Racing Club enfrentará este sábado a Cruzeiro de Brasil por la final de la Copa Sudamericana 2024. El escenario será el estadio La Nueva Olla de Asunción, Paraguay. Luego de 36 años, será el partido más importante de la entidad, que buscará obtener un nuevo título internacional.
El último fue la Supercopa Sudamericana de 1988 ante el mismo rival brasileño. Y, más allá de los protagonistas repetidos, hay algunas coincidencias sorprendentes.
El entrenador Gustavo Costas era parte del plantel campeón de aquella edición, que se definió en dos duelos. La ida se desarrolló el 13 junio de ese año en el Cilindro de Avellaneda. El local venía de eliminar al River de Carlos Timoteo Griguol y no era el favorito al título. Cruzeiro, dirigido en su momento por Carlos Alberto Silva, se puso en ventaja a los 36 minutos con un gol de Robson, mientras que Miguel Angel Colombatti empató a los 44. En el segundo tiempo, cuando quedaba un minuto para el final, Walter Fernández puso el 2-1 para ir con ventaja a la revancha en Belo Horizonte.
Seis días más tarde, el estadio Mineirao fue testigo de la vuelta. Al inicio, el equipo argentino no la pasó bien, pero sobre el final del primer tiempo, Omar Catalán quedó cara a cara con el arquero brasileño y definió con calidad para quedar en la memoria racinguista. “Está entre los tres goles más importantes de la vida de Racing junto al del ‘Chango’ Cárdenas en 1967, y el de Gabriel Loeschbor en el 2001 contra Vélez”, recuerda el autor de la conquista.
A falta de dos minutos para el final, Robson puso el 1-1, pero no hubo tiempo para más. Racing fue campeón en Brasil y así cortó una sequía de 21 años a nivel internacional, luego de la inolvidable consagración ante el Celtic de Escocia en la final de la Copa Intercontinental, con Costas como mascota. “Costas es Racing. Fue mascota, conocí a su papá y a su mamá, y tengo una amistad con su hermano Fabio. Ellos son Racing y viven por Racing”, asegura el exdelantero.
Luego de aquel logro que significó tanto para la gente académica, Catalán tuvo que dejar Racing para pasar a Deportivo Armenio. El atacante volvió al Ascenso por un problema con el empresario que lo manejaba. El traspaso, reconoce en esta entrevista con Página/12, lo bajoneó y no volvió a rendir igual. Fue tal la caída que apenas duró un año más jugando al fútbol, se retiró antes de comenzar la siguiente temporada con 29 años. “No me arrepiento de haberme enojado con mi representante, pero sé que me equivoqué, porque pude haber jugado cuatro o cinco años más”, revela el hombre de 64 años.
-¿Qué balance hacés de tu paso por Racing Club?
-Fue el techo de mi carrera, y cumplí el sueño de jugar en Primera. Yo venía del ascenso pero llegar a Racing fue increíble, porque arribé a un grande de Primera. Entrar a un vestuario, ver al ‘Coco’ Basile, a Néstor Fabbri, a Rubén Paz, a Miguel Colombatti, al ‘Mencho’ Ramón Medina Bello, jugadores que veía por televisión y luego tuve el privilegio de estar con ellos.
-¿Cuál te sorprendió más de todos esos a nivel humano?
-Lo que más destaco es que era un grupo de buena gente y sencillo. Es como decir, vivo en un barrio de clase media, de gente laburante y estamos acostumbrados a pelearla, porque medio equipo había jugado en el ascenso y la remamos todos. Estaban los uruguayos con la garra charrúa, y era un grupo de buena gente.
-¿Cuánto tuvo que ver Alfio Basile para armar un grupo con esas características?
-Es un conjunto de cosas. Si el técnico no tiene ‘feeling’ con el plantel, se hace difícil. El ‘Coco’ era un hombre de mucha personalidad, y sobre todas las cosas, de conceptos claros. Un tipo simple que generaba que te identifiques con él, que te transmitía lo que era Racing para que te mataras por ese club. Era un tipo como uno.
-¿Terrenal como todos?
-Si, pero además imponía respeto, un hombre serio con autoridad, que enseñaba como entrenador. La función del técnico es sacar lo mejor de cada jugador y transmitir conceptos. En el fútbol, según los jugadores que tengas, cuanto mejor manejas los conceptos, mejor funciona el equipo.
-¿Qué conceptos daba Basile?
-Conceptos claros. Cuando había que jugar cerca del arco, se hacía. Cuando no, lejos. Además, no tirar pelotazos cuando no era debido, manejar los tiempos de los pelotazos, cuando si y cuando no. También, como tiene que marcar un defensor en el área, como pararse en el campo de juego, y evitar pases paralelos al medio que es un gol en contra.
-¿Por qué ese plantel racinguista se coronó campeón de la Supercopa de 1988?
-Tenía humildad y un equipo de buena gente, con jugadores de categoría, cracks que venían de jugar mundiales como el ‘Pato’ Fillol, campeón del mundo en 1978; Rubén Paz, que había disputado el Mundial de México ’86; Gustavo Costas siendo un emblema de Racing, y Néstor Fabbri como una de las figuras del equipo. También Colombatti. Después, tenía jugadores de la categoría del “Negro” Ludueña, Medina Bello. Era un equilibrio entre jerarquía y gente batalladora, pero todos íbamos para adelante.
-¿El gol que le hiciste en la final a Cruzeiro en dónde lo pones en la historia de Racing?
-Está entre los tres goles más importantes de la historia de Racing. El del “Chango” Cárdenas en 1967, el de Gabriel Loeschbor en el 2001 contra Vélez, y el mío en 1988. Salvo un partido, jugué toda la Supercopa de titular. Y en la final, salí del campo de juego faltando 15 minutos para el cierre del partido. Recuerdo la emoción que vivimos en aquel momento. Cumplí el sueño de haber hecho un gol a cancha llena, y después la trascendencia que tuvo ese gol. Cuando pasan los años, uno empieza a poner los pies sobre la tierra, y me di cuenta lo importante que fue aquel primer gol contra Cruzeiro que terminó 1-1. Además, lo importante que fue lo que hicimos, porque Racing llegaba a esa final con 21 años de sequía. Ahora pasa algo parecido, porque hace mucho tiempo que no gana nada. Cuando lográs algo importante después de mucho tiempo, en el momento no te das cuenta pero después sí. Estaba observando hace unos años cuando el equipo argentino de Copa Davis ganó la Ensaladera. Veía que festejan y levantaban la Copa, pero esos tenistas no tienen idea lo que lograron en la historia argentina del tenis. También, me puse a ver la Generación Dorada de básquet a 20 años de la obtención de la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos. El tiempo le da la trascendencia a los logros.
-En aquellas instancias finales enfrentaron a River, al Santos y a Cruzeiro de Brasil. ¿Cuál fue el rival más difícil de todos?
-River y Cruzeiro fueron los más complicados, y en ese orden nos tocó jugar. River tenía jugadores de jerarquía de la talla de Nery Pumpido, Oscar Ruggeri, Nelson Gutiérrez, Claudio Caniggia, Pedro Troglio, Néstor Gorosito, Jorge “Polilla “Da Silva, Antonio Alzamendi, entre otros. En su momento, nadie daba un peso por Racing, y sin embargo, pasamos a River merecidamente empatando y ganando los partidos, y a Cruzeiro que tenía un gran equipo. Fuimos superiores porque jugamos muy bien los cuatro partidos, y teníamos con qué para hacerlo.
-¿Cómo ves hoy a Gustavo Costas, tu ex compañero en el plantel campeón de 1988?
-Costas más que ninguno es el indicado para transmitirles a sus jugadores lo que significa vestir la casaca de la Academia. Con Fabio hablamos en los últimos días sobre que Gustavo Costas está en Racing por amor a los colores, y no por el dinero. Está en Racing porque ama el club, y si permanece es porque es Costas, por lo que significa para Racing y lo que implica el club para él.
-¿Por qué hablas de si permanece o no Costas en Racing luego de la final?
-Una derrota lo podría dejar afuera, no debería de ser dura. Viste como lo mataron este año cuando no conseguía resultados, y ningún entrenador es mago. ¿Quién va a dudar de la jerarquía de Marcelo Gallardo en River? El club ha cambiado desde su llegada un poco, pero si no tenes material tampoco podes hacer magia.
-¿Quién es el favorito a ganar la final de la Sudamericana?
-Hoy Racing está para ganar la final. Es más que Cruzeiro y hasta más que Corinthians. Igualmente, esto es fútbol, el deporte más ilógico del mundo, y por eso no va a morir nunca. Hay que jugar esa final sabiendo que sos el candidato y eso está bueno, pero siempre con mucho cuidado, porque es fútbol y son brasileños. Y además, es a una sola final, a 90 minutos. Debe jugarlo Racing tomando los recaudos.
-¿Y qué hacés de tu vida hoy?
-Con mi esposa somos misioneros-cristianos evangélicos. A eso nos dedicamos, servimos en una fundación cristiana llamada “Palabra de Vida” en Capilla del Monte. Y los fines de semana en una iglesia en Tapiales. En un momento de mi vida, llegó Cristo y cambió mi vida el 7 de septiembre de 1992. Ese día me presentaron el Evangelio, y a partir de ahí empecé a asistir a una iglesia. Después, me preparé en la palabra de Dios, estudié tres años la biblia y hace 22 que soy misionero, y mi esposa desde hace 30.
-¿Te alejaste del ambiente del fútbol una vez que colgaste los botines?
-Sí, de lo que es el ruido del fútbol, pero sigo utilizando el fútbol porque soy entrenador y he trabajado un poco antes de dedicarme a esto. Dirigí fútbol universitario en los Estados Unidos, pero hoy por mi actividad estoy alejado de las canchas.
-¿Surgió alguna vez la posibilidad de ser entrenador en el fútbol argentino?
-Lo he hecho en ligas menores pero no tuve ofrecimientos formales. Igualmente, yo me dediqué a esto tiempo completo y desde hace dos años, donde trabajamos, formamos un equipo de fútbol. Con los chicos viajábamos todos los fines de semana a Buenos Aires, y antes o después de jugar comunicábamos nuestra fe en Cristo. Cuando dejé el fútbol, fui taxista durante ocho años.
-¿Por qué dejaste el fútbol en su momento?
-Yo tenía todo arreglado para continuar en Racing pero mi empresario no arreglo su parte, y me colocó en Deportivo Armenio que estaba en Primera División. Jugué poco ahí. Entonces, me enojé con mi empresario porque me sacó de Racing y decidí dejar el fútbol.
-¿Te arrepentís de haberte enojado?
-No me arrepiento de eso, pero sé que me equivoqué, porque tenía entre cuatro o cinco años más para seguir en el fútbol. No tuve lesiones ni nada, pero me retiré a los 29 años.