Evelyne al recordar los días de terror, y en particular la tarde en la que Domon fue marcada por Alfredo Astiz y secuestrada, junto a otras cinco personas (sumarían doce con los secuestros ocurridos entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977) en la iglesia de la Santa Cruz. El 10 se llevaron a Leonie Duquet de la parroquia San Pablo, en Ramos Mejía. Con el tiempo se supo que ambas fueron llevadas a la ESMA, y arrojadas con vida en un vuelo de la muerte. Sus cuerpos, devueltos por el mar y reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense, descansan en la Iglesia de la Santa Cruz.
Evelyn no dejó de buscarlas mientras las pensó con vida, y de testimoniar y pedir justicia después. Alguna vez recordó lo que les dijo el cardenal Pío Laghi cuando fue a pedir junto a otra monja por sus compañeras: “Salió al patio a mirarnos como si fuéramos bichos asquerosos. ‘Yo no sé nada, nosotros no sabemos nada’, nos dijo. ‘Y por algo habrá sido’. Yo dije, esto te va a caer a vos, Dios no se olvida de lo que dijiste”, evocó.
Entre su trabajo social de los últimos años, en Pilar recuerdan el compromiso de Lamartine con Villa Astolfi, o con el centro Vencer para Vivir, un espacio de recuperación de adictos a las drogas.
Lamartine murió en abril de 2022, a los 88 años. Sus restos fueron cremados en el Cementerio Parque Recoleta. “Logramos traer las cenizas a la iglesia Nuestra Señora del Pilar, en una gestión en la que agradezco el trabajo del intendente de Pilar, Federico Achaval, que estuvo muy presente en todo el homenaje”, destaca la médica.
El sábado, en otra ceremonia en la iglesia, el intendente le entregará a la amiga de toda su vida las únicas pertenencias en vida de Evelyne, la cruz que llevaba siempre y el anillo de la Orden de las Misiones Extranjeras de París, a la que pertenecieron Lamartine, Duquet y Domon.