Con raíces en la tradición armenia y un espíritu cálido y barrial, Naní combina recetas heredadas, porciones generosas y el toque personal de la cocinera Natalia Demirdjian en un restaurante que ya se ganó su lugar en el barrio.

En una zona tranquila de Villa Crespo late un pedacito de Armenia. Naní es el restaurante de Natalia Demirdjian, un espacio donde los sabores de su familia se traducen en platos abundantes, caseros y llenos de historia. Con un salón amplio y luminoso que mezcla lo industrial con lo afectivo, donde los ladrillos a la vista y el hierro se combinan con cuadros alusivos y fotos familiares, el lugar logra un clima cálido y cercano, como si se entrara al comedor de la propia Natalia.
La propuesta gastronómica rescata recetas típicas de distintas regiones de la Armenia histórica y actual, con toques personales que hacen de cada plato una experiencia distinta. En la carta conviven las picadas del clásico medzé, entradas calientes y principales que viajan entre kebabs, pilavs y guisos reconfortantes, todo elaborado a diario.
“Siempre quise tener un restaurante. En octubre de 2015, decidí dedicarme a la cocina de manera profesional y empecé mi primer proyecto de comidas a domicilio desde mi casa en Villa Urquiza. Cuatro años después, abrí Almacén Naní en Villa Crespo, donde vendía productos y platos para llevar; estuve allí hasta enero de 2021. En junio de ese mismo año, cumplí el deseo del restaurante propio con Naní Cocina Armenia”, recuerda Natalia.
Entre los imperdibles se encuentran el hummus con pan pita, las berenjenas yerevan (rellenas de crema de yogur, nueces y granadas), el michugov kofte (bocado de carne, trigo y especias), los sarma envueltos en hojas de parra o repollo y el infaltable mante, una pasta rellena de carne servida en caldo de osobuco con yogur y manteca especiada. El kebab con arroz pilav para compartir es otra de las estrellas, junto con los clásicos falafels, borek de queso y lehmeyun, siempre elaborados en el día con materias primas de excelente calidad.
En los meses fríos, Naní suma la sección “Naní a la olla” con platos de cuchara bien reconfortantes: el herisé -una suerte de locro armenio a base de trigo y carne vacuna- y el madzunof kofte -una sopa de yogur y menta con pollo y albóndigas de trigo- son dos de las sugerencias.
La dulcería también tiene un rol protagónico. No falta el baklava en distintas versiones (de nueces o pistachos), el shamali de sémola con almendras y el crujiente gadaif con masa hilada, canela y almíbar. Un final que resume a la perfección el espíritu goloso y hospitalario de la tradición armenia.
Con un menú ejecutivo al mediodía y la posibilidad de llevar preparaciones listas desde su pequeño almacén, Naní se convierte en un punto de encuentro donde la cocina familiar se abre camino en clave porteña. Un homenaje vivo a las mujeres que transmitieron recetas y sabores, hoy recreados en un rincón que ya es parte del mapa gastronómico de Buenos Aires.
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Ambito