Con la victoria contra Perú está claro que los números de la Selección cierran por donde se los mire. En el 2024 entre amistosos y oficiales jugó 16 partidos, ganó 12 empató 2 y perdió 2. Superó dos veces a Chile, dos veces a Canadá, dos veces a Perú, una a Bolivia, Colombia, Guatemala, Ecuador, Costa Rica y El Salvador; empató con Ecuador (amistoso) y Venezuela (un partido de “waterfútbol”) y perdió con Colombia y Paraguay, ambos de visitante, por las Eliminatorias.
Ganó los amistosos que disputó, logró la Copa América y está en el primer lugar en el torneo clasificatorio para el 2026. En teoría, no se puede pedir más. Pero una cosa es lo que dicen los números y otra lo que expresan las sensaciones.
La derrota contra Paraguay había dejado un gustito muy amargo. Fue aquella una actuación individual y colectivamente muy floja y a Scaloni se lo vio en la conferencia de prensa posterior al partido fastidioso, como embroncado con la producción de sus muchachos, aunque no lo dijera abiertamente. El técnico debe haber soplado muchísimo los infladores anímicos en estos últimos días para terminar el año futbolístico de la mejor manera contra los peruanos.
Este partido abría la posibilidad de lavar la pálida imagen y teniendo el cuenta el nivel bajísimo del rival, se podía proyectar una actuación de las que deslumbran. A mitad de camino entre una cosa y la otra, Argentina ganó bien, cómodamente, controló el juego en todo momento, pudo lograr una diferencia mayor (hubo un tiro de Julián Álvarez en el palo entre otras llegadas) pero dejó a la gente con ganas de más jugadas como la que definió el partido (gran pase de Messi, espectacular tijera de Lautaro Martínez).
Una vez más Messi fue el mejor del equipo y resultó decisivo en el magistral pase del gol. Eso sí, se volvió a abrir el interrogante de lo que puede pasar con este equipo cuando el crack cuelgue los botines.
Hubo actuaciones desparejas y una muy particular, la de Dibu Martínez que casi no tocó la pelota porque las únicas llegadas del rival fueron dos remates que se fueron muy por arriba. Ese es otro dato que certifica las grandes diferencias de jerarquía.
Los números dicen que está todo bien, pero este equipo acostumbró a la gente a la idea de que frente a rivales como Perú se gana, se golea y se transmite la idea de equipazo.