Detectan por primera vez microplásticos en el zooplancton marino de América Latina | Una amenaza que se multiplica en silencio



Un equipo interdisciplinario de Argentina, Perú y Brasil estudió la ingesta de microplásticos por parte de los copépodos, esos diminutos crustáceos que flotan en el mar y que forman parte esencial del zooplancton. Entre noviembre de 2022 y junio de 2023 realizaron muestreos en Monte Hermoso, Reta y La Chiquita, tres playas del sur bonaerense. En todas las muestras hallaron plásticos fragmentados: tanto en el agua como en los organismos. La conclusión fue tan clara como inquietante: los copépodos funcionan como reservorios de microplásticos y facilitan que esas partículas se expandan a lo largo de toda la cadena alimentaria marina.

El ciclo del plástico

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cada año se producen más de 430 millones de toneladas de plástico. Dos tercios de esa masa descomunal se convierten rápidamente en basura. Con el tiempo, los plásticos se fragmentan en partículas cada vez más pequeñas: los microplásticos, que no se degradan y persisten en los océanos durante décadas.

La investigación, publicada en la revista Environmental Pollution, contó con la participación de científicas y científicos del Conicet y de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Allí se advierte que las playas arenosas funcionan como trampas naturales: los plásticos se acumulan sobre todo en la zona de rompiente, principalmente en forma de fibras microscópicas.

Quién se come a quién

Los copépodos son la base alimenticia de peces, crustáceos y mamíferos marinos. Su lugar en la red trófica es tan central que lo que ingieren ellos repercute en cascada sobre el resto de la fauna. “Lo que encontramos en los copépodos nos alerta no solo sobre riesgos para la fauna marina, sino también para nuestra propia salud”, explicó María Clara Menéndez, bióloga de la UNQ e integrante del equipo.

Aunque cada individuo ingiere pocas partículas, la magnitud del problema se vuelve evidente cuando se piensa en conjunto: al ser uno de los organismos más abundantes del océano, su ingesta total puede equivaler a cientos o miles de microplásticos por metro cúbico.

El estudio también registró diferencias entre especies: mientras que Acartia tonsa incorporó mayor variedad de tamaños y colores de microplásticos, Paracalanus parvus y Euterpina acutifrons tuvieron una dieta más acotada. En todos los casos, los fragmentos transparentes fueron los más consumidos, seguidos por los azules, negros y amarillos.

Una limpieza imposible

La advertencia más dura surge de la dificultad técnica para revertir esta situación. Retirar plásticos grandes del océano es complicado, pero aún posible. Hacer lo mismo con microplásticos, en cambio, es inviable: filtrar las partículas sin arrasar al mismo tiempo con el plancton o alterar el ecosistema es, hasta hoy, una tarea imposible.

“La única estrategia posible es reducir la producción de plásticos y mejorar la gestión de los residuos”, subrayan desde la UNQ. No se trata, entonces, de limpiar lo que ya está contaminado, sino de evitar que la marea de desechos siga creciendo.

Consecuencias en cadena

Los microplásticos se desplazan por las redes alimentarias hasta llegar a los peces que después forman parte de la dieta humana. Ya fueron hallados en agua potable, en la sal de mesa e incluso en el aire que respiramos. Su presencia se asocia con procesos inflamatorios, alteraciones hormonales y potenciales efectos tóxicos.

El problema, advierten los investigadores, no se mide solo en toneladas sino en tiempo: las partículas que hoy flotan en el mar podrían seguir allí dentro de cien años. “Los microplásticos son prácticamente imposibles de retirar una vez que ingresan al océano. Por eso la verdadera solución está en la prevención: producir menos, consumir mejor y reciclar más”, resume Menéndez.

La amenaza, silenciosa y dispersa, ya está instalada en el corazón mismo de los ecosistemas marinos. Y, como ocurre con toda red trófica, lo que empieza en las profundidades tarde o temprano termina llegando a la superficie.

Fuente: Pagina12

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