El campo argentino cerró julio con más de u$s3.800 millones ingresados por exportaciones, una cifra que no se registraba desde hace al menos cuatro años para ese mes. El fuerte ingreso fue consecuencia directa de la rebaja temporal de retenciones, vigente hasta el 30 de junio, que motivó una aceleración en las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) y, por lo tanto, un mayor flujo de divisas al sistema.
Esa rebaja fue luego transformada en permanente por el presidente Javier Milei durante la Exposición Rural de Palermo, una decisión que no solo impactó en el corto plazo, sino que comenzó a reconfigurar las estrategias comerciales del agro para el segundo semestre.
Pero el entusiasmo del récord empieza a darle paso a una nueva pregunta: ¿qué puede pasar ahora con la producción y exportación de granos? Y la respuesta, para muchos analistas, depende en gran medida de la evolución del tipo de cambio.
En primer término, vale aclarar que la decisión del Gobierno de mantener bajas las retenciones cambió el panorama de corto plazo, especialmente para quienes deben vender granos y para quienes están tomando decisiones con miras a la próxima campaña que comienza cerca de la primavera. Hoy, la soja tributa un 26% y el maíz un 9,5%, lo que mejora notablemente el precio neto para el productor. Pero la pregunta que subyace en realidad es si efectivamente esto será suficiente para darle cierta continuidad al ritmo exportador observado en julio.
Según Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y del Centro de Exportadores de Cereales (CEC), “el ingreso de julio fue excepcional por el efecto de las DJVE registradas antes del 30 de junio. Pero no podemos anticipar si ese ritmo seguirá. Todo dependerá del precio y del tipo de cambio”.
Este último factor —el dólar— emprendió una tendencia alcista en el mes de julio y si bien tiene sus “daños colaterales” en la economía, para el sector agropecuario podría ser otro incentivo para avanzar en la comercialización de los granos.
Un semestre lleno de decisiones financieras y agronómicas
El productor argentino no actúa únicamente por necesidad productiva, sino también por cálculo financiero. Decide vender cuando lo considera rentable y además aprendió a tomar las decisiones desde ese lugar porque durante los últimos años del kircherismo debió adaptarse a las mil y una formas de venta, entre las que se destacan cada una de las versiones de los denominados “dólar – soja”. Pero mas allá de esto, es indiscutible que hoy por hoy -en un contexto macro mucho mas predecible- el precio internacional de los granos y el valor del dólar local son las dos variables clave para definir qué hacer con los granos.
En este contexto, lo que se proyecta para el segundo semestre es un flujo más calmo pero estratégico. Las DJVE, que dominaron junio y julio, ya no marcarán la pauta. Agosto será un mes muy complejo para las arcas del BCRA en cuanto al ingreso de dólares y para lo que resta del año los productores volverán a decidir según el precio, el dólar, las necesidades de capital y el contexto político.
Con las retenciones estables, es cierto que el productor no tiene urgencia para vender, por lo tanto el flujo de ventas será “normal”, es decir que cada uno comercializará cuando lo necesite y eso podría ser recién cuando defina qué insumos necesitará para encarar la próxima siembra. O por supuesto, cuando el precio suba y le cierre el negocio.
En estas condiciones -sabiendo cuál es el contexto y cuáles las reglas de juego- es probable que no existan meses con picos de ingresos de dólares y que los números se acerquen a los indicadores de ventas históricas y habituales para este momento del año, que mayormente se ubican levemente por encima de los US$2000 millones.
Así las cosas, el calendario agrícola marca que el maíz podría reactivarse entre septiembre y febrero, mientras que la soja volvería a dinamizarse a partir de octubre. Como señalamos anteriormente, las condiciones de mercado —precios FOB, dólar, clima y costos de implantación— serán determinantes.
Todos en el sector coinciden en que la campaña agrícola entra en una nueva etapa. Sin la presión de vender rápido, pero con muchas variables en juego. El productor vuelve a ser un estratega y ya no vende solo porque cosecha, sino que lo hace cuando vale la pena, por el motivo que fuere.
El agro ya aportó divisas récord en julio. Ahora, el gran interrogante es si el tipo de cambio permitirá que esa performance se sostenga, o si vuelve la especulación, pero es altamente probable que este segundo semestre será menos vertiginoso aunque más complejo para la toma de decisiones.
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Ambito