Un estudio publicado en la revista Science Advances reveló que la contaminación del aire causada por el petróleo y el gas provoca 90 mil muertes prematuras por año solo en Estados Unidos. Además de demostrar que también enferma a otros cientos de miles de habitantes estadounidenses, la investigación hace hincapié en que perjudica más a la comunidades afroamericana, indígena e hispánica.
Según los mismos investigadores del University College de Londres y del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, el hecho se debe a las partículas finas que provienen del gas y el petróleo. A ellas también se les atribuyen 10.000 nacimientos prematuros por año, 216.000 casos de asma infantil en el mismo período y hasta 1610 casos de diferentes tipos de cáncer. De esta forma, en el escrito se sostienen que este motivo explica el 20% de los nacimientos prematuros, de las muertes prematuras y el 90% del asma en los niños.
Dentro de Estados Unidos los estados más damnificados son California, Texas, Nueva York, Pensilvania y Nueva Jersey, aunque entre los más perjudicados en valores per cápita se encuentran también Washington D.C. y Maryland. Además, solo la producción estadounidense genera también 1170 fallecimientos anuales en el sur de Canadá y otros 440 en el norte de México.
Esta publicación es la primera que rastrea los impactos en la salud de la población de toda la cadena del suministro de gas y petróleo, poniendo la lupa sobre las desigualdades raciales en todo el camino y se inscribe como el estudio más acabado del concepto “racismo de combustibles fósiles”. De esta forma se constató que la población indígena e hispánica viven con mayor exposición a la contaminación proveniente de la exploración, extracción, transporte y almacenamiento, mientras que la comunidad afroamericana y la asiática son las más damnificadas por las emisiones del procesamiento, refinación, fabricación, distribución y uso.
El informe también señala que la fase de uso final es la más perjudicial para la salud de las personas que viven próximas a las zonas de procesamiento, causando el 96% del total de estos incidentes. “Sabemos desde hace tiempo que estas comunidades están expuestas a niveles de exposición inequitativa, así como a una carga sanitaria”, afirmó Karn Vohra, uno de los investigadores universitarios posdoctorales que dirigió el estudio, que además reconoció que recién ahora “pudimos cuantificar su impacto”.
Timothy Donaghy, un investigador de Greenpeace con experiencia en trabajos de contaminación y desigualdad racial, consideró que lo que le da valor al estudio publicado este viernes “es cómo analiza los impactos en la salud a lo largo de todo el ciclo de vida del petróleo y el gas”. Y dictaminó que el caso de los combustibles fósiles constituye “un claro ejemplo de racismo”.
La investigación por dentro
En los trabajos previos a la publicación, sus autores realizaron un inventario de cada etapa de la producción del petróleo y el gas. Para ello utilizaron datos del gobierno de Estados Unidos y de la Universidad de Colorado. La información obtenida fue agregada a un modelo informático de última generación donde rastrearon la contaminación en cada momento de la cadena. Finalmente se usaron datos epidemiológicos y sanitarios para detectar los impactos posibles causados por las emisiones.
Además, los científicos explicaron por qué esta contaminación atacó aún más fuertemente a los sectores más postergados de la población. En primer lugar apuntaron al redlining, una política nacional posterior a la Gran Depresión en la que se le negaban créditos hipotecarios, préstamos o seguros a los residentes de barrios afroamericanos, latinos o asiáticos. Por otro lado se explicó por la extendida medida de altas tasas de permisos para instalar plantas de procesamiento de gas y petróleo en territorios cercanos a las comunidades posteriormente perjudicadas. Estas situaciones explican al “Callejón del Cáncer”, ubicado entre el sur del estado de Louisiana y el este de Texas, donde la mayoría de sus habitantes son personas negras.
Si bien el estudio ya concluyó que uno de cada cinco nacimientos prematuros y el mismo porcentaje de muertes de adultos se explica por esta contaminación, también se debe aclarar que estas cifras pueden ser menores a las reales. Esto se debe a que el estudio se hizo con los últimos datos obtenidos que corresponden al 2017. Desde ese año hasta el 2023 la producción de gas y petróleo en Estados Unidos aumentó un 40%, por lo que se estima que los perjuicios por esta actividad son aún mayores.
Por este motivo y frente al llamado del presidente Donald Trump a elevar todavía más los niveles de producción, Donaghy consideró que el estudio debe ser “una luz de advertencia roja” para su país. A pesar de que el sector de los combustibles fósiles puede ser tomado como pujante en la economía, también son contundentes las cifras que implica en gastos de salud: nada menos que 77 mil millones de dólares por año se gastan en tratar las condiciones generadas por esta contaminación.
La coautora del estudio, Eloise Marais, expresó su deseo de que este hallazgo sea “recogido por los tipos de líderes comunitarios y grupos de defensa” que luchan por un aire más limpio. Además, la investigadora explicó que si desistiéramos del gas y del petróleo, los beneficios ambientales se verán “dentro de 50, 100, 200 años”, aunque las personas afectadas “experimentarían los beneficios para la salud de inmediato”.
Fuente: Pagina12