El partido adeudado de la fecha 24 de la Liga Profesional, significaba para River sumar los puntos que necesitaba para asegurarse un lugar en la Copa Libertadores del año próximo. Del otro lado estaba San Lorenzo, que está terminando una temporada para el olvido, y con problemas institucionales que interfirieron la tranquilidad del plantel.
Si bien todavía continuaba con chances matemáticas de igualar a Vélez, las aspiraciones pasaban por igualar el primer puesto y jugar una hipotética final con el conjunto de Liniers, en el caso que se dieran los resultados necesarios. El plan de River está enfocado en el futuro, según describió el técnico Gallardo, para definir a los futbolistas con los que contará en 2025.
En ese aspecto, algunos nombres se están jugando su continuidad en estos últimos encuentros. Uno de ellos es Manuel Lanzini, que comenzó como titular ante los de Boedo. El volante fue bajando su nivel en los últimos meses, y en este partido tampoco pudo exhibir capacidad creativa en ofensiva, y por lo tanto lo sufrieron sus compañeros Solari y Colidio.
Las llegadas del local fueron a través de un remate de Meza de media distancia, en el que el arquero Gómez reaccionó muy bien. San Lorenzo también estuvo cerca de convertir a través de Cuello, pero Armani ganó el duelo personal.
Lanzini tuvo una ocasión para festejar en el comienzo del segundo tiempo, cuando se encontraba en la puerta del área chica, y su remate de zurda se fue desviado. El volante no hizo los méritos suficientes en este compromiso, como para que el entrenador le permita continuar en el club.
San Lorenzo no logró prevalecer en ningún momento, y quedó claro el motivo por el que se encuentra en el 22 lugar de la tabla de posiciones. El español Muniain es apenas el que aporta algo de inteligencia, en un equipo que escasean los nombres de jerarquía. Los inconvenientes afuera de la cancha -los jugadores reclaman sueldos atrasados- tuvieron su desenlace adentro.
El problema se agravó cuando Meza convirtió un gol a los 13 minutos del segundo tiempo, con una gran definición ubicando la pelota cerca del ángulo izquierdo de Gómez. Cuando parecía que no podía revertir la situación, el árbitro cobró penal por una mano de González Pirez, quien estaba de espalda a la pelota cuando la tocó.
Muniain empató con un rito bajo, y River sintió el impacto anímico, debido a que se desordenó a partir de ese momento. La gente también se molestó por lo que veía, y se escucharon algunos murmullos cuando los jugadores no tenían precisión en la entrega de la pelota. Inclusive, los cantos fueron exigiendo más esfuerzo para poder ganar. Sin embargo, el triunfo no llegó y se esfumaron las pequeñas chances de llegar al título.
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