“El equilibrio de la señora Miyaki”, una instalación alegórica de esculturas, cerámicas, dibujos, pinturas y kimonos, con curaduría de Ricardo Ibarlucía

“Amakuse Miyaki realiza un viaje como tributo a su difunto esposo. Había observado la estricta observancia de las restricciones de comida propias del luto y tras haber lustrado el cuerpo de Katsuro, un pescador de carpas, que murió ahogado en el río Kusagawa, con un lienzo sagrado para absorber las impurezas, se sometió al ritual que debía purificarla de la mácula de la muerte de su marido.
El sacerdote se conformó con sacudirle encima una rama de pino cuyos vástagos había humedecido el agua del río y le aseguró que ya podrá reanudar la vida y demostrarle su gratitud a los dioses que no dejarían de imbuirle fuerza y valor”.
A partir de esta historia el periodista, escritor Didier Decoin (Francia,1946), Premio Goncourt 1977, describe esta escena ancestral, una verdadera historia de amor situada en el siglo XII para su libro publicado en 2017 “La oficina de estanques y jardines” al que Le Figaro Littéraire calificó como “una historia de perfumes y de lodo, de cortesanos y plebeyos, de sensualidad y violencia”.
Pero en esta nota no comentaremos esta novela, sino que Mónica Canzio se inspiró en ella para su muestra actual “El equilibrio de la señora Miyaki”, una instalación alegórica de esculturas, cerámicas, dibujos, pinturas y kimonos.
Una escultura dominante en rojo, color transmisor de fortaleza y empuje pero que a su vez indica peligro y riesgo que lleva el título de muestra, hay dos barcas, una de ellas , “La barca de las dos lunas”, hierro, madera, vidrio, tela, láminas de bronce, lo que indica la diversidad de materiales que Canzio domina que se deslizarán por el río para trasladar las carpas que su marido pescaba, de acuerdo a la historia, cerámicas vidriadas en formas de esferas, una placa de hierro “Las luciérnagas de la noche” que la artista perfora con electrodos y guiarán a la señora Miyaki en la oscuridad.
Durante la pandemia, Mónica Canzio le pidió a familiares, colegas y amigos retazos de tela que tuvieran una relación afectiva con los que realizó una instalación de 12 kimonos con su madre. Cuelgan del techo, puede pasearse entre ellos, y se recuerda que esta prenda, muy evocativa, se hereda en Japón como una reliquia.
Ricardo Ibarlucía, autor del texto curatorial, señala que “el desafío asumido por Canzio es comparable al del Emperador que organizaba un certamen de perfumes en el que la ganadora recibía un kimono de regalo, En esta muestra Canzio recrea ese periplo a través de montañas y de bosques, gran sensibilidad de esta artista que nos sumerge en un mundo espiritual, que Ibarlucía califica de “écfrasis a la inversa” es decir, que se corporiza en imágenes visuales y táctiles.
La acompañan obras de Carlos Arnaíz, Eduardo Stupía y el fotógrafo Daniel Ackerman. Alicia Moreau de Justo 1300. Martes a domingos y feriados de 11 a 19. Entrada libre y gratuita.
Fuente: Ambito