El boom de la Inteligencia Artificial (IA) sigue generando debate, sobre todo, cuando se encienden alarmas en Wall Street. Un gestor especializado recurrió al auge del negocio ferroviario en EEUU para entender mejor el furor tecnológico actual.

Los inversores han hablado mucho sobre el “indicador Buffett” desde que el Oráculo de Omaha empezó a comentarlo. Warren Buffett comparó la capitalización bursátil del mercado estadounidense con el PIB. Al parecer, lo utiliza como indicador de largo plazo del atractivo de los precios de las acciones. Si bien hay otros indicadores, como los datos de la Reserva Federal de St. Louis sobre la renta variable como porcentaje de los activos financieros de los hogares estadounidenses, los datos de Buffett presentan numerosos aspectos inquietantes. En la actualidad, el indicador Buffett se sitúa actualmente en aproximadamente el 217% del PIB de EEUU, su nivel más alto hasta la fecha. Se trata, en fin, de otra forma de analizar la historia económica de los ciclos de inversión de capital anteriores para intentar comprender otros fenómenos como, por ejemplo, el actual que impulsa el entusiasmo bursátil con el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA). Así lo ve el estratega Cole Smead, de la gestora homónima, quien sobre el auge ferroviario de la década de 1880 realizó una serie de cálculos que sembraron inquietudes sobre el rumbo que podría tomar este tren de la IA. ¿Qué dice el furor ferroviario de fines del siglo XIX sobre la actual euforia de la IA?
A menudo, el gasto de capital se considera el elemento fundamental para la expansión de una industria, y el surgimiento de la red ferroviaria estadounidense suele citarse como un esfuerzo de enormes costos diseñado para remodelar el potencial comercial del país. Sin embargo, frecuentemente se pasa por alto el tamaño de la inversión en comparación con el tiempo que tomó generar un retorno significativo, señala Smead. En su último informe “The Stock Market’s Berkshire Problem, Smead utilizó el “indicador Buffett”, que compara la capitalización del mercado de valores estadounidense con el PIB, como un medio para cuantificar el revuelo y el entusiasmo actuales en torno al auge de la IA. Como ya se mencionó, este indicador, que se sitúa actualmente en el 217%, y puede compararse con ciclos de inversión anteriores, afirma Smead, lo que permite realizar comparaciones históricas. En ese contexto, agrega, el “crecimiento forzado” generado por los ferrocarriles no se tradujo en una rentabilidad significativa para los enormes volúmenes invertidos. Los terrenos y préstamos otorgados por el gobierno federal, así como el capital aportado en acciones y préstamos por los inversores a las compañías ferroviarias, fueron cuantiosos. Esto impulsó el crecimiento, pero como era difícil obtener rentabilidad, muchos de estos ferrocarriles quebraron o se vieron obligados a reestructurarse. “Los pánicos económicos de 1873 y 1893, así como la recesión de 1882-1885, recordaron a los inversores que los ferrocarriles no eran buenas inversiones“, recuerda.
Hoy mucha gente habla de la concentración del mercado bursátil actual. La concentración de la nueva revolución de la IA impulsa este entusiasmo. “Si observamos a los hiperescaladores de IA (los proveedores de computación en la nube a gran escala, como Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud Platform, Meta, Amazon y Nvidia), actualmente representan el 25% del mercado bursátil. Durante la década de 1880, los ferrocarriles representaban aproximadamente el 60% del mercado bursátil. Entonces, basándose en esta herramienta de comparación, Smead afirma que la IA representa el 50% del valor de la economía actual, en comparación con apenas el 30% de los ferrocarriles en su período pico de la década de 1880.
De ahí que señala que, si se observa los niveles de “entusiasmo” percibido en torno a los sectores, medidos por la concentración de industrias, frente al Indicador Buffett y luego se lo divide por las relaciones gasto de capital/PIB, entonces, suenan las alarmas sobre la IA.
“El índice de entusiasmo es una forma de interpretar cómo se valora el gasto de capital actual en la economía en el mercado de valores. Cuanto mayor sea el índice, mayor será el entusiasmo. Cuanto menor sea el índice, menos entusiasmo”, explica el gestor de Smead Capital. De acuerdo con sus cálculos, los ferrocarriles tenían un índice de entusiasmo de cinco veces en la década de 1880, aproximadamente. Como han señalado Buffett, Charlie Munger y otros a lo largo de los años, los ferrocarriles fueron malas inversiones durante décadas. Las grandes inversiones de capital requeridas no les permitieron prosperar. Era un problema, no una característica.
Hoy, según Smead, el índice de entusiasmo por la inversión en el mercado de valores estadounidense generado por la IA es 20 veces superior al generado en la década de 1880; es cuatro veces mayor que el entusiasmo generado por los ferrocarriles en la década de 1880. Cabe imaginar que muchos inversores fuera de EEUU también estén entusiasmados con esto en la actualidad.
Smead dice que los hiperescaladores tecnológicos de gran capitalización ahora han agotado todas las oportunidades de inversión basadas en activos livianos que estaban disponibles para ellos, como medios, publicidad, alojamiento, venta minorista y software. Y ahora se ven obligados a buscar nuevas oportunidades de inversión en una inversión intensiva en capital llamada IA para obtener rentabilidad, tal como hizo Berkshire con la empresa energética MidAmerican y la empresa ferroviaria BNSF. Los ferrocarriles fueron malas inversiones durante mucho tiempo. “La diferencia es que Buffett y Munger no financiaron los ferrocarriles cuando existía el mayor entusiasmo financiero, como en la década de 1880. La tasa de entusiasmo de la inversión es enorme en este frenesí de gasto de capital en IA”.
Explica Smead: si las empresas que requieren grandes inversiones de capital no ayudaron al mayor inversor de todos los tiempos, ¿por qué iban a ayudar a cualquier otro inversor o al mercado de valores?, si no ayuda al mercado de valores, creemos que la rentabilidad será menor en comparación con el pasado. Este es el problema de Berkshire. Esto es importante para los inversores, ya que aumentar la inversión en capital nunca es positivo.
Charlie, en la reunión de Wesco de 2007, dijo: los ferrocarriles han sido durante mucho tiempo un negocio pésimo y han sido pésimos para los inversores. Finalmente cambiamos de opinión e invertimos. Desechamos nuestros paradigmas. Buffett y Munger hicieron esto para encontrar oportunidades de inversión que se ajustaran a su actividad. No es diferente para estas empresas tecnológicas. La diferencia es que Buffett y Munger no financiaron los ferrocarriles cuando estaban en su mayor momento de entusiasmo financiero, como en la década de 1880. El índice de entusiasmo por la inversión es enorme en este frenesí de gasto en capital en IA.
Al respecto, en la reunión de este año, se le preguntó a Buffett sobre el gasto de capital en IA y su respuesta fue: Bueno, siempre es mejor ganar mucho dinero sin invertir nada que ganar mucho dinero invirtiendo mucho dinero. Un negocio que no requiere capital, por así decirlo, como Coca-Cola, cuyo producto final ha pasado por embotelladoras, requiere mucho capital, pero en cuanto a la venta del jarabe o concentrado, no requiere mucho. Tenemos negocios que requieren muy poco capital y obtienen una rentabilidad muy alta. El seguro de daños es un negocio poco común, ya que se necesita capital como garantía de que se cumplirán las promesas, pero se puede usar para comprar otros negocios con baja inversión de capital. Será interesante ver cuánta inversión de capital hay ahora con los “Magnificent 7” en comparación con hace unos años. Básicamente, Apple no ha necesitado capital a lo largo de los años y ha recomprado acciones con una drástica reducción. Si ese panorama se mantendrá igual en el futuro es algo que aún está por verse.
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Ambito