Dos testigos declararon ante la Justicia que el papa Francisco –en sus tiempos de sacerdote– intercedió por uno de ellos ante los represores de la última dictadura cívico militar. Los testimonios sucedieron este dos audiencias del juicio de lesa humanidad que el Tribunal Oral Federal número 5 de San Martín sigue contra cinco integrantes retirados de la Fuerza Aérea por su accionar violatorio de los derechos humanos en Mansión Seré y otros centros clandestinos que funcionaron en la Zona Oeste del conurbano bonaerense. Se desconocen denuncias algunas realizadas por el Pontífice al respecto. Tras los testimonios, la defensa de uno de los acusados pidió que Jorge Bergoglio sea citado a declarar.
Sergio Gobulín es un sobreviviente del circuito represivo que la Aeronáutica montó y condujo en la zona oeste del Conurbano durante la última dictadura. Fue secuestrado en las inmediaciones de la casa que estaba construyendo para él, su esposa Ana Barzola y su hija, que por entonces era pequeña, en el cruce de Castelar. En abril y en junio de 1976 lo habían ido a buscar a la casilla en la que vivía en Villa Mitre, un barrio en donde se había instalado para hacer trabajo social. Aquel 11 de octubre de 1976 fue la tercera vez que la patota lo persiguió. Y fue la vencida. “Me esposaron, me vendaron los ojos, me metieron en el baúl de un auto”, resumió al comienzo del testimonio que ofreció a principios de mes en San Martín y que transmitieron los medios comunitarios La Retaguardia y FM En Tránsito vía internet.
Cuarenta minutos de viaje después, entre caminos de asfalto y de tierra, fue a parar a “una pieza de 3 por 2, con una puerta de hierro y una ventana chiquita que daba al techo”, describió. Todo indica que el sucucho estaba localizado en la Brigada Aérea de Moreno. Lo sacaban para interrogarlo. Fue torturado y mantenido en cautiverio durante 18 días. En ese tiempo no fue alimentado y apenas recibió algo de agua. Lo sometieron a simulacros de fusilamiento. Lo acusaban de querer asaltar la Brigada, algo que él desconoció en cada oportunidad.
La noche anterior a ser liberado, Sergio contó que lo sacaron a un último interrogatorio. “La voz de la persona que me interrogaba era siempre la misma, con un lenguaje correcto, no alzaba la voz. Solo que alrededor que tenía a cuatro o cinco personas muy agresivas que me golpeaban, me daban puñetazos en el estómago, cachiporradas. Esa noche me dicen que se sentían nerviosos porque había intervenido una persona con mucha insistencia para mi liberación. Me dijeron que me sacara la ciudadanía italiana, que si quedaba vivo me iban a controlar, que lo iban a decidir en esos instantes”, relató. Dos días después fue liberado en las inmediaciones del Hospital Posadas.
Bergoglio, amigo de la familia
Allí, en el hospital, lo encontró su suegro, el papá de Ana Barzola, quien se comunicó con la familia de Sergio para avisarles que estaba vivo. Roberto, uno de los hermanos Gobulín, fue quien se hizo cargo de la búsqueda. Viajó desde Villa Constitución, la ciudad santafesina donde vivía la familia y trabajaba él, hasta Buenos Aires no bien supo del secuestro de su hermano. Allí se encontró con el señor Barzola y con Bergoglio, por entonces sacerdote y “gran amigo íntimo” de los Gobulín. Solía parar en la casa de Villa Constitución a comer, cuando estaba de viaje. Fue profesor de Sergio en la Facultad de Teología de San Miguel, los casó a él y a su compañera.
Roberto se entrevistó con Bergoglio en el colegio Máximo. Allí le dijo que creía que lo tenía el Ejército. “Me dice yo voy a estar en contacto con vos. Empezá a averiguar en distintos lugares”, declaró Roberto durante la jornada de este martes en el debate oral, en la que también dejaron su testimonio Natalia Gobulín, la hija de Sergio, y un compañero de trabajo del sobreviviente.
Roberto fue a la Comisaría de San Miguel; a Campo de Mayo por indicación del hoy Papa. No pudo averiguar nada en aquellos días. Hasta que Bergoglio lo citó de nuevo. “Me dijo, bueno, mirá, andate a tu casa. Toqué un contacto que me dijo que hoy se solucionaba el tema: o lo liberan o no aparece más. Y fue terrible para mí escuchar esa noticia, fue un golpe muy grande. Nos abrazamos con el padre”, recordó Roberto.
Dos días después, Sergio apareció en el Posadas, muy golpeado. De allí lo trasladaron al Hospital Italiano, protegido por el Consulado –el hijo mayor de los Gobulín había nacido en el país europeo–. Estuvo más de un mes y medio internado. En alguna de sus visitas, Bergoglio le contó que sabía que su secuestro había sido responsabilidad de la Fuerza Aérea –ese “contacto” que mencionó Roberto en su testimonio era un comodoro–, pero que el Ejército lo estaba buscando. “Yo le dije que tenía pensado irme a vivir al interior del país con mi familia. Me dijo absolutamente no porque está el Ejército que te está buscando –recordó Sergio–. Mi proyecto era quedarme en mi país, mi patria era la Argentina”. Tuvo que tramitar todos los papeles “de cero ya que ni pasaporte tenía”, y se exilió en Italia.
Pedido para testimoniar
Tras el testimonio de Sergio Gobulín, la defensa de Julio César Leston, uno de los cinco acusados en el debate, pidió al TOF que cite a declarar a Bergoglio, Papa y jefe del Estado Vaticano. Hasta ahora, Francisco declaró solo una vez en el marco del proceso de juzgamiento por los crímenes de la última dictadura. Lo hizo en el segundo juicio por la megacausa ESMA, requerido por el abogado querellante Luis Zamora, representante junto con Horacio Méndez Carrera de las víctimas de la iglesia de la Santa Cruz, secuestradas y desaparecidas en diciembre de 1977.
Tras el nuevo pedido del abogado defensor Nicolás Aguilar, al que adhirieron la mayoría de las partes intervinientes en el debate “Mansión Seré IV/RIBA II”, es tiempo ahora que el tribunal defina si avanza con la citación. De hacerlo, cabe la posibilidad de que Francisco declare por escrito.