En el corazón de Arkansas, dos músicos encabezan la creación de un barrio que propone el regreso a la vida en comunidad y no permite personas de raza negra. El aluvión de críticas y la trampa legal.

En plena Arkansas rural, un grupo de hombres decidió levantar un barrio privado con una condición insólita y polémica: solo podrán vivir allí personas blancas. La iniciativa, bautizada Return to the Land, ya suma decenas de interesados en Estados Unidos y levanta sospechas en torno a sus motivaciones, su legalidad y los antecedentes de quienes lo impulsan.
El proyecto no se trata solo de viviendas. Sus fundadores aseguran que buscan “recuperar una vida comunitaria tradicional”, con casas construidas por los propios residentes, producción de alimentos y un estilo de vida apartado de las ciudades. Sin embargo, el requisito de la “pureza racial” es lo que coloca a este experimento en el centro de la controversia.
Mientras tanto, juristas y organizaciones de derechos civiles advierten que la propuesta viola de manera flagrante las leyes federales contra la discriminación, en especial la Ley de Vivienda Justa de 1968. Pese a esto, los impulsores del barrio dicen que encontraron un resquicio legal para avanzar.
El particular perfil de los arquitectos del “proyecto para blancos”
El pueblo de Ravenden, donde se desarrolla esta comunidad, ya alberga a unas 40 personas, entre adultos y niños. Sus creadores son dos personajes tan excéntricos como controvertidos. Eric Orwoll, un exmúsico clásico con un pasado de videos sexuales en vivo, se presenta ahora como filósofo amateur y portavoz del proyecto. Su socio, Peter Csere, ex pianista de jazz, fue acusado en Ecuador por apuñalar a un trabajador minero y por apropiarse de fondos en una ecoaldea.
Ambos diseñaron un sistema de admisión peculiar: entrevistas cara a cara, antecedentes penales, cuestionarios sobre herencia ancestral e incluso fotografías familiares. Según ellos, la decisión final depende de si el aspirante “se presenta como blanco”. Orwoll lo explicó sin vueltas: “si alguien no parece blanco, no entra”.
Los líderes del barrio no ocultan sus simpatías con teorías conspirativas de la ultraderecha y han citado como ejemplo a Orania, un pueblo sudafricano donde solo residen descendientes de europeos. El complejo, de 160 acres, cuenta ya con cabañas, un centro comunitario en construcción y hasta un corral de cabras custodiado por un perro de raza pirenaica.
Críticas al barrio y sospechas sobre la organización
El proyecto no tardó en despertar alarma. La fiscalía de Arkansas abrió una investigación preliminar tras la difusión del caso en medios internacionales. Expertos en derechos civiles sostienen que el plan constituye una “bala de plata de discriminación intencional”, algo que difícilmente pueda sostenerse en tribunales.
Desde la ACLU (American Civil Liberties Union) remarcan que no existe margen legal para restringir la vivienda por raza. Para ellos, presentarlo como un “club privado” es apenas un disfraz de segregación.
El trasfondo político también pesa: el auge de discursos supremacistas en Estados Unidos encontró en esta iniciativa un terreno fértil. Los organizadores incluso admitieron que buscan aprovechar el contexto actual, convencidos de que el clima cultural y judicial les resulta favorable.
El barrio “Return to the Land” planea seguir creciendo: sus promotores esperan alcanzar los 200 residentes y ya hablan de replicar el modelo en otros estados. Para muchos, no es más que una comunidad inspirada en la supremacía blanca; para sus seguidores, una oportunidad de vivir “entre iguales”. Entre tanta polémica, lo que queda claro es que la batalla legal y social en torno a este proyecto apenas comienza.
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Ambito