Fernando Gago sigue siendo el técnico de Boca. Pero sabe que su ciclo entró en tiempo de descuento y dependerá de cada resultado. Tras la durísima derrota por penales del martes a la noche ante Alianza Lima por la segunda fase de la Copa Libertadores que marginó a su equipo de las copas continentales de 2025, Gago tuvo una charla mano a mano con el presidente de Boca, Juan Román Riquelme, luego de haber estado al frente de la práctica de la tarde en el complejo xeneize de Ezeiza.
Durante la misma, Román, que a diferencia de lo que hizo en Lima, no bajó al vestuario después del partido para arengar a los jugadores ni dio entrevistas en la zona mixta, corroboró que el entrenador por ahora tiene energías y decisión para continuar a cargo. Aunque estará atento a la reacción de los hinchas en el partido del viernes ante Rosario Central en la Bombonera por la octava fecha del Torneo Apertura. La paciencia de la mayoría parece haberse extinguido.
Una nueva derrota puede ser llegar a ser decisiva para la continuidad de Gago, quien asumió el 15 de octubre del año pasado y cuyo contrato vence en diciembre de 2026. A partir de ahora, su trabajo será evaluado partido a partido. Sin copas continentales por jugar, todo estará apuntado a los campeonatos locales y a la Copa Argentina: Boca debería ganar al menos uno de ellos, o al menos figurar entre los dos mejores de la tabla anual, para llegar directamente a la fase de grupos de la Copa de 2026.
Desde que Guillermo Barros Schelotto perdiera la finalísima de Madrid en 2018 con River, a la larga o a la corta, cada técnico de Boca debió dejar su cargo luego de quedarse fuera de una copa continental: le sucedió a Miguel Angel Russo (2021), Sebastián Battaglia (2022) y Jorge Almirón (2023) en la Copa Libertadores y a Diego Martínez el año pasado en la Sudamericana. A fuerza de buenos resultados y una mejoría generalizada del equipo, Gago ahora deberá romper esa lógica. Pero le será dificil lograrlo. En el llamado “Mundo Boca” creen que el golpe ha sido inapelable y que ya no hay margen para sostenerlo.
Por otra parte, tampoco hubo en Ezeiza una explicación coherente de la decisión del arquero Agustín Marchesin de pedir el cambio un minuto antes del final del partido para que Leandro Brey ataje en la serie definitoria. Durante toda la jornada abundaron las especulaciones, pero no hubo precisiones. “Ya está”, fue la única respuesta que ensayó el arquero cuando un hincha se lo preguntó la entrada del predio.
Otro de los que quedó en la mira fue el uruguayo Edinson Cavani, quien en el séptimo minuto de descuento pifió una pelota solo delante del arco y no pudo convertir un gol que hubiera clasificado a Boca. Cavani publicó en sus redes una foto con las dos manos juntas pidiendo disculpas. Como capitán boquense, también se le criticó su decisión en el sorteo previo a la definición por penales. Primero, Carlos Zambrano eligió que se pateara en el arco donde estaba la gente de Alianza Lima y no la hinchada boquense, y luego, Cavani optó porque fueran los peruanos los que arrancaran ejecutando el primer remate de la tanda.
Al menos como consuelo, a Boca le queda el Mundial de Clubes que se jugará entre el 15 de junio y el 13 de julio en los Estados Unidos. El Mundial es muy importante pero, a partir de ahora, nada será mas relevante para Boca que ganar alguno de los títulos locales para lograr la clasificación a una Libertadores que, desde hace dos años, ni siquiera puede jugar.
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