Todos lo saben: para un Mauricio Macri acorralado por las encuestas y por sus propios dirigentes y yendo a un acuerdo con La Libertad avanza que lo tendría recogiendo migajas, la publicación de Javier Milei que lo metió en un escándalo internacional fue como maná del cielo. El ex presidente, no obstante, no descartó el plan de una negociación futura, al menos por el momento. En lugar de eso, buscó condicionar a Milei y le aplicó el garrote y la zanahoria. Primero vino el garrote, el ex presidente cuestionó en duros términos lo que hizo Milei y pidió una investigación. Pero luego le aseguró protección: su bloque en el Senado votó en contra de investigar y elaboró una teoría según la cual solo el Poder Judicial se debe ocupar del tema, mientras el Poder Legislativo se sienta de brazos cruzados. En simultáneo, sigue intentando desgastar al “entorno”.
El escándalo de la criptomoneda LIBRA encontró las relaciones entre el PRO y La Libertad Avanza en un punto muerto. En un clima de hostilidad creciente, Milei había dicho públicamente que quería un acuerdo con el PRO, a lo que Macri contestó con una lista de negociadores e instó a armar una mesa para debatir. La respuesta a eso fue clavarle el visto al ex presidente. Luego le siguió un comunicado del PRO donde cuestionaban que Milei no mandó el Presupuesto 2025 al Congreso para las extraordinarias y tildaba de “autoritario” al Gobierno, lo que a su vez derivó en una pequeña rebelión de la mitad de la mesa de conducción del PRO contra Macri, lo que lo obligó a moderar su retórica hacia el Gobierno.
La irrupción de la criptoestafa terminó con esas restricciones, pero no cerró la grieta en el PRO: sigue habiendo dos sectores, uno que ataca más y otro que defiende a Milei a toda costa, uno autonomista y otro más acuerdista. No obstante, Macri pretende seguir conduciendo (hasta donde puede) a ambos sectores. Y esta semana se vio que a Milei decidió aplicarle un doble juego nuevamente: la vieja política del garrote y la zanahoria.
El garrote
Primero un poco de garrote, pareció decir el ex presidente.
Lo primero que ocurrió tras el escándalo fue un comunicado del PRO que decía que “lo que pasó es grave” y le apuntaba principalmente a “la responsabilidad del entorno que rodea a la figura presidencial“. “Es fundamental que se investigue a fondo cómo pudo suceder esto y que se esclarezcan todas las dudas”, remarcaba ese mismo comunicado, que salió al día siguiente del estallido del escándalo. Y cerraba con “no estamos a favor de un juicio político en esta instancia“. No se trataba de una frase que pudiera traer mucha tranquilidad al Gobierno
Le siguieron días en los que Macri no decía nada, pero dirigentes cercanos a él -como Darío Nieto- lo trataban a Milei de incompetente, de haber dejado entrar lo peor de lo peor a la Rosada, de estar mal asesorado y hasta de haber ensuciado al mundo cripto, que es muy valioso.
Macri salió a mitad de semana y no le dijo nada bonito al presidente. “Lamentablemente, lo que hemos visto es un presidente descuidado y mal rodeado”, remarcó. Se preguntó cómo, teniendo a mano tanto especialista en criptos afín a su idología, no le preguntó a nadie por las personas con las que se involucró. “Claramente, ha quedado en medio de una situación que ha sido una estafa para mucha gente y realmente esto amerita una investigación seria”, pidió Macri, quien destacó el daño a la imagen internacional de la Argentina.
Milei le contestó con una denuncia (sin mostrar pruebas) de presuntas coimas a periodistas por parte de Horacio Rodríguez Larreta, por la que el ex jefe de Gobierno ya anunció que querellará al presidente.
En las últimas horas, Macri sumó otro dardo contra Milei. “Le preguntaría al Presidente, que espero le esté yendo bien en Estados Unidos por el bien de todos los argentinos, dónde caen todos los elogios que hace de mi persona si todo el tiempo lo único que recibimos es destrato, descalificación, falta de respeto al partido, a algunos dirigentes y ahora a mí también”, dijo durante una visita al municipio de Arrecifes.
Hasta ahí llegó el garrote. Pero, al parecer, gato que maulla no araña.
La zanahoria
A continuación, se sucedieron los hechos en el Congreso. La voltereta que pegaron los radicales en el Senado (de impulsar una comisión investigadora a votarle en contra en cuestión de minutos), tapó la posición del PRO, que fue la de proteger a Milei con sus votos. Los senadores de Macri votaron en contra de que el Congreso investigue nada. La misma posición habían acordado en Diputados en un encuentro que encabezó Cristian Ritondo: ni juicio político, ni comisión investigadora.
Por si quedaban dudas, el bloque del PRO sacó un comunicado: “La facultad de constituir comisiones investigadoras se considera una atribución implícita del Congreso, derivada del artículo 75, inciso 32, de la Constitución Nacional. La doctrina reconoce esta prerrogativa, pero la concibe como un medio para cumplir las funciones propias del Poder Legislativo: elaborar leyes y ejercer el control institucional. Por ello, existe consenso en que una comisión legislativa no debe constituirse con el propósito principal de investigar delitos, ya que esa es una función exclusiva del Poder Judicial”, afirmaron.
De esta forma, confundieron deliberadamente la facultad del Congreso de investigar responsabilidades políticas (que tiene su correlato más grave en la institución del juicio político) con la del Poder Judicial, que investiga responsabilidades penales. Se trata de un viejo truco del PRO: ya lo habían usado en su momento, cuando Macri era investigado penalmente por espionaje y la Legislatura porteña creó una comisión investigadora.
“Nuestro bloque de senadores decidió no acompañar la creación de una comisión investigadora. La búsqueda de la verdad no debe prestarse a maniobras de oportunismo político. Reafirmamos nuestro reclamo de una investigación judicial pronta y exhaustiva”, afirmó el bloque.
En conclusión, la posición del PRO y de Macri (revisada) es que hay que investigar, sí, pero que el Congreso no juega ningún papel en esto.
La sumatoria de todas las jugadas de Macri de la semana fue resumida por uno de sus adláteres con palabras parecidas a estas: “Garrote y Zanahoria”. Por un lado, le mostraron a Milei que, de tomar la decisión, pueden definir que hay que promover un juicio político. Por otro lado, le mostraron que lo protegen por el momento en el Congreso. La jugada de pinzas se da en la previa de una negociación electoral en la que Macri quisiera tenerlo a Milei lo más condicionado posible.
No obstante, en el entorno del presidente avisan: “Mauricio está mucho más caliente de lo que se vio institucionalmente”. Habrá que ver si esa calentura del Calabrés -como le dicen por su tendencia a guardar rencores- tiene alguna manifestación en un futuro cercano.