La Bombonera propuso una especie de borrón y cuenta nueva anoche en la previa del encuentro ante Independiente. Una “tábula rasa”. El aliento era ensordecedor, luego de los insultos que se oyeron por primera vez en mucho tiempo en el final del partido ante Lanús. El trámite fue muy parejo durante los primeros minutos. Ambos equipos corrían, metían y se disputaban la pelota. Los dos querían ser protagonistas, aunque el Rojo tenía mejores argumentos futbolísticos. Boca mejoró en los últimos 15 minutos y dejó una buena imagen.
Pero luego jugó un segundo tiempo espantoso. Los hinchas igual alentaron, pero a medida que los minutos transcurrían el nerviosismo fue creciendo hasta que sobre el final del partido explotó y se tradujo en insultos para los jugadores, pero también para la dirigencia.
El mal momento de Boca
Boca atraviesa un momento muy delicado. Ya viene de un 2024 en donde no peleó el torneo local ni jugó la Copa Libertadores. Tampoco pudo encontrar consuelo en la Copa Argentina, de la que quedó eliminado en semifinales tras perder ante un Vélez que le remontó un 3 a 2 en los últimos 10 minutos. Este año el equipo hizo una buena fase regular y quedó puntero con 33 unidades, en la misma línea que Argentinos.
Pero esos números no contemplan la histórica eliminación en el repechaje de la Copa Libertadores ante Alianza Lima. En la ida, en Perú, el equipo fue sometido por un rival muy menor y perdió 1 a 0. El arquero Marchesín fue el responsable de que esa diferencia no fuera mayor. En la vuelta no tuvo la eficacia para aprovechar las situaciones que generó, ganó 2 a 1 y luego perdió por penales. A ese golpe durísimo, hay que sumarle que no ganó ninguno de los 4 clásicos que jugó: perdió con Racing y River —en ambos fue ampliamente superado— y empató y perdió frente a Independiente. Lleva 6 seguidos sin ganar ante los grandes.
Luego del Superclásico, Fernando Gago fue despedido y asumió Mariano Herrón en el que es su cuarto interinato como DT de Boca. Le fue mucho peor que en los anteriores: empató con Tigre y Lanús (luego ganó por penales) y perdió anoche con el Rojo.
Boca jugó mal, perdió con Independiente y La Bombonera explotó con insultos para todos
Tras los insultos en el final del partido frente a Lanús, los hinchas de Boca propusieron una tábula rasa en la noche del lunes ante Independiente. Desde el primer minuto hicieron sentir su aliento y empujaron al equipo. “Dale dale dale Bo, hoy te vinimos a alentar, para ser campeón hoy hay que ganar”, era el grito de guerra. En el primer tiempo, sobre todo en los últimos 15 minutos, los jugadores les respondieron.
Independiente no salió a resguardarse en La Bombonera, sino que intentó desde el comienzo tomar las riendas del encuentro, ser protagonista y jugar en campo rival. El de Julio Vacarri era un equipo compacto, corto, que presionaba arriba, con los centrales bien adelantados.
Herrón, consciente del mal momento de su equipo y del buen presente de Independiente, planteó un partido un tanto más conservador que de costumbre. Sobre todo porque, más allá de los malos rendimientos, Boca en 2025 se hizo muy fuerte de local: la de anoche fue la primera derrota desde agosto de 2024, que al mismo tiempo fue la única de ese año.
El Xeneize intentó ser un equipo más disciplinado y ordenado tácticamente. No se “metió atrás” precisamente, pero sí apostó más a recuperar la pelota y salir de contra, aprovechando los lanzamientos y pases filtrados de Palacios y la velocidad de Zenón y Merentiel. Independiente, con los centrales bien adelantados, le jugó al achique y en varias ocasiones dejó en offside a los delanteros de Boca, aunque sobre el final del primer tiempo le salió mal en un par de oportunidades y se salvó por poco.
El equipo le respondía con actitud a la hinchada, que no paraba de gritar y alentar. Era un encuentro de ida y vuelta, muy intenso. Sobre el final del primer tiempo, Merentiel y luego Palacios desaprovecharon chances muy claras de gol. Las más claras fueron de Boca.
En el complemento el partido “se rompió”. Independiente jugaba adelantado y apostaba al achique cuando Boca atacaba. Y le salió bien. Por momentos no había mediocampo, era de ida y vuelta. Y en ese terreno el equipo de Vaccari fue superior. A los 19 minutos del complemento, tras un tiro de esquina, Angulo le ganó la posición a Merentiel, dejó en el camino a Costa y metió el gol —golazo— de la victoria.
La respuesta de la hinchada fue gritar más fuerte, alentar aún más. “Ohh, nosotros alentamos, ponga huevo que ganamos”, bajaba de manera furiosa desde las tribunas. Pero el ambiente comenzaba a calentarse cada vez más. Los errores de Boca no generaban murmullos, sino quejas, fastidio. Eran demasiado percetibles incluso para quienes lo veían desde sus casas por televisión. “Movete Xeneize movete, movete dejá de joder, esta hincha está loca hoy no podemos perder”, gritaba el estadio, cada vez más fuerte.
La Bombonera era un hervidero. Cada dividida que se perdía, cada falta innecesaria, cada pase mal dado, incluso cada pase atrás, generaban fastidio unánime. Boca quería ir al frente, pero no tenía argumentos tácticos ni futbolísticos. Estaba vencido. Ni siquiera perdiendo 1 a 0 y siendo local pudo al menos arrinconar a su rival, que se agigantó aún más, con Kevin Lomónaco como figura absoluta. En la marca, con la pelota en los pies, saliendo desde el fondo.
Los cambios no le funcionaron a Herrón. Cavani casi ni la tocó. Corrió y presionó como siempre, pero falló en eso también. Ni cerca estuvo de tener una ocasión de gol. Zeballos y Velasco entraron para desequilibrar con su gambeta y velocidad. Tampoco eso ocurrió. Recién en los últimos 6 minutos Boca pudo someter a Independiente, aunque la chance más clara fue un remate muy desviado de Costa, a quien le quedó un rebote tras un centro.
El pitazo final
El árbitro Nicolás Ramírez pitó el final del encuentro e inmediamamente bajó de las tribunas una silbatina. Los jugadores y el cuerpo técnico de Independiente festejaban efusivos. Las cámaras enfocaban a Riquelme, primero con cara de pocos amigos, luego tomando mate. El Presidente y máximo ídolo de la institución no podía ocultar su enojo.
El plantel se metió al tunel y se retiró hacia el vestuario, mientras desde la platea baja caían insultos y algunos “váyanse”, mezclados de aplausos y pedidos de camisetas. En las tribunas se veía gente tomándose el rostro, niños y jóvenes llorando. Finalmente, como se veía venir, todo explotó. “La comisión, la comisión, se va a la puta que los parió”, comenzaron los cantos, para finalmente terminar con el “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
Fue el final de la participación de Boca en el torneo y del interinato de Mariano Herrón. Pero necesariamente esta derrota tiene que marcar un cambio de etapa, una renovación. Desde el entrenador y el plantel hasta el proyecto deportivo. Boca podrá estar respetando su espíritu de Club Atlético apostando e invirtiendo en las demás disciplinas, realizando una buena gestión económica y respetando las raíces y la historia del club. Pero está claro que lo que manda en última instancia es el fútbol y allí esta gestión viene reprobando muy seguido.