Qué significa morderse las uñas según la psicología y cómo dejar de hacerlo


17 de agosto 2025 – 15:00

Este gesto común puede revelar más de lo que parece y estar ligado a emociones profundas que necesitan de distintos métodos para dejarlo.

Morderse las uñas es mucho más que un simple hábito estético. Detrás de este gesto repetitivo pueden esconderse necesidades emocionales, mecanismos de alivio y hasta patrones aprendidos que el cerebro repite casi sin darnos cuenta.

Si bien muchas personas lo asumen como un acto inofensivo, la psicología lo vincula con formas de autorregulación emocional que, si no se controlan, pueden transformarse en una costumbre difícil de abandonar.

Morderse las uñas

¿Qué significa morderse las uñas?

Según diversos especialistas, este comportamiento puede ser una respuesta inconsciente a emociones como ansiedad, inseguridad, aburrimiento, impaciencia o incluso enojo contenido. El acto de morderse las uñas funciona como una vía para liberar tensión y recuperar una sensación de control cuando el entorno parece caótico o demasiado monótono.

A nivel psicológico, el cerebro asocia momentos de nerviosismo o incomodidad con este gesto, reforzando la conducta cada vez que surge una situación similar. Con el tiempo, se convierte en un patrón automático difícil de cortar sin estrategias claras.

¿Quiénes son más propensos a hacerlo?

Si bien cualquier persona puede desarrollar esta costumbre, niños y adolescentes son los grupos en los que aparece con más frecuencia. En su caso, suele estar relacionada con el proceso de aprendizaje para regular emociones.

En adultos, el hábito puede mantenerse desde la infancia o reaparecer en etapas de alto estrés laboral, cambios importantes en la vida o conflictos emocionales. La predisposición aumenta si existen antecedentes de ansiedad, impulsividad o estrés prolongado.

¿Por qué produce alivio?

Desde la neurociencia, se explica que morderse las uñas activa circuitos cerebrales vinculados con el placer y la disminución de la tensión. El movimiento repetitivo y predecible nos da una sensación momentánea de control y estabilidad.

Sin embargo, este alivio es breve y suele ir acompañado de culpa o frustración al notar el daño físico en las uñas y la piel. Por eso, los especialistas recomiendan reemplazar la acción por conductas más saludables que cumplan la misma función reguladora.

Técnicas para dejar de hacerlo

Entre las estrategias más efectivas, se destacan:

  • Identificar los momentos y emociones que disparan el impulso.
  • Plantear metas alcanzables, como reducir la frecuencia o mantener intacta una uña como primer objetivo.
  • Usar barreras físicas (esmaltes amargos, guantes, uñas postizas) para interrumpir el gesto.
  • Mantener las manos ocupadas con objetos como pelotas antiestrés.
  • Practicar técnicas de relajación para cortar el automatismo y bajar la ansiedad.


Fuente: Ambito

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