Un australiano transformó su rutina de cuidado ambiental en una estrategia financiera y así logró juntar la plata que necesitaba para su vivienda.

Imaginate salir a caminar por la costa para despejarte y que, además de oxígeno y paz, encuentres la llave para tu hogar propio. Lo que para la mayoría es solo basura en la arena, para un hombre se convirtió en cada ladrillo de su futuro.
No fue un golpe de suerte ni una herencia inesperada. Fue la perseverancia de convertir un acto de cuidado por el planeta en un sistema de ahorro. Una productividad que demuestra que a veces las soluciones están frente a nuestras caras, o en este caso, bajo nuestros pies en la playa.
Medio millón de botellas: Así consiguió su casa
Todo comenzó con simples paseos. Damian Gordon, un vecino de Nueva Gales del Sur, hacía sus recorridos diarios por la orilla y no podía ignorar el panorama lleno de basura en la arena. Lo que arrancó como una terapia para sentirse mejor, limpiando un poco la zona, pronto encontró un propósito mucho más grande.
El mayor descubrimiento fue el programa “Return and Earn”. Este sistema instala máquinas recolectoras que funcionan al revés: en vez de sacar un producto, vos metés un envase vacío y la máquina te devuelve dinero. Cada unidad reciclable vale diez centavos. Lo que parece poco, pero multiplicado por miles de veces, se transforma en un capital significativo.
El click mental llegó después de colaborar en la limpieza post-festival. Junto a otros, reunieron 40 mil recipientes en un solo día. La ganancia de ese día fue de 4.000 dólares australianos. En ese instante, Damian lo tuvo claro: esa sería su estrategia para juntar el adelanto de su casa.
La misión no fue de un día para el otro. Le llevó tres años de esfuerzo constante para acumular los primeros 20.000 dólares. Pero la paciencia rindió sus frutos, ya que para principios de 2024, el monto se había más que duplicado. Combinando los 45.000 dólares provenientes pura y exclusivamente del reciclaje con otros ahorros, por fin alcanzó el pago inicial para adquirir una vivienda de dos ambientes.
Hoy, Damian ya está instalado en la casa soñada, que pagó “envase por envase”, como él mismo dice. Pero el ciclo no termina ahí: sigue juntando y llevando botellas y latas, porque tiene una hipoteca que pagar. Incluso amuebló su nuevo espacio con objetos que rescató de la calle, encontrando desde electrodomésticos en perfecto estado hasta muebles.
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Ambito