La propuesta rompió con la monotonía de las manzanas tradicionales al intercalar bloques construidos y áreas verdes, con lotes accesibles para las clases trabajadoras de la época. Bereterbide (1895-1979, fue un arquitecto argentino que investigó y proyectó viviendas colectivas accesibles y de calidad para clases medias y obreras, pionero del Movimiento Moderno y crítico de la arquitectura dominante, reconocido de forma póstuma) sostenía que la actividad inmobiliaria podía convivir con plazas y veredas anchas, y en este caso la idea se plasmó en un recorrido breve pero lleno de vida barrial.
El circuito con forma de herradura comienza en Teodoro Vilardebó, avanza en sentido sudoeste y a pocos metros gira 90 grados hacia el sudeste. En ese codo se encuentra la plazoleta Arco Verde, un pequeño espacio arbolado con mástil que fue creado en 1971, según testimonios de vecinos. Luego, el pasaje corre paralelo a la calle que lo vio nacer, cruza Arregui y más adelante se conecta, solo por la mano izquierda, con las cortas calles Jáchal y Cnel. Rohde.
Ambas son de una única cuadra y delimitan la plazoleta Lindor B. Sotomayor, bautizada en 1961 en homenaje al autor de la primera ley de educación de La Rioja. En esta zona, las veredas amplias y la vegetación generan un ambiente de calma poco habitual en la ciudad.
Tras el cruce con Lascano, la última cuadra se extiende más que las anteriores y concluye con un giro de 90 grados hacia el noreste, desembocando otra vez en Teodoro Vilardebó. Allí se abre la plazoleta Martín Pescador, un jardín pequeño que actúa como cierre del recorrido.
Cómo surgió el nombre
El nombre del pasaje fue establecido por la Ordenanza Nº12028 de 1940, inspirándose en el martín pescador verde (Chloroceryle americana) y posiblemente en todas las especies de la familia Alcedinidae presentes en Argentina. Las calles vecinas recibieron sus denominaciones en 1945: Jáchal, por la ciudad y departamento sanjuaninos, y Cnel. Rohde, en recuerdo del militar y geógrafo Jorge Rohde, autor de mapas de La Pampa, Río Negro y Neuquén. La historia toponímica contribuye a la identidad de un espacio que se mantiene prácticamente inalterado desde su creación.
Según la arquitecta Rossana Castiglioni, integrante de la Junta de Cultura e Historia de Monte Castro y asesora en el área de Patrimonio del Ministerio de Cultura porteño, el pasaje respondió a una idea de ciudad que buscó romper la cuadrícula rígida e introducir pequeñas piezas verdes como articuladores del tejido.
Explicó que Bereterbide combinó vivienda de baja densidad, lotes accesibles y espacios públicos para garantizar luz, ventilación y encuentros vecinales. Señaló que el trazado curvo y las interrupciones por plazoletas reducen la velocidad de los autos y priorizan a peatones y residentes. “Esa interacción entre arquitectura y urbanismo dio identidad propia al sector y sostuvo su valor a lo largo del tiempo”, dijo Castiglioni.
Escala barrial
Para Pablo R. Bedrossian, autor de un blog sobre la ciudad, la calle mantiene un “aire de barrio” con veredas anchas y escala doméstica. Describió el recorrido en “C”: nace en Teodoro Vilardebó, gira en el codo donde aparece la plazoleta Arco Verde, corre en paralelo a su calle de origen, cruza Arregui y se vincula por la mano izquierda con Jáchal y Cnel. Rohde, que enmarcan la plazoleta Lindor B. Sotomayor.
Informó que según el experto Miguel Iusem (quien escribió el Diccionario de las calles de Buenos Aires). Indicó que el único edificio en altura se ubica en la esquina con Lascano y que el tramo final gira nuevamente hasta desembocar otra vez en Teodoro Vilardebó, con la plazoleta Martín Pescador como antesala. “Aunque ciertos bordes se usan como estacionamiento, el conjunto conserva su fisonomía original y una calma poco frecuente en la ciudad”, dijo Bedrossian.
Mercado inmobiliario zonal
La oferta inmobiliaria en el pasaje es reducida. Según datos de portales especializados, una casa de cinco ambientes, con terraza, cochera y buena iluminación, figura en venta por u$s298.000, mientras que otra propiedad de cuatro ambientes con jardín y pileta se ofrece a u$s215.000.
La mayoría de las viviendas cuenta con patios, terrazas o pequeños parques, y se ubican en construcciones de uno o dos niveles. En la zona cercana, los PH de dos ambientes parten de u$s93.000, y las casas más amplias pueden alcanzar valores superiores a u$s400.000. En alquiler, la disponibilidad también es escasa: un PH de dos ambientes ronda los $650.000 mensuales, mientras que uno de tres ambientes llega a $750.000.
Para Román Andrés Paikin, miembro del Colegio Inmobiliario porteño, el trazado en forma de herradura limita el tránsito y favorece un entorno seguro y silencioso. Señaló que esto, sumado a las dimensiones de las viviendas y la presencia de espacios abiertos, resulta atractivo para familias que buscan calidad de vida.
Damián Valoni, de Valoni Propiedades, destacó que el perfil de los compradores está compuesto por familias de clase media y media-alta, interesadas en combinar tranquilidad, áreas verdes y buena conectividad. Comparado con barrios vecinos como Santa Rita, donde los precios son algo más bajos, o con sectores en desarrollo como Villa Devoto, que exhibe valores más altos por la llegada de nuevos proyectos, el pasaje se posiciona en un segmento intermedio pero con fuerte demanda.
El valor agregado de este espacio no se limita a sus propiedades. “La cercanía con otros puntos de interés, como la Plaza Aristóbulo del Valle de Villa Devoto y una nueva plaza en construcción en un barrio próximo, aumenta el atractivo para quienes priorizan acceso a servicios y áreas verdes”, amplió Valoni.
El mantenimiento de los espacios públicos y el compromiso de los vecinos en su cuidado refuerzan la sensación de comunidad y exclusividad. Paikin concluyó: “En un contexto de reactivación parcial del crédito hipotecario, muchos interesados ven en el pasaje una oportunidad de inversión con respaldo en el entorno y en la demanda sostenida”.
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Ambito