Incluso excediendo la fecha límite para las negociaciones, la ONU no logró llegar a un acuerdo para reducir el consumo de plástico y establecer controles globales para su fabricación. Mientras tanto, el CONICET investiga la contaminación por microplásticos –partículas de menos de 5 milímetros– en nuestro mar.
Una reciente investigación del Schmidt Ocean Institute –transmitida en Youtube– mostró muchas especies marinas en las profundidades del Cañón Submarino de Mar del Plata, pero la cámara de la expedición registró –además de estrellas de mar, corales, pulpos, calamares o “pepinos”– bolsas, suelas y otros residuos plásticos. Según los registros de la ONU llegan entre 9 y 14 millones de toneladas de plástico al mar al año.
La encargada de analizar las muestras de agua, sedimentos y biota de la expedición del CONICET y del Schmidt Ocean Institute es Florencia Arrighetti, investigadora del laboratorio de ecosistemas marinos del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) perteneciente al CONICET. “Hay microplásticos en absolutamente cualquier compartimiento que se estudie, agua, aire, sedimentos, animales… pero la mayor parte de los estudios se hacen en los lugares que son más accesibles –en la zona terrestre o en las partes costeras– y hay muy pocos registros de cómo es la dinámica de esta acumulación de microplásticos en las aguas profundas“, explicó la doctora en diálogo con Página/12.
De hecho, no se ha realizado ningún trabajo de estas características en los mares argentinos. En otras partes del mundo se han encontrado plásticos en aguas muy profundas, así que la hipótesis para esto es que es una “dinámica oceánica mundial” y que en estas muestras también se encuentren plásticos, según adelantó Arrighetti. Además, contó: “lo que hicieron los que estuvieron a bordo fue juntar muestras de agua y de sedimentos que recolectaban al principio de las inmersiones para ver si hay acumulación de microplásticos en el lecho oceánico profundo y en aguas profundas”. A su vez, también se extrajeron algunos ejemplares de especies marinas para ver si pueden acumular los microplásticos del ambiente.
El acuerdo que no fue
El tratado de la ONU en relación con la contaminación por plásticos opone a dos bandos: un gran bloque de Estados –América Latina, la Unión Europea, Canadá, Australia, África y las naciones insulares– que quiere medidas ambiciosas como frenar la producción de plástico, y otro más reducido con países productores de petróleo que busca centrarse más específicamente en la gestión de los residuos.
“Hemos perdido una oportunidad histórica”, estimó la comitiva de Cuba. Tuvalu –país insular de Oceanía– declaró en nombre de 14 pequeños Estados insulares en desarrollo del Pacífico: “Para nuestras islas, esto significa que, sin la cooperación mundial y la acción estatal, se seguirán vertiendo millones de toneladas de residuos plásticos en nuestros océanos, lo que afectará a nuestro ecosistema, nuestra seguridad alimentaria, nuestros medios de vida y nuestra cultura“.
En distintos informes, el CONICET reconoció que la contaminación por plástico en los ambientes acuáticos es “particularmente compleja debido a la forma en que se degradan. Estos residuos plásticos visibles y palpables, que flotan y se sumergen, generan problemas evidentes a los animales que los ingieren como peces, ballenas, tortugas y lobos marinos, o que quedan atrapados entre redes o sunchos. Además se degradan progresivamente y desprenden pequeñas partículas conocidas como microplásticos“. Algunos investigadores advirtieron que los plásticos tardan cientos o miles de años en biodegradarse.
Arrighetti reconoció que el plástico tiene muchos beneficios, pero “el problema es que la mayor parte de los países no tiene programas de reciclaje de esos plásticos”. Y en otros que los tienen, no descartan el plástico como corresponde. “Tarde o temprano termina en el océano” dijo Arrighetti. Los países petroleros no querían que el tratado contemplara “todo el ciclo de vida” del plástico, desde la sustancia derivada del petróleo hasta su estado de residuo.
Además, los países petroleros rechazan cualquier restricción a la producción y prohibición de moléculas o aditivos peligrosos. Así, Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), aseguró que estos diez días de negociaciones permitieron comprender “con más detalle las líneas rojas” de cada país.
De todas formas, se estima que para el año 2050 existirían cerca de 12 mil millones de toneladas de desechos plásticos repartidos en vertederos y en los océanos, es decir, habrá más plástico que peces en los mares. Por esto, Luis Vayas Valdivieso –embajador ecuatoriano en Reino Unido y presidente de las negociaciones– declaró que el acuerdo no ha concluido: “La secretaría trabajará para encontrar una fecha y un lugar donde se celebre” una nueva sesión.
Informe: Natalia Rótolo.
Fuente: Pagina12