El ausentismo fue una de las dos marcas de la elección en CABA. La otra clave fue la debacle del PRO que le permitió a última hora sumar a LLA los votos necesarios para imponerse por 54.000 votos. El 53 por ciento de participación fue el nivel más bajo desde el regreso de la democracia, 23 puntos menos que en el balotaje de 2023 y, sobre todo, 12 puntos menos que en la elección que más se le parece, la de legisladores de 2021, aquella en la que se eligieron a quienes ahora terminan el mandato. Fue 65,67 en 2021 y 53,33 este domingo. A primera vista se percibe que el ausentismo fue mayor en las comunas que ganó Leandro Santoro comparado con el ausentismo en las comunas que ganó Manuel Adorni. Por ejemplo, en Villa Lugano, donde se impuso el candidato de Es Ahora Buenos Aires fue a votar apenas e 41 por ciento, mientras que en Saavedra (ganó LLA) la participación fue del 64 por ciento. Es una clase media que, justamente, se pasó del PRO a LLA.
La mayoría de los consultores había alertado que el dato más difícil de pronosticar era cuántos votantes se presentarían efectivamente en las urnas y cuántos faltarían a la cita. Sobrevoló la idea de que el distrito porteño, con mayor nivel educativo y supuestamente mayor interés en la política, no igualaría el ausentismo de las provincias en las que se votó este año: Santa Fe, Chaco, San Luis, Jujuy y Salta. Ese razonamiento resultó equivocado: el ausentismo fue mayor que en los demás distritos. De 3.100.000 votantes fueron a votar 1.640.000, LLA consiguió 493.000 votos y le ganó por 50.000 sufragios a Es Ahora Buenos Aires que obtuvo 449.000.
La realidad de la campaña es que Santoro estuvo adelante, pero en los últimos días se produjeron los dos fenómenos. El de la caída de Lospennato y Marra, lo que le permitió a Adorni llegar al 30 por ciento. Y el ausentismo, lo que determinó que a Santoro le faltaran votos en barrios donde tradicionalmente tiene mayor peso el peronismo, como Villa Lugano, Soldatti y Riachuelo. Allí apenas fueron a poner su voto cuatro de cada diez ciudadanos. Quienes viven en esa zona sostienen que pesó la tormenta y el anegamiento, al menos en una parte de los vecinos. Por el contrario, en barrios de clase media baja, que en años anteriores votaron al PRO y ahora se corrieron a LLA -Saavedra, Caballito-, el presentismo varió entre el 61 y el 64 por ciento. Fueron barrios de debacle del macrismo y, encima, con mayor presencia en las urnas.
Por supuesto que la elección no encendió las pasiones de los habitantes de CABA: muchos ciudadanos no sabían qué se votaba y permanecieron totalmente ajenos a lo que pasaba. Pero, además, en general, se verificó la caída del presentismo que se viene dando desde que se votan legisladores porteños, en 2003. Para colmo, el gobierno de CABA decidió el desdoblamiento y no se eligieron los legisladores junto con los diputados o senadores nacionales, lo que se hará en octubre. En 2021 concurrió el 65,67 por ciento; cuatro años antes, en 2017, el 76,73; en 2013 el 77,16 por ciento y siempre por arriba del 70 en las elecciones anteriores. Es evidente que hay un desgaste, un enojo y un rechazo a la falta de soluciones para los problemas de la vida cotidiana. Parece un claro emergente de la crisis que uno de cada dos habitantes de la ciudad se haya quedado en su casa este domingo.