¿Por qué recomiendan no meterse al agua con lentes de contacto?


12 de agosto 2025 – 12:32

Nadar con lentes de contacto puede causar infecciones oculares graves. Un experto explica por qué evitarlo y cómo cuidar tus ojos.

En los meses de calor, los ojos están más expuestos a agentes irritantes como el cloro, la arena, el viento o el agua de mar. La combinación de estos factores con el uso de lentes de contacto puede favorecer la aparición de problemas oculares que, en algunos casos, llegan a ser graves. Proteger la salud visual en esta época es clave para evitar complicaciones.

Entre las recomendaciones para un día de playa o piscina, se destaca el uso de antiparras para impedir el contacto directo del ojo con el agua, así como los lentes de sol homologados para protegerse de la radiación ultravioleta, el viento y las partículas en suspensión. Tras el baño, es aconsejable ducharse o, al menos, enjuagar la cara con agua limpia para eliminar restos que puedan irritar.

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El oftalmólogo y cofundador de Clínica Baviera, Fernando Llovet, advierte: “El verano es un momento delicado para los ojos. Se exponen a más agentes irritantes y, además, tendemos a relajar ciertos hábitos de higiene ocular que en esta época son clave”. Por eso, recomienda usar suero fisiológico o lágrimas artificiales al final del día para limpiar e hidratar la superficie ocular.

En cuanto al uso de lentes de contacto, Llovet recomienda retirarlas antes de bañarse, ya que pueden actuar como reservorio de virus, bacterias y otros patógenos. Para quienes no pueden prescindir de ellas, sugiere llevar siempre un estuche con líquido para guardarlas o limpiarlas en caso de necesidad. Además, insiste en la importancia de no compartir toallas ni cosméticos que entren en contacto con los ojos, y de evitar frotarlos, especialmente con las manos mojadas o sucias.

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Señales y causas de infecciones comunes

Desde Clínica Baviera señalan que la conjuntivitis es la patología ocular más habitual en verano, con síntomas como enrojecimiento, picazón, escozor y lagrimeo constante. El cloro de las piscinas, el polvo, la arena de la playa, el uso prolongado de lentillas y el aumento de la actividad al aire libre son factores que incrementan el riesgo, especialmente en niños.

Existen tres tipos principales:

  • Irritativas: causadas por agentes externos como el cloro o el polvo, suelen mejorar al eliminar el contacto con el irritante.

  • Víricas: muy contagiosas, frecuentes en entornos familiares o recreativos.

  • Bacterianas: provocadas por contacto con aguas contaminadas, que suelen requerir colirios antibióticos.

Mantener una buena higiene ocular es clave para prevenir complicaciones. Llovet advierte: “El principal error es restar importancia a los síntomas o automedicarse sin un diagnóstico médico adecuado. Por eso es recomendable que, si los síntomas persisten o se agravan, se acuda al oftalmólogo para que realice una valoración y exploración completa del ojo”. Con cuidados sencillos y atención a las señales de alerta, es posible disfrutar del verano minimizando riesgos para la salud visual.


Fuente: Ambito