Otros títulos que se verán desde hoy son la comedia “La máquina, el delfín y un enano de jardín” (saltó a la sala principal del Gaumont tras su estreno limitado) y el documental “El amo del jardín”.

“El éxito hasta se puede mendigar. Pero la gloria solo se conquista”, decía el maestro Atahualpa Yupanqui. En este agosto que va terminando, Guillermo Francella conquistó definitivamente la gloria, y los autores de “Homo Argentum” lograron el éxito, sin mendigarlo, por supuesto, pero, sinceramente, han hecho cosas mejores.
En otro aspecto, con otras proporciones y otro espíritu, una película de bajo costo, casi amateur, está palpitando la sencilla gloria del éxito que justifica sus esfuerzos: la comedia de Tomás Larrinaga “La máquina, el delfín y un enano de jardín”, que se estrenó en la Sala 3 del Gaumont, a los pocos días pasó a la Sala 1 y ahora ya está firme en su tercera semana de exhibición, prácticamente sin haber hecho la menor difusión previa, solo con el atractivo del título y el “boca a boca”, es decir, el comentario favorable de los espectadores, que es la mejor publicidad. Larrinaga también ha hecho otras cosas, pero ésta es, al fin, la de mayor éxito.
También en el Gaumont, para otros públicos o para otros estados de ánimo, aparece “El amo del jardín”, buen documental de Fernando Krapp sobre el anciano paisajista Yasuo Inamata, con rodaje en Escobar, 25 de Mayo, Tokio y Kamaishi. Vuelve “Gatillero”, de Cris Tapia, notable desafío de acción y cámara en la noche del conurbano. Y siguen, entre otros títulos, la amable comedia de Jeremías Magnaghi Rudy “El cinturón de Olivia” (una chica nerd obligada a condescender con sus amistades), el drama sentimental de Florencia Nizzo “Historias de papel” (cinco historias con buen elenco y trabajo póstumo de Hugo Arana), y una mezcla de acción y terror, “Misión Delta”, de Joaquin Ramírez y Nahuel Bande (un grupo de elite al rescate de una chica donde pasan cosas raras), que conviene no confundir con la “Misión Delta” de Chuck Norris.
Pero la mayor novedad nacional de esta semana, y con estreno en varias salas, es “Adiós, Madrid”, de Diego Corsini, con Luciano Cáceres como un hijo obligado a reencontrarse con el padre que lo abandonó cuando era niño. Ahora el padre está agonizando y el hijo es el único legalmente autorizado para decidir su final. Ahí es donde (dicen que nunca es tarde) va surgiendo otra visión de las cosas, torpemente, a través de otras personas, la noche, la borrachera y la resaca, cuando empiezan las confesiones y los cambios de ánimo. Buena labor de Cáceres, apuntalado por Javier Gordino, un piano de suaves apuntes, una frase del Dante y un libro de Marechal.
“Catálogo para una familia”, de Iair Michel Attias, habla de otra clase de reencuentro. Un nieto que perdió a su abuelo cuando apenas pasaba el primer año de vida, ya grande se puso a recuperar no solo los recuerdos familiares, sino también la obra del abuelo, el escultor Jorge Michel, obra desperdigada entre coleccionistas, museos y depósitos de muchas partes, incluyendo el Met de Nueva York. Modelo de esfuerzo, aprecio y cariño, este documental puede verse, gratis, en la Sala Williams del Centro Cultural Borges, hasta el domingo.
Otros dos títulos del cine alternativo. Uno, “Todo documento de civilización”, de Tatiana Mazú González, parte de una frase de Walter Benjamin para plantear con otra mirada y un estilo experimental, el asesinato del adolescente Luciano Arruga a manos de la bonaerense. La frase completa dice “Todo documento de civilización es, a la vez, documento de barbarie”, Para interesados en aquel suceso, cabe recordar “¿Quién mató a mi hermano?” (Ana Fraile y Lucas Scavino) y, parcialmente, “El Rati Horror Show” (Enrique Piñeyro).
El otro título a tener en cuenta va desde el lunes en el Centro Cultural de la Cooperación: “Empresa Nacional de Alimentos, una respuesta soberana”, de Juan Pablo Lepore (“La vuelta al campo”, “La jugada del peón”, y otros), esta vez acompañando a Rafael Klejzer por diversos campos y puertos del país, en consulta con sucesivos economistas y productores, para ver si es posible un organismo estatal de control de precios y asistencia real a productores y consumidores. La consulta se extiende hasta Bolivia y Brasil, y recala en La Rioja, donde ya funciona eficazmente una empresa del gobierno provincial con esas aspiraciones.
Fuente: Ambito