La gente entra a sembrar sabiendo que va a perder dinero


“Si bien la operatoria era sana, era urgente reducir la deuda vía incorporación de socios o capitalización de los actuales. Los socios habían comprometido su apoyo y la capitalización se iba a realizar, pero no llegó a tiempo y se desató la crisis”, explica en el libro, y aclara: “Acá hubo un error particular de la gestión de la empresa. No hubo un problema del modelo de negocios”. En diálogo con Ámbito, Gustavo Grobocopatel se refirió a los prejuicios que obturan el desarrollo, los desafíos del agro y la necesidad de sintonizar con las demandas de la juventud.

Periodista: En el libro usted remarca los aprendizajes acumulados del agro para encarar crisis y situaciones complejas. ¿Cómo observa que esos aprendizajes acumulados le sirven al sector para afrontar la actual coyuntura?

Gustavo Grobocopatel: De estos años hay varias cuestiones que aprender. Desde el punto de vista tecnológico, estamos atrasados: es como que nos quedamos congelados hace 20 años y no hemos incorporado tecnologías nuevas que permitan aumentar la productividad. Creo también que estamos relativamente atrasados en la incorporación de otras tecnologías de nueva generación, como la inteligencia artificial. Pero espero que rápidamente el sector se reinvente en eso.

Desde el punto de vista organizacional, creo que no hemos desarrollado nuevas cadenas de valor con productos más procesados: pasar del grano a la carne y poder exportar para estar presente en los mercados mundiales. Ahí tenemos también una tarea de diversificar la matriz productiva y diversificar la matriz exportadora. Después hay otras cuestiones pendientes que tienen que ver con productos nuevos, como la carne artificial, las algas y otros productos más de nicho. Argentina, que estuvo en la vanguardia de muchas cuestiones de la agroindustria, hoy directamente no está pensando en esos temas.

P.: Hay otras dos cuestiones específicas de la coyuntura de las últimas semanas, que es la baja de retenciones, que usted indica en el libro que se trata de una política que corrige un impuesto distorsivo, y las modificaciones en el esquema de créditos. ¿Cómo observa el horizonte del agro a partir de estas cuestiones?

G.G.: Primero quiero darte datos de contexto: estamos en precios internacionales muy bajos; con problemas climáticos en varios lugares porque pasamos de sequía a inundaciones; tenemos alta en los costos importantes, como los fertilizantes; tenemos un tipo de cambio que también no ayuda. Todo ese combo, más obviamente las retenciones, hacen que la situación de los productores sea bastante mala. Este momento es uno de los peores inicios de siembra: la gente entra a sembrar sabiendo que va a perder dinero. Eso hacía mucho que no veía, por lo menos en esta magnitud.

Es en ese contexto que se da una pequeña baja en la cuota de las retenciones. Como señal uno debe recibirla bien, pero no es la resolución de los problemas, que debería ser quitar o bajar a un mínimo las retenciones y tratar de que ese flujo de dinero se direccione hacia inversiones que permitan transformar las materias primas y generar industrias en cada uno de nuestros pueblos. Entonces, eso va a permitir que nuestra matriz productiva y exportadora sea diversificada y pueda afrontar más los shocks de baja de precios.

Eso no solo no está hecho, sino tampoco está debatido. Se debate la baja retención en sí misma como algo idílico, pero creo que hay que empezar a tener pensamiento sistémico para que cuando suceda la baja definitiva de retenciones se pueda tener bastante claridad sobre todas las transformaciones del sistema que necesitamos.

P.: Usted usa esa misma definición, “falta de pensamiento sistémico”, y en la misma respuesta habla de la necesidad de la “construcción de esperanza” para proyectar un horizonte. ¿Qué rol siente que tiene que cumplir el empresariado en este pensamiento sistémico y esta construcción de esperanza?

G.G.: El rol del emprendedor es sustancial. Son las personas que se van a hacer cargo de estas transformaciones y por eso es muy importante que tengan incentivos de participar, de arriesgar y de crear empleo. Sin emprendedores es muy difícil que ese proceso se dé, porque no veo quién lo haga: obviamente que el Estado no lo puede hacer porque no está preparado y la gente que habita el Estado tampoco está preparada. Por eso el empresario tiene que participar, obviamente junto con funcionarios y todos los líderes, en la construcción de esta sociedad de esperanza. Tiene que tener un rol protagónico y todavía no se lo ve con el protagonismo que debería tener.

P.: ¿Ve esa mentalidad en la dirigencia empresaria?

G.G.: No es un tema de mentalidad. Creo que los empresarios que tenemos son buenos y son aptos para hacer eso, pero también lo que hay es un empresariado que está volteado por los permanentes shocks. Tiene que haber un poco de calma, de estabilidad macroeconómica, de reglas claras y entender que los cambios no son de hoy para mañana. Debemos dar una cierta estabilidad para que los empresarios puedan tomar decisiones.

Gustavo Grobocopatel Siembra

Grobocopatel en una cosecha en Uruguay, donde reside.

Grobocopatel en una cosecha en Uruguay, donde reside.

Gustavo Grobocopatel: su mirada de la actualidad política

P.: Menciona la estabilidad y en otro fragmento del libro habla sobre la necesidad de proyectar “crecimiento económico con inclusión”. Eso que muchas veces suena como un eslogan, ¿siente que este modelo muestra señales de encaminarse a una estabilidad con inclusión?

G.G.: Creo que la estabilidad macroeconómica y la baja inflación generan impactos positivos en términos de inclusión. Todavía no hemos visto la reactivación microeconómica amplia y diversa que necesitamos. Probablemente eso se vea cuando se reactiven algunos sectores que están parados o atrasados, como las pymes o la construcción. El tema de las transformaciones que se están haciendo bajando burocracia o lo que se vendrá en términos laborales, educativos o previsionales pueden impactar en la competitividad de las compañías.

También creo que este proceso hoy no está acompañado por el Estado, porque el Gobierno está focalizado en resolver los grandes temas de desequilibrio macroeconómico y las grandes obstrucciones que producía la cantidad de reglamentos y leyes que no tenían nada que ver. No estoy en desacuerdo con eso, pero también tenemos que empezar con una agenda de reactivación económica amplia.

P.: Se lee en usted a alguien desprejuiciado al respecto de las opiniones políticas y que hace mucho énfasis en el impacto sobre los pueblos de las provincias y las juventudes, ¿qué circunstancias o movimientos de la política lo encuentran entusiasmado?

G.G.: Yo soy viejo, así que todo mi entusiasmo -que es cierto- es moderado por la experiencia. Mi entusiasmo está en que justamente hay más jóvenes tomando decisiones y tienen menos prejuicios de los que teníamos nosotros. No están tan anclados al pasado y piensan más en el futuro. Eso permitió que Milei sea presidente, entre otras cosas. Milei apareció como alguien nuevo, sin pasado en la política, y eso a mí me parece que estuvo bien. Ahora, este momento tiene que ser aprovechado para hacer las grandes reformas que la Argentina necesita.

Hay una idea que me gusta y en el libro yo lo llamo el “service”. Milei es alguien que viene haciendo un “service” a la Argentina. No estoy seguro de que Milei quiera quedarse en el tiempo y es por eso que su labor es un beneficio para todos, especialmente para la clase política, que no pudo ni quiso hacer estas reformas. No sé tampoco si estaban calificados. Si él tiene éxito y estas reformas construyen una nueva plataforma del país, me parece que todos deberíamos estar en este momento apoyándolo.

P.: Retomo la cuestión de las provincias, porque hace hincapié en la necesidad de un modelo económico que revalorice el rol productivo de los pueblos. ¿Se imagina un proyecto social que construya futuro incluyendo a estas pequeñas localidades, en un devenir tecnológico que parece tender más hacia las grandes urbes?

G.G.: No estoy seguro que la tecnología vaya contra los pueblos, sino que puede atraer gente hacia el interior, por la conectividad y porque en los pueblos hay una calidad de vida que es mejor. Yo veo que cada vez más jóvenes quieren volver a vivir al pueblo y creo que cada pueblo tiene que tener un proyecto de desarrollo. En cada uno se ven emprendedores que quieren hacer cosas y todavía les faltan las oportunidades o los medios. Pero si eso se da, en términos de construcción de infraestructura, conectividad, un mercado de capitales activo, un sistema impositivo que incentive a los emprendedores, me parece que en poco tiempo se va a revertir la situación de los pueblos.

P.: Ese tema está también por fuera de cualquier agenda de todos los sectores. ¿Usted se imagina tomando un rol para eso?

G.G.: Participo permanentemente en el debate, porque tengo interés por lo público, pero no en ser funcionario. Creo que todos tenemos un lugar y un rol que cumplir, y a mí me interesa que este tema sea de agenda pública.

Gustavo Grobocopatel: la crisis de “Los Grobo”

P.: Le pregunto por la situación en “Los Grobo”. Usted detalla muy bien en el libro lo que sucedió y, si bien es accionista minoritario, es una cara visible que seguro recibió algunas críticas. En este marco, ¿ya cedió cualquier tipo de conducción o está interviniendo en las respuestas a los productores que están involucrados en el default.

G.G.: No, yo no tengo espacio para eso. No tengo control de la compañía ni participación en la operación de la compañía. Por supuesto que estoy informado y miro el proceso que está viviendo la compañía con relativo optimismo, porque me parece que se están dando los pasos adecuados hacia lo que uno quisiera que ocurra, que es que se puedan resolver todos los problemas con los acreedores.

Gustavo Grobocopatel

Gustavo Grobocopatel piensa el futuro del agro argentino en su nuevo libro.

Gustavo Grobocopatel piensa el futuro del agro argentino en su nuevo libro.

P.: Mencionó las condiciones difíciles en las que se encuentra el sector y muchos productores se encuentran en dificultades de afrontar sus deudas. ¿Perfila que el contexto macroeconómico de estabilidad puede reencauzar las situación? ¿O cómo se debería revertir?

G.G.: La estabilidad macroeconómica en principio reduce la inflación y permite tomar decisiones de inversión mucho más racionales. También debería reactivar el mercado de capitales, tener un acceso al crédito con tasas de inversión más bajas y lógicas. A mí me parece que todo eso es positivo. Por supuesto que, después de tantos años, en Argentina nos acostumbramos a la inflación y entonces los empresarios hemos estado innovando para resistir. Bueno, ahora hay que cambiar eso, hay que innovar para ser más productivos, creativos y demás cuestiones que tienen que ver con la naturaleza productiva y competitiva de la empresa.

P.: Usted describe en una parte del libro al agro como “un sistema frágil que depende de que muchas cosas salgan bien y al mismo tiempo”. Se reconoce también al sector como un pilar de la economía argentina. ¿Cómo conviven esas ideas?

G.G.: El sector, si bien es frágil porque depende de muchas variables no controladas, con el uso de la tecnología y la aplicación de conocimientos ha ido reduciendo esas variables, lo que es propio de la evolución de la calidad de la acción. Me parece que el sector agropecuario argentino cuenta con gente calificada como para crecer en la medida de que podamos competir de igual a igual con otros competidores. Lo vamos a poder hacer. Lo que pasa es que en Argentina las políticas públicas de las últimas décadas eran medidas para promover la competitividad de nuestros competidores. Eso no es una teoría, es algo que hay que ver en las estadísticas: Brasil creció 100% en los últimos 10 años. Nosotros, 0%.

P.: Usted inicia el libro con una serie de preguntas, que dice que están abiertas. ¿Le surgieron nuevas preguntas tras el lanzamiento y las primeras devoluciones?

G.G.: El tema de ponerlo en preguntas es porque justamente es uno de los mensajes del libro: tenemos que aprender y para eso tenemos que hacernos preguntas y estar dispuestos a cambiar. Tenemos que tener una mirada activa sobre lo que pasa en el mundo, en Argentina, en nuestras vidas, en la propia empresa. Ese es un poco el mensaje en general del libro.

Ficha técnica “Desde el campo”, de Gustavo Grobocopatel

Ficha Técnica Desde el campo Gustavo Grobocopatel


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