Ya no se habla de V o W ni nada parecido. La pulseada con el dólar y la tasa sin cepo. Recién después de octubre hay consenso de que el Gobierno recalibra las bandas. La “imputación de Menger” vs el “pass-through”.

Por lo que se escucha y comentan en el mercado financiero, cada vez tiene menos adeptos el actual programa económico, incluso, entre referentes liberales y ortodoxos. Esto no significa que no se le reconozcan los resultados alcanzados, que según allegados al calor de la Rosada hasta sorprendieron a propios y ajenos. El haber transitado todo este tiempo, con un feroz ajuste, sobre todo, en las jubilaciones y pensiones, obra pública y transferencias a las provincias, sin que haya habido algún estallido social, es sin duda un logro. Como también lo es, la desaceleración inflacionaria y haber sorteado una posible hiperinflación. Todo anclado en el cumplimiento del superávit fiscal, amén de los artilugios con los intereses capitalizables. Al decir de un respetado economista y exfuncionario, el Gobierno recibió un paciente en terapia intensiva y ya lo pasó a la sala de recuperación, pero ahora restan hacer varios ajustes para volver a ser un país normal. Mientras tanto, en las mesas celebran la ventana de oportunidades para retomar el “carry trade”, porque la data que trajo el “Staff Report” del FMI no entusiasma las apuestas sobre los bonos soberanos en dólares. ¿Esto por qué?
La respuesta estuvo en un “conference call” que armó una activa gestora que se mudó de la City al conurbano. Allí explicaron los analistas CFA (“Chartered Financial Analyst”, cucarda internacional para los profesionales financieros) de la gestora que: amén de que el FMI redujo la meta de acumulación de reservas, y si bien la acumulación de reservas es el principal “driver” de corto plazo para los bonos como así lo confirma su performance desde que el Tesoro empezó a comprar dólares, en lo inmediato, importa menos cuánto se paga por los dólares, porque pesos tiene, que cuántos compra como se vio en las últimas semanas dadas las tasas sintéticas en dólares de corto plazo tomadas como proxy del costo que incurre el Tesoro en comprar moneda extranjera. De modo que haya menor presión sobre el dólar por parte del Tesoro en los próximos meses (se eliminó la revisión del FMI de septiembre) en un período de aumento en la demanda por parte del sector privado por mayor nivel de actividad y menor oferta del agro puede estar compensado por la perspectiva de menores reservas netas. Entonces, no creen que los resultados y cambios establecidos en el “Staff Report” puedan modificar la tendencia de los bonos en dólares para las próximas semanas, de ahí, que a los clientes les aconsejaron posicionarse en letras en pesos de corto plazo más que en bonos hard dólar. Un participante reconoció los altos rendimientos que se pueden obtener, por lo menos, hasta las elecciones, con semejantes tasas de interés reales en pesos.
La pulseada con el dólar y la tasa sin cepo
Un contrapunto entre financistas durante una cena en Las Lomas dio paso a un balance de las últimas turbulencias. Por un lado, el anfitrión, jefe de “call money” en un banco privado, sostuvo que ya con más de tres semanas sin las LEFI, una vez más, cada vez que algo del programa económico dejó de funcionar, en vez de chocar de frente, el Gobierno encontró la forma para girar y suturar el problema, adaptando la narrativa sin pagar costos. Sin embargo, alertó que la eliminación del instrumento de liquidez de los bancos inyectó más volatilidad a un esquema que ya de por sí empezaba a operar con tasas reales positivas y detonó una tríada inquietante: un aumento en la deuda del Tesoro, una nueva escalada en las tasas de interés y una concentración de vencimientos peligrosa.
Sobre el dólar, a los postres, se destacó que la suba de julio (15%) fue acompañada por la curva de futuros cuando Economía-BCRA lo dejaron correr, por lo que se cree que hasta las elecciones se mantendrá el actual esquema de bandas, y recién después de octubre hay consenso de que el Gobierno recalibra. A la hora del whisky surgieron tres interrogantes, más allá de la pulseada con el dólar y la tasa sin cepo, que dispararon diferentes respuestas, según el nivel de optimismo: cómo sigue el “pass through”; cómo reaccionarán las importaciones que ya están a nivel de 6.000/7.000 palos mensuales y el gasto en turismo; y con relación a esto, qué pasa con el atesoramiento y cuánto va a parar a los bancos.
Para aflojar el ambiente y traer algo de luz, uno de los comensales, economista de un banco extranjero, tiró sobre la mesa el último comentario del “gran profe” Gaba sobre la eficiencia de la política cambiario. Según el “profe” en julio el tipo de cambio oficial subió 13,6% con reducido impacto en el IPC que aumentaría cerca del 2%, es decir, el “pass through” es del 0,13 (cada 1% de aumento del tipo de cambio nominal produce con frecuencia mensual un alza del 0,13% en el IPC), y este coeficiente tiene un piso histórico de 0,5 en años de devaluación con alta inflación, por lo que la reciente experiencia muestra que sería posible ir corrigiendo la sobre-valuación del peso sin perder el control de la inflación dado el nuevo marco de la política económica que tiene como eje el superávit fiscal y política monetaria contractiva. Veremos.
La “imputación de Menger” (argumento oficial) vs el “pass-through”
En un zoom debatieron mucho de la situación política de cara a las elecciones, donde destacaron la rendición incondicional del PRO en CABA a manos libertarias y sobre la rendición en la provincia de Buenos Aires dijeron que en realidad mucho no se negoció porque, sencillamente, los votantes del PRO o ya se fueron a la LLA o van a votar mayoritariamente por la boleta violeta, así que a Mauricio Macri no le salieron las cosas como pensaba, o más bien, decían irónicamente lo habrá hecho apropósito para enfocarse en la FIFA. Veremos. Lo cierto es que la clave política para el oficialismo es que del resultado de las próximas elecciones logre consolidar un tercio en alguna de las dos cámaras legislativas, más probable es que sea en Diputados, porque, como recordó tristemente un analista político, sale más barato un diputado que un gobernador. El tercio es clave para que Milei siga gobernando a su estilo, vía DNU y veto, porque con una cámara que lo apruebe no se lo pueden voltear.
Se habló también de Menger. Porque consideran que la depreciación del peso no es mala noticia si la depreciación nominal solo ajusta el tipo de cambio real y no acelera la inflación. Por lo pronto, creen que julio luce alentador, pero como la mitad de la suba fue en los últimos 2 días del mes, recién en agosto se empezará a evaluar si realmente cambió el régimen de inflación. Un académico aportó el dato que, durante los últimos 15 años, gran parte de los precios al consumidor se pueden explicar con un simple modelo 70% salarios y 30% devaluación, algo que daría zona 3% en julio y agosto, si el dólar sigue en torno a $1.350. Pero si el IPC de julio-agosto da más cerca de 2% que de 3%, entonces quiere decir que la demanda no convalida que los incrementos de costos se trasladen a precios y la “imputación de Menger” (argumento oficial) le estará ganando el primer round al “pass-through”.
Hay consenso en que la falta de un programa monetario genera más incertidumbre sobre el rumbo y el accionar del BCRA. Al respecto, el BCRA pagó REPO hasta el viernes pasado, pero este lunes y martes no. Un viejo mesero detallaba que entre mediados del mes pasado y principios de agosto el BCRA estuvo tomador en 8 de las 15 ruedas, sin una meta monetaria de frecuencia diaria que explique cuándo interviene y cuándo no. Sobre el “carry trade” explicó que el retorno en dólares en BONCAP es del 4,5% a mediados de febrero si el dólar está en el techo en ese entonces, pero mientras más cerca se esté de la banda, menos creíble es, si el BCRA quiere seguir acumulando reservas. Sobre el nivel de actividad nadie espera una fuerte recuperación, ya no se habla de V o W ni nada parecido, sino de una simple “raíz cuadrada”, el nivel de actividad permanecerá, en el mejor de los casos, así por los próximos meses.
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Ambito