El futuro de la Humanidad está en riesgo en Palestina y la comunidad internacional se halla ante el reto de decidir si juzgará a Benjamin Netanyahu y su ex ministro de Defensa Yoav Gallant, sobre quienes pesan órdenes de captura de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y contra la humanidad. A esta altura de los acontecimientos, luego de un cese del fuego no respetado y con decenas de miles de muertos palestinos y una población civil desplazada de su territorio con miras a una nueva ocupación ilegal, no existen dudas de que se está cometiendo un genocidio ante la mirada impávida de muchos y la complicidad de Estados Unidos y Europa, mientras la dirigencia política argentina, con excepción de la izquierda, se define entre el silencio y la directa complicidad, a la vez que países como Chile, Brasil y Colombia, entre otros, se solidarizan con las víctimas.
La dirigente y diputada del PO Vanina Biasi, por criticar a través de su cuenta X esos crímenes, fue denunciada por actos discriminatorios por el fiscal Carlos Stornelli -el mismo que imputó de sedición y terrorismo a los manifestantes contra la llamada ley Bases-, con el argumento de que criticar al sionismo es antisemitismo, y porque Biasi lo comparó con el nazismo.
El juez Daniel Rafecas acaba de procesarla, luego de aceptar las medidas solicitadas por la querellante DAIA y por el fiscal Eduardo Taiano. Pidió opinión al Centro Simón Wiesenthal (CSW), entre otros organismos, sobre si los comentarios de la legisladora fomentaban discriminación y escuchó testimonios de distintas personas, ofrecidos por la DAIA.
El CSW mencionó el derecho de Israel a defenderse de ataques haciendo referencia a los cometidos por Hamas el 7 de octubre de 2023, y que los “daños colaterales” no podían igualarse a la matanza intencional y planificada cometida por el nazismo. Pero los crímenes de unos no justifican las matanzas posteriores y los eufemismos utilizados no pueden ocultar los miles de muertos, sobre todo niños, como tampoco los ataques a los centros de refugiados de la ONU y a la ayuda humanitaria.
El CSW aludió al concepto de las 3 D para definir antisemitismo: demonización, al atribuir a Israel una naturaleza maligna, deslegitimación, al negarle el derecho a la existencia; doble stantard, al exigirle un comportamiento diferente que al resto de los países. En tal sentido, dice el CSW, Israel no hace más que defender su territorio y buscar la liberación de los secuestrados, como si atacar a la población civil, destruyendo su infraestructura, sus escuelas y hospitales significara un acto de defensa. Pero a Israel no se le pide un doble stantard, sino que cumpla con el derecho internacional y deje de violar los derechos humanos. Y son muchos los israelíes que no acuerdan con esos crímenes.
En el procesamiento se utilizó la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA por sus siglas en inglés), incorporada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina en 2020, sin carácter vinculante, que en lo sustancial sostiene que criticar al Estado de Israel es antisemitismo porque es la institución judía por antonomasia.
Biasi declaró que sus críticas a los crímenes del gobierno de Netanyahu contra el pueblo palestino de ningún modo implican desconocer o atacar a la comunidad judía o al pueblo israelí. Y si bien se puede no acordar con sus expresiones, de ninguna de ellas surge una intención discriminatoria. Así se expidió la Universidad de Tel Aviv al sostener que, más allá de disentir con esas opiniones, no implican de ningún modo una discriminación y que el sionismo es criticado, además, por diversas corrientes de opinión judías. En línea similar se pronunciaron otras voces que sostuvieron que no se puede equiparar el sionismo, que es un movimiento político, con el judaísmo, que es una religión, y mucho menos, equiparar a la religión con el Estado que ejerce el monopolio de la fuerza.
Organismos de DDHH se presentaron en el proceso y aludieron a la Declaración de Jerusalem, que se aparta de la definición de la IHRA: antisemitismo es la discriminación, el prejuicio, la hostilidad o la violencia contra las personas judías por el hecho de serlo. Da ejemplos como responsabilizar a la comunidad judía por lo que sucede en Palestina –cosa que jamás hizo Biasi- y agregó que apoyar la reivindicación palestina de justicia o criticar al sionismo no es antisemitismo.
Sin embargo, en el procesamiento se desoyeron esos últimos argumentos para acogerse en un todo a lo dispuesto por el IHRA: cuando se hace alusión al Estado de Israel o al movimiento sionista, indefectiblemente se lo vincula a la comunidad judía y cuando los hechos traspasan ciertos límites se incurre en actos discriminatorios. Es antisemita, se dijo, caracterizar al Estado de Israel (no simplemente a su gobierno o autoridades temporales), y al sionismo, como genocida y nazi, como ocupantes de un territorio y como autor de un apartheid. A su vez, emplear los términos ocupante/ocupado significa cuestionar el derecho del pueblo judío a reivindicar legítimos vínculos con su patria ancestral, lo cual implicaría una negación de su derecho a la autodeterminación. Para el juez, endilgarle políticas colonialistas, racistas y de exterminio mediante hambrunas a Israel constituyen acusaciones demonizadoras que encuadran en la definición de antisemitismo. Sin embargo, muchas de esas acusaciones como apartheid y ocupación de territorio, han sido constatadas por distintos órganos de la ONU de protección a los derechos humanos, luego de informes realizados por expertos en el mismo territorio y a través de denuncias de las comunidades afectadas, lo que evidencia un grave desconocimiento del sufrimiento del pueblo palestino, del que nada se dijo.
El derecho es garantía de convivencia pacífica, concluyó el magistrado, cuando en estos días el Consejo de Derechos Humanos de la ONU renovó el mandato de Francesca Albanese como relatora para los territorios palestinos ocupados desde 1967, a pesar de las presiones de EEUU, Israel y de algunos países europeos. No obstante las amenazas y las acusaciones de antisemitismo, Albanese viene denunciando la comisión de crímenes internacionales por fuerzas israelíes, inclusive los de colonos asentados ilegalmente en territorio palestino, exige el cese inmediato del fuego, que de ningún modo puede equiparárselo a un ejercicio de defensa, y que se detenga a los máximos responsables del genocidio.
La definición de antisemitismo de la IHRA es utilizada para acallar voces como las de Albanese, aunque sin resultado positivo. Así como autoridades israelíes justifican sus crímenes al considerar que ni siquiera los niños son inocentes por el solo hecho de vivir en la franja de Gaza, las usinas proisraelíes tienden a acallar las voces que denuncian los crímenes internacionales cometidos por el gobierno de Netanyahu.
Se puede disentir con las opiniones de Biasi y, sobre todo, con la comparación entre nazismo y sionismo. Lo que no se puede es sostener que la denuncia de la legisladora significa un acto discriminatorio, tal como ella misma explicó, y que ni de sus textos se puede hacer esa lectura.
Hoy se intenta acallar a Vanina Biasi –quien merece toda la solidaridad- por denunciar las violaciones a los derechos humanos cometidas por Israel, que, claramente, no es el pueblo israelí ni la comunidad judía. ¿Realmente hace falta aclararlo ante tanta muerte y destrucción?