El exministro de Comunicaciones de Brasil y actual diputado del Partido de los Trabajadores, Paulo Pimenta, será una de las figuras internacionales presentes en la movilización en apoyo a Cristina Fernández de Kirchner. Antes de embarcar rumbo a Buenos Aires, dialogó con Página/12 sobre los paralelismos entre los procesos de persecución política que atravesaron líderes de Brasil, Argentina y Ecuador, y subrayó el rol clave de la movilización popular para revertir fallos judiciales como el que hoy proscribe a la expresidenta. También remarcó la necesidad de una coordinación internacional frente al avance del lawfare en América Latina. “Si los líderes políticos no se rinden, la persecución termina convirtiéndose en un elemento de movilización social y de toma de conciencia sobre la injusticia”, sostuvo con optimismo, minutos antes de subir al avión.
—¿Qué lectura tiene de lo que está pasando en Argentina con la ratificación de la condena a Cristina Kirchner por parte de la Corte Suprema de Justicia?
—Es un proceso muy similar al que vivimos en Brasil. La persecución a líderes políticos populares, basado en una teoría jurídica que busca responsabilizar a esos líderes sin que existan pruebas directas u objetivas que demuestren su implicación en irregularidades o delitos. En Brasil, eso se llamó la teoría del dominio del hecho. Además, hubo un protagonismo excesivo del Poder Judicial y de sectores del Ministerio Público que, en nuestro país, llevó a la prisión del presidente Lula. Parecía imposible que lográramos revertir la situación, pero lo hicimos. El desenmascaramiento de la Operación Lava Jato fue un hecho. Y Lula volvió a ser presidente. Eso demuestra que con movilización, lucha y capacidad de articulación política, es posible imaginar otro escenario para el futuro de Argentina.
—¿Qué similitudes encuentra entre la persecución política que sufrió Lula en Brasil con la de la expresidenta argentina?
—La Operación Lava Jato fue un proyecto que no fue solo para Brasil. También ocurrió en Argentina, de forma similar en Ecuador y en otros países. Se trata de una nueva forma de disputa hegemónica de proyectos neoliberales que ven a América Latina y América del Sur como un espacio estratégico para la expansión de su poder. Durante las décadas del 50 y 60, el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, vimos surgir líderes como Perón o Getúlio Vargas, nacionalistas que fortalecieron empresas nacionales, eso no pasó en un solo país, fueron varios en América del Sur. Cuando llegaron las dictaduras militares en los años 60, tampoco ocurrieron en un solo país: se instalaron en Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay. La recuperación de los movimientos progresistas en los años 2000 tampoco fue un fenómeno aislado. América del Sur, América Latina en general, estuvo fuertemente gobernada por ideas de centroizquierda, por propuestas progresistas. El proceso de la Lava Jato —que tuvo distintos nombres en distintos países— es muy similar en todos ellos. Por eso, lo que hoy está ocurriendo en Argentina se parece mucho a lo que ocurrió en Brasil.
—¿Cree que la movilización popular puede ayudar a revertir este escenario?
—No tengo ninguna duda. Muy pocas personas imaginaban que en Brasil pudiera suceder lo que finalmente sucedió. Y eso se debió, básicamente, a dos cuestiones. Primero, a la determinación del presidente Lula de no ceder, de no aceptar ningún tipo de acuerdo. .Si los líderes políticos no se rinden, la persecución termina convirtiéndose en un elemento de movilización social y de toma de conciencia sobre la injusticia. En segundo lugar, la capacidad de articular esa movilización con denuncias internacionales es, sin duda, el camino que debemos recorrer para que así como logramos revertir la situación en Brasil podamos revertir también la situación de Cristina Kirchner.
—Va a participar de la marcha a Plaza de Mayo ¿Qué rol le han asignado a la cooperación internacional durante la detención del presidente Lula?
—Estamos profundamente agradecidos por el apoyo que recibimos del pueblo argentino. Yo mismo estuve en dos oportunidades participando de eventos en Argentina durante el período en que Lula estaba preso. Cada manifestación, cada gesto de una dirigencia argentina fue para nosotros una fuente de inspiración, una forma de motivación, una certeza de que no estábamos solos. Por eso estoy hoy en Argentina: para representar a los millones de afiliados y afiliadas del Partido de los Trabajadores, a quienes simpatizan con nuestro proyecto, y que están profundamente agradecidos. La reciprocidad es un valor muy importante para todos los que luchan. Quiero participar de esta marcha, pero más aún: quiero ser parte de esta lucha que, sin duda, más tarde que temprano terminará con Cristina Libre. Ese es nuestro objetivo y por eso vamos a seguir trabajando.