El gobierno metropolitano de Tokio difundió un video generado con inteligencia artificial que recrea los efectos que podría ocasionar una eventual erupción del Monte Fuji. El objetivo de la pieza audiovisual, publicada por la División de Prevención de Desastres, es concientizar a la población sobre las medidas a tomar frente a un episodio de este tipo.
El material, de tres minutos de duración y realizado íntegramente con imágenes ficticias, fue compartido el domingo y muestra el tiempo estimado en que una erupción alcanzaría a la capital japonesa. El antecedente más cercano de actividad en dicho volcán se remonta al 16 de diciembre de 1707, hace más de tres siglos.
La simulación con IA sobre una posible erupción del Monte Fuji
La simulación arranca con una “alerta máxima” que recibe en su celular una joven, advirtiendo sobre el inicio de la actividad volcánica. Una voz en off recalca que “el momento de la erupción puede llegar sin previo aviso”.
Luego se observa cómo una columna de cenizas emerge desde el cráter del volcán de 3.776 metros de altura. El informe indica que, ante una posible erupción, Tokio quedaría sumida en la oscuridad en menos de dos horas, bajo una espesa capa de cenizas, lo que impactaría en la salud, la movilidad y la vida cotidiana.
Una de las medidas de prevención que las autoridades locales recomiendan a sus ciudadanos es la de almacenar provisiones básicas (agua y alimentos no perecederos) suficientes para dos semanas, a fin de mitigar el efecto inmediato de un evento de esa magnitud.
Japón: tierra de terremotos, erupciones y tsunamis
Ubicado en el cinturón de fuego del Pacífico, Japón refuerza desde hace años sus protocolos frente a sismos, tsunamis y erupciones, especialmente tras el tsunami de 2011.
Una erupción del Monte Fuji podría arrojar más de 1.700 millones de metros cúbicos de ceniza, de los cuales unos 500 millones quedarían depositados sobre rutas, edificios y reservorios de agua, generando enormes dificultades para su remoción, según consignó el medio CNN Japón.
El impacto económico de este fenómeno natural rondaría los 2,5 billones de yenes (u$s16.600 millones). Incluso una erupción de menor intensidad e impacto sería suficiente para interrumpir el transporte público y paralizar trenes, mientras que las lluvias agravarían el colapso en las carreteras.
La última erupción del Fuji ocurrió entre 1707 y 1708, durante el período Hei. No expulsó lava, pero sí grandes cantidades de cenizas y piedras pómez que llegaron hasta Edo, la actual Tokio, ubicada a más de 100 kilómetros.
Aquel episodio abrió un nuevo cráter en la ladera sureste, sepultó aldeas y cultivos y generó hambrunas por la destrucción de las cosechas. Aunque desde entonces el volcán permanece inactivo, especialistas insisten en que sigue bajo vigilancia estricta, dada su cercanía con una metrópolis de más de 37 millones de habitantes.
Fuente: Ambito