Sergio Spadone vivió 14 años en China junto a su familia, aprendió el idioma e hizo negocios y desde ese conocimiento directo lidera hoy la Cámara Argentino China. En diálogo con Ámbito, explicó que el país asiático tiene una visión de desarrollo basada en planes quinquenales que se cumplen, mientras que Argentina carece de una política sostenida que trascienda los cambios de gobierno.
“No tenemos una oficina profesional dentro del Estado que estudie la relación con China de forma permanente. Y eso se nota”, afirmó. Mientras tanto, China planifica con décadas de anticipación, invierte en infraestructura clave y prioriza la seguridad alimentaria y energética. “Nos ven como una nación joven, con mucho por aprender, pero también con recursos valiosos”, agregó.
Déficit estructural y oportunidades mineras
En 2023, el intercambio comercial bilateral alcanzó los u$s18.000 millones, con exportaciones argentinas por u$s6.000 millones y compras por u$s12.000 millones, lo que dejó un déficit de u$s6.000 millones. Para revertir esa tendencia, Spadone plantea que el camino no pasa solo por la exportación de alimentos.
“En soja, por ejemplo, China desarrolló hace 15 años su propia capacidad de procesamiento. Ya no necesita comprar aceite: importa poroto y lo procesa allá. Lo que sí valoran es el origen, la trazabilidad y la calidad de nuestros productos”, explicó. Sin embargo, advirtió que la carne no alcanza para equilibrar la balanza comercial, y que la gran oportunidad está en el desarrollo minero.
“Tenemos el mismo potencial que Chile o Perú en litio, cobre, oro y plata. Pero debemos hacerlo bien, con trabajo local, responsabilidad ambiental y respeto a las comunidades. Esas son industrias que mueven todo: desde transporte hasta energía, y que pueden transformar nuestra relación con China”, sostuvo.
Represas, BRICS y señales confusas
Uno de los factores que más preocupa a los interlocutores chinos son las señales contradictorias de la política local. “No importa si el gobierno es de izquierda, de derecha o de centro. Lo que hace falta es una estrategia sostenida. En cambio, pasamos de decir que sí a los BRICS a rechazar el ingreso; de firmar acuerdos con la Ruta de la Seda a ignorarlos durante años”, señaló Spadone.
En ese sentido, cuestionó la indefinición sobre las represas de Santa Cruz, que fueron acordadas con empresas chinas hace más de una década y aún no se concretaron: “Cada gobierno revisa los contratos, pero no decide nada. Son señales infantiles. En vez de proponer alternativas o renegociar condiciones, se deja todo en suspenso. China tiene paciencia, pero hasta cierto punto”.
Pymes, gobernadores y visión comercial
Desde la Cámara, Spadone trabaja activamente para acercar oportunidades a pymes, provincias y actores locales. “Hay que animarse a viajar, a conocer el terreno. No se puede hacer negocios con China desde un escritorio en Buenos Aires. Ir allá te cambia la cabeza”, explicó. Y recomendó a las empresas aprovechar redes como la Cámara y otros organismos que ya conocen cómo operar en ese mercado.
Entre las experiencias exitosas, mencionó el caso de Jujuy y el desarrollo del Parque Solar Cauchari, uno de los principales salares productores de litio del mundo, con apoyo de empresas chinas. “Fue resultado de un trabajo profesional, más allá de las gestiones políticas”, destacó.
Además, subrayó la importancia del turismo como canal de intercambio: “China ya eliminó la visa para argentinos. Nosotros deberíamos imitar ese gesto y facilitar la llegada de turistas y empresarios chinos. Son el país que más gasta en turismo a nivel global, y Argentina podría atraer a ese segmento si simplifica trámites y barreras”.
Una relación comercial con visión de futuro
Para Spadone, mirar a China no es una opción ideológica, sino una necesidad pragmática. “Tienen un sistema distinto al occidental, pero que les dio resultados. Lo importante es entender que son un socio comercial de largo plazo y actuar en consecuencia”, aseguró.
El futuro de la relación bilateral dependerá, según su mirada, de que Argentina abandone el cortoplacismo y diseñe una estrategia nacional con objetivos claros y sostenibles, sin importar el color político del gobierno de turno. “En China se hace política con planificación. Acá seguimos improvisando. Por eso no logramos atraer inversiones ni equilibrar la balanza”, concluyó.
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Ambito