Brenda Uliarte, la joven que está acusada como coautora del intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner, será sometida a una nueva pericia médica, psiquiátrica y psicológica que le hará el Cuerpo Médico Forense para determinar “si actualmente registra una incapacidad mental que impida” que la sigan juzgando. Así lo dispuso el Tribunal Oral Federal 6 (TOF6) a raíz de un pedido que hizo el defensor de la mujer, Alejandro Cipolla, quien hace tiempo intenta que la declaren inimputable, pero no lo ha logrado. Esta vez el puntapié fue el episodio ocurrido dos semanas atrás, cuando Uliarte se zafó de la custodia del Servicio Penitenciario, insultó al abogado de Gabriel Carrizo –otro de los imputados– y se abalanzó sobre él con el objetivo de golpearlo. En la evaluación podrán participar también peritos de su defensa, de la querella y la fiscalía.
“¡Viejo de mierda, me querés hacer condenar a perpetua!”, le gritó Uliarte al abogado Gastón Marano cuando acababa de terminar la audiencia del 13 de octubre. Un rato antes se había debatido el agravante de violencia de género planteado por la fiscala Gabriela Baigún. Marano no dijo nada que pudiera complicar a la chica, casi lo contrario, ya que planteó que es algo que Código Penal prevé para varones (no mujeres, dijo) que ejercen violencia de género. Pero ella, al parecer, lo malinterpretó.
El miércoles pasado el tribunal leyó una resolución que incluía un punto donde le advertían a la imputada que no admitirá “nuevos disturbios o perturbaciones al orden”, que podrían expulsarla de la sala e incluso hacerle una denuncia penal. El defensor igual insistió con el pedido de un nuevo estudio amplio ante lo que considera una posible “incapacidad” surgida durante el proceso, algo previsto en las normas procesales. Los jueces Sabrina Namer, Ignacio Fornari y Adrián Grünberg lo admitieron. Hasta ahora, y antes del inicio de la audiencias, al TOF6 le habían parecido suficientes los informes previos –lo que incluye uno interdisciplinario– que daban cuenta de que Uliarte tenía conciencia de sus actos y estaba en condiciones de ser juzgada.
Escenas excéntricas
En lo que va del juicio Uliarte protagonizó varias situaciones excéntricas, aunque su abogado sostiene que el problema es que no estaría en sus cabales. Cipolla se anticipaba a deslizar esto en una entrevista radial el 3 de julio último, cuando a ella le tocaba prestar declaración indagatoria y él dijo que no estaba seguro si declararía porque podría estar “empastillada”, ya que recibe ansiolíticos y antidepresivos como tratamiento habitual en el penal de Ezeiza.
Cuando comenzó a declarar hablaba bajito, casi nadie la escuchaba ni se le entendía bien. Ante las primeras preguntas de rigor respondió que tiene 24 años, es “soltero” y “argentino” (sic). Le preguntaron donde había nacido y tras un silencio dijo “San Miguel Arcángel” (vivía en San Miguel), que era quiosquera antes de ser detenida, que no terminó el secundario y que cursó materias del Ciclo Básico Común. Antes de ir presa, relató, vivía con “un convicto… un manipulador”. Aludía a Fernando Sabag Montiel, el hombre que intentó dispararle a la expresidenta y con quien había planificado el intento de asesinato en el mes previo, cuando convivieron cerca de un mes.
En aquella jornada, la jueza Namer le consultó si tenía claro que lo que decía era importante para el juicio y que incluso podía mejorar su situación. Dijo que entendía que se la acusaba de ser “partícipe y encubridora”. “No soy”, agregó. Cuando Baigún le preguntó si ratificaba lo que había presentado en un escrito, en la etapa de instrucción donde decía que Sabag Montiel tenía relación con la organización violenta Revolución Federal (que alentaba matar a CFK) y con alguien del entorno del diputado del PRO Gerardo Milman (sobre quien hay una pista investigativa abierta), se inquietó. Enseguida se excusó con que no se sentía en condiciones de responder y pretendía que anularan su declaración. “No más preguntas”, soprendió.
Ese mismo día la examinaron y quienes la habían evaluado al llegar a la alcaidía de tribunales afirmaron en un informe médico que estaba “orientada en tiempo, espacio y persona” y que en Comodoro Py no había tomado ninguna medicación adicional. El abogado Cipolla intentó que la declararan inimputable, pero el tribunal le dijo que no.
En otra oportunidad en que estaba presenciando la audiencia en forma remota, a Uliarte le llamaron la atención porque no paraba de reírse y hacer gestos burlones mientras declaraba Diego Bermúdez, secretario de CFK. Parecía que cantaba y hablaba. La querella de la expresidenta advirtió que tenía un comportamiento “impropio” y lo mismo hizo la presidenta del tribunal, que tuvo que interrumpir la audiencia. Baigún dijo que estaba segura de que era una “maniobra de simulación”.
Informes previos
El Cuerpo Médico Forense evaluó a Uliarte en sus primeros días en prisión. El informe decía que había colaborado, que no tenía antecedentes de haber recibido medicación psiquiátrica con anterioridad, que estaba “vigil y lúcida”, “orientada”, con “noción de los hechos que se le imputan”, no manifestaba problemas de memoria y contó su historia personal, entre otras cosas. Según las conclusiones “no presenta síntomas ni alteraciones psicopatológicas que configuren un tipo de trastorno mental psicótico, orgánico ni déficit cognitivo (…) sus facultades mentales se encuentran conservadas…”.
En un reporte de esta año, de febrero, una psicóloga del Servicio Penitenciario Federal (SPF) decía que seguía orientada, aunque con el “pensamiento enlentecido” pero “estable”, sin “indicadores de riesgo para sí o para terceros”. En agosto, un parte psiquiátrico marcaba “pensamiento caracterizado por ideas manipulatorias y presentación con contenido de simulación”, más allá de que la describía orientada y sin ideas de muerte ni delirios. A raíz de situaciones de aparentes autolesiones y golpes, en septiembre hubo una nueva evaluación, pero la psicóloga que la entrevistó no encontró “ideación suicida” ni “riesgo cierto inminente”, la vio otra vez lúcida, y orientada. Otro informe del área de psiquiatría señalaba “pensamientos con ideas de grandeza y escenificación durante la entrevista”, pero sin ideas de muerte, delirios ni rasgos psicóticos. Ahora habrá que ver si, como busca el defensor Cipolla, el Cuerpo Médico dice que algo cambió o no.