La vocera presidencial Karoline Leavitt informó en conferencia de prensa que el nuevo espacio tendrá una superficie superior a los 8.300 metros cuadrados y permitirá organizar recepciones con capacidad para 650 invitados.
Aseguró además que la obra comenzará en septiembre y estará finalizada “bastante antes” de la finalización del segundo mandato del mandatario republicano.
“Durante 150 años, presidentes, administraciones y el personal de la Casa Blanca han anhelado una gran sala de recepciones”, sostuvo Leavitt, quien también indicó que Trump, junto con un grupo de donantes privados cuya identidad no fue divulgada, financiarán la totalidad del proyecto.
Una remodelación sin precedentes desde Truman
La construcción del nuevo salón podría convertirse en la transformación más grande desde que el presidente Harry Truman completó en 1952 una renovación integral del histórico edificio inaugurado en 1800.
Históricamente, los mandatarios estadounidenses han utilizado el Comedor de Estado para reuniones íntimas y el Salón Este para recepciones más amplias. En algunos casos, incluso se instalaron carpas temporales en el Jardín Sur para realizar cenas formales de gran escala.
El anhelo de Donald Trump
Donald Trump ya había manifestado durante meses su frustración por no contar con un espacio acorde para celebrar eventos diplomáticos o institucionales.
Se burló en reiteradas oportunidades de tener que recibir jefes de Estado y figuras internacionales en carpas armadas en los jardines.
Además de sus reformas en el Despacho Oval, donde incorporó adornos dorados, querubines, retratos presidenciales y mástiles gigantes para izar banderas en los jardines, también ordenó reemplazar el césped del Jardín de las Rosas por piedra, inspirándose en los patios del club Mar-a-Lago, que posee en Palm Beach.
Cómo es el diseño del nuevo saló de la Casa Blanca
Según las maquetas oficiales, el salón de baile será un edificio blanco, flanqueado por columnas y con una fachada neoclásica que imita la entrada del edificio principal. Aunque estará sustancialmente separado de la estructura original, replicará su diseño y estilo arquitectónico.
La vocera Karoline Leavitt aclaró que la intervención incluirá la modernización del ala este, aunque sin demoliciones, y que el personal con oficinas allí, incluidos los asistentes de la primera dama Melania Trump, será reubicado temporalmente durante las obras.
“El salón de baile de la Casa Blanca estará sustancialmente separado del edificio principal de la Casa Blanca, pero al mismo tiempo su temática y patrimonio arquitectónico serán casi idénticos”, expresó Leavitt frente a los medios.
Por su parte, la jefa de gabinete Susie Wiles remarcó el compromiso de la gestión de Donald Trump con la preservación del legado arquitectónico y aseguró que se trabajará junto a los organismos correspondientes para conservar la esencia del lugar.
“El presidente Trump es constructor de corazón y tiene un ojo extraordinario para los detalles”, afirmó Wiles en un comunicado, justificando la inversión como parte de una visión estética y funcional para eventos de alto nivel en la sede presidencial.
Fuente: Ambito