A pesar de que el abogado defensor de Brenda Uliarte había pedido que le hagan una pericia psiquiátrica, psicológica y médica completa con la expectativa de que la declaren “incapaz”, el cuerpo Médico Forense informó que en la entrevista que tenía la finalidad de analizar sus “facultades mentales”, “su actitud presentó marcada falta de colaboración, baja disposición y falta de apertura al diálogo”. La mayoría de los especialistas sostuvieron que, así, no pueden sacar conclusiones. Aunque también acotaron que la joven, acusada como coautora del intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner, mostró una “tendencia a ofrecer patrones erráticos de respuestas, que no configuran síntomas típicos de trastornos mentales”. El hecho es que decidieron que sea evaluada otra vez el 24 de febrero. El perito de la querella firmó en disidencia por considerar que sí se podían contestar los llamados puntos de pericia.
La reticencia durante este estudio que mantuvo la chica, acusada de planificar el intento de magnicidio junto con Fernando Sabag Montiel (e ir con él a la escena del hecho), abre un interrogante obvio: ¿Es simulación o no está en sus cabales? Es una de las claves que pide dilucidar el Tribunal Oral Federal 6 (TOF6) a cargo del juicio por el atentado a CFK.
Escenas llamativas
El informe fue requerido por los jueces (Sabrina Namer, Adrián Grünberg e Ignacio Fornari) al hacer lugar a un pedido del abogado Alejandro Cipolla. No era la primera vez que lo planteaba, pero en esta ocasión aprovechó un llamativo episodio protagonizado por Uliarte al terminar una de las audiencias: se zafó de la custodia del Servicio Penitenciario Federal (SPF) y se tiró encima de Gastón Marano, el abogado de Gabriel Carrizo, acusado como partícipe secundario. “¡Viejo de mierda, me querés hacer condenar a perpetua!”, le gritó e intentó pegarle. Al parecer había interpretado mal una explicación de Marano cuando se discutía la incorporación del agravante de violencia de género que había pedido la fiscala Gabriela Baigún.
El abogado de Uliarte aspira a que sea excluida del juicio por “incapacidad sobreviniente”, algo que prevé el artículo 77 del Código Procesal para los casos en que “durante el proceso sobreviniere la incapacidad mental del imputado” o “si su estado se tornara peligroso para sí o para terceros”. Lo que se evalúa, de acuerdo al pedido del tribunal, es si está en condiciones de entender de qué se la acusa y si tiene capacidad para defenderse. Hasta fines de octubre, cuando el defensor insistió con el planteo, el tribunal consideraba que eran suficientes los informes previos que la describían conciente de sus actos y en condiciones de afrontar el juicio.
Además de la impactante escena con Marano, Uliarte protagonizó otras situaciones extrañas. Cipolla ya se había anticipado: el día de la indagatoria el abogado dijo en una entrevista que no sabía si iba a declarar porque quizá estaba “empastillada”, ya que recibe ansiolíticos y antidepresivos. Cuando comenzó el interrogatorio hablaba tan bajo que no se le entendía, hacía silencios largos, tardaba en decir hasta su apellido, y entre los cuales fue diciendo que había nacido en “San Miguel Arcángel” (vivía en San Miguel), que no terminó el secundario pero cursó materias del Ciclo Básico Común y que antes de quedar presa vivía con “un convicto… un manipulador” (por Sabag Montiel) y de golpe dijo “no más preguntas”. Había sido revisada en Comodoro Py y el informe decía que estaba ubicada en tiempo y espacio y que allí no había tomado medicación alguna. Cuando declaró un secretario de CFK, Diego Bermúdez, ella participó en forma remota y en la pantalla se la veía hacer burlas, gestos y parecía cantar. La fiscalía dijo que era una “simulación”. La querella, un comportamiento “impropio”. El tribunal la reprendió.
La pericia
El 12 de diciembre Uliarte fue trasladada al Cuerpo Médico Forense, donde participaron de su evaluación cinco peritos: dos oficiales (la psiquiatra Laura Bermolen y el psicólogo Carlos D. Carini), por la querella el psicólogo Adelqui Del Do, por la defensa el psicólogo Alejandro Luis Pablo Laffite y por el Ministerio Público Fiscal el psiquiatra Walter Oscar Inderkumer. Deben responder: si tiene alguna incapacidad mental que le impida seguir en el juicio; describir su personalidad; si tiene alguna patología psiquiátrica; evaluar si ejerce simulación o sobresimulación (la exageración deliberada de algún trastorno).
El reporte que entregaron al tribunal hace un repaso por informes previos, desde octubre de 2022 (que no son pericias): siempre estaba orientada, con la atención y la memoria intactas, sin ideas de muerte o suicidas, ni riesgos; fue también reticente, se manifestó triste pero no la describen depresiva, sin ideas delirantes, algún episodio de ansiedad, en una ocasión se provocó golpes en la cabeza y luego dijo que era porque estaba enojada por su situación de encierro y que sabía que así no solucionaba nada. En una entrevista mostró “ideas de grandeza”. En una consulta por videoconferencia tuvo “conductas transgresoras” como poner la pantalla en blanco y mandar emojis. Algunos informes hablan de “ideas manipulatorias y presentación con contenido de simulación”. En general es reacia a hablar de cuestiones vinculadas con el hecho que se le imputa.
Para la pericia, se presentó “bien vestida y aseada”, pero no colaboró .”No brinda datos precisos ni fehacientes acerca de su historia vital, lo cual no permite reconstruir su biografía”; “niega antecedentes de tratamiento psiquiátrico-psicológico”. “No fue posible en una primera entrevista avanzar en el examen de sus facultades mentales” ni “sus rasgos de personalidad”. “El material recabado resulta insuficiente para brindar, de manera científica las respuestas a los puntos de pericia”, concluyeron los expertos.
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