La realpolitk tiene cara de hereje. En la Cumbre del G20, el presidente Javier Milei dejó de lado sus típicas puestas en escena –con gritos, insultos y berrinches– que acostumbra a practicar en la política doméstica para adaptarse con mucha facilidad y velocidad a los protocolos internacionales. No solo eso, también abandonó sus diatribas contra el comunismo al participar de la bilateral, que solicitó la cancillería argentina, con el presidente chino Xi Jinping. El corto encuentro dejó una declaración donde ambos mandatarios se comprometieron “a seguir trabajando en el fortalecimiento de sus lazos comerciales y en el desarrollo de proyectos conjuntos”. Una frase que expresa, según los expertos que conocen la historia reciente de la relaciones entre ambos países, la necesidad del gobierno argentino de contar con la continuidad de las obras de infraestructura pendientes que tiene China en la Argentina y, por ende, la profundización de la relación comercial. Todos objetivos que implican mucho trabajo “estatal” para encauzar las inversiones chinas y donde la Cancillería argentina juega un rol particular al reactivar los distintos instrumentos bilaterales ya existentes entre ambos países. Mucho trabajo diplomático que, sobre todo, garantice que el swap continúe renovándose.
El flamante canciller argentino, Gerardo Werthein, tras su primer G20 en el cargo dijo a este diario –en relación al acompañamiento al documento final– que “la Argentina hizo su evaluación y tomó la decisión que consideró que era la mejor para nuestros intereses”. Para él “se decidió acompañar en general la declaración del G20 y, en particular, disociarse de aquellos aspectos con los cuáles no estábamos de acuerdo. Frente a eso, Brasil tuvo su declaración del G20, Argentina puntualizó sus divergencias y concluye un G20 con posiciones diversas”.
Mientras que en campaña Milei había dicho que “yo no haría negocios con China porque no vendo mi moral, ni hago pactos con comunistas”, una vez sentado en el sillón de Rivadavia el mandatario dio una vuelta de 180 grados y, tras reunirse cerca de media hora, subió a todas sus redes sociales una foto estrechándose la mano con el presidente chino. Luego del encuentro con Xi, que tuvo lugar en el hotel Sheraton ubicado cerca de la playa de Leblon, tenía planificado un encuentro con la titular del FMI, Kristalina Georgieva –por primera vez desde que ganó Trump–, pero como se demoró la reunión con Xi Jinping y tuvo que viajar varios minutos hasta llegar al Museo MAM, donde se desarrollaba la cumbre, llegó tarde y se reunió con el primer ministro indio, Narendra Modi. Según dijeron desde la comitiva, desde la Argentina están interesados en las reformas que hizo el primer ministro indio “tenemos mucho para hacer con ellos”, resumieron.
Más tarde, Milei se sacó una foto protocolar con Georgieva y la reunión con la titular del FMI la llevó adelante Caputo y el equipo económico. Por ese mismo motivo explicaron desde el gobierno, Milei tampoco participó de la segunda foto de familia del G20 en Río, en la que sí estuvo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
“China expresó su interés en incrementar el comercio con la República Argentina, mientras que Argentina manifestó su vocación de diversificar y aumentar su oferta de exportaciones al mercado chino”, dijo el vocero Manuel Adorni tras la reunión con el gobierno de China y agregó: “Ambas naciones acordaron seguir trabajando en el fortalecimiento de sus lazos comerciales y en el desarrollo de proyectos conjuntos que beneficien a ambas economías. Durante la sesión se reafirmaron los vínculos y acuerdos comerciales y financieros vigentes, así como la vocación de seguir explorando nuevas oportunidades para ampliar y mejorar todo lo que involucra el fortalecimiento de la relación bilateral”.
Los que conocen las costumbres diplomáticas chinas consideran que ahora la Argentina deberá reactivar herramientas existentes como el Estatus de Asociación Estratégica Integral que, sostienen, implica poner en marcha espacios denominados como Diálogo Político, el Diálogo Económico Comercial y el Diálogo Estratégico para la Coordinación y Cooperación Economica. Todo esto implica, afirman los expertos, “mucho trabajo estatal”.
La ciudad de Río de Janeiro estuvo durante los dos días que duró la cumbre del G20 sitiada por un enorme operativo de seguridad. La típica Avenida Atlántica, que bordea la playa de Copacabana y por la que pasan cientos de turistas y cariocas que quieren disfrutar del mar, estaba completamente vallada y por allí solo circulaban con sirenas los autos negros que formaban parte de las disitinas las cápsulas que transportaban a las comitivas presidenciales.
Milei llegó a Río el domingo a la tarde y junto a su hermana, Karina, se ubicó en el hotel Othon, frente al mar en Copacabana. La comitiva la completaron el flamante canciller, Gerardo Werthein, el sherpa Federico Pinedo, el ministro de Economía, Luis Caputo –que viajó acompañado de los viceministros de Economía, José Luis Daza y Daniel González y de los Secretarios de Finanzas Pablo Quirno, y de Coordinación de Producción Juan Pazo–, el ministro de Defensa, Luis Petri, el de Desregulación, Federico Sturzzenegger, el secretario de Interior, Lisandro Catalán, el vicejefe de gabinete, José Rolandi, el Presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y el vocero Manuel Adorni.
En la reunión con Xi estuvo Petri, que en abril había trascendió que quería realizar una inspección y revisar los contratos de las bases chinas que hay en Neuquén y también Catalán, secretario de Interior, por las represas chinas que hay en la provincia de Santa Cruz. Según el oficialismo, las “discrepancias” quedaron atrás y los hechos lo demostraron. “China está dispuesta a seguir desarrollando el vínculo y a contribuir en la estabilidad económica y financiera”, subrayaron y aclararon que eso puede ser renovando el swap o mediante otros métodos de financiamiento.
En una larga mesa que montaron en el centro de convenciones del hotel Sheraton, toda la comitiva argentina se sentó frente a Xi Jinping y sus funcionarios. La foto tuvo lugar cuatro días después de que Milei formó parte de la exclusiva reunión de la CPAC en Mar a Lago con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
En materia internacional Milei quiere mostrar que es un personaje “disrruptivo” y quiere llamar la atención con posturas estridentes: la semana pasada, por ejemplo, la Argentina dio la nota con tres escándalos internacionales: fue el único país de la ONU que votó en contra de una resolución para eliminar y prevenir la violencia contra las mujeres; fue el único país que voto en contra de una Resolución de la ONU a favor de los derechos indígenas y retiró a su delegación de la cumbre climática COP29, que discute la implementación del acuerdo de París. Pero, más allá de eso, los límites de esa actuación quedaron en claro después de esta gira. Desde su entorno justificaron su postura avalando el documento que propuso el presidente de Brasil al decir que: “Hay que hacer todo lo que es bueno para la Argentina, sin renunciar a los principios. En el G20 quedó demostrado que tuvo una actitud de jefe de Estado y una mirada multilateral”.
“Son dos países que tienen una profunda relación, pensar diferente no es un pecado. Hay que trabajar con el país más allá de las diferencias ideológicas. Una cosa son las apreciaciones personales y otra lo bilateral y las cuestiones de estado”, dijeron desde el gobierno tratando de dar un giro en la política exterior y buscando morigerar las agresiones que Milei hizo durante la campaña y sus primeros meses de gestión tanto a China como a Brasil. En esa línea, el canciller argentino también aclaró que la Argentina no va a abandonar el Acuerdo de París, y confirmó que el 20 de enero el presidente viajará a la cumbre de Davos.
Antes de partir a Florida, donde dio un discurso encendido a favor de Trump y se sacó fotos con Elon Musk, Milei había dicho en una entrevista que había que avanzar en las negociaciones de acuerdos comerciales tanto con China como con Estados Unidos ubicándolos en la misma posición. Es decir, abonando a una política de multilateralismo distinta a la que siempre vociferó. Sobre la pregunta acerca de si Trump verá con buenos ojos este acercamiento de la Argentina al gobierno chino, desde la comitiva de argentina aseguraron en este diario que “reunirse con nuestro segundo cliente –por China, es de lo más normal”, que “Estados Unidos no puede enojarse por eso”, y expresaron que durante la cumbre en Mar a Lago no hubo un encuentro a solas entre Milei y el flamante presidente de los Estados Unidos.