“Esta nueva etapa exige nuestro cuerpo diplomático refleje en cada decisión los valores de la libertad, soberanía y derechos individuales que caracterizan a las democracias occidentales”; “Nuestro país se opone categóricamente a la dictadura cubana”. Si esas dos frases del comunicado de la Oficina del Presidente para expulsar a la canciller Diana Mondino hubiesen sido una apuesta, la Casa Rosada estaría en este momento cobrando el premio. Es que dos semanas después de la caza de brujas diplomática, el senador conservador y anticastrista de la Florida Marco Rubio tiene todos los números para transformarse en Secretario de Estado de la futura administración de Donald Trump. El ¿próximo funcionario? es un halcón que siempre tiene un ojo en América Latina: el Gobierno argentino que le haga el visto bueno.
Pero ¿cómo podría actuar Rubio en el objetivo de fondo del Gobierno con la administración republicana, es decir, que el FMI otorgue un nuevo préstamo? Rubio es senador por la Florida desde 2011. En 2012, cuando ya sonaba como candidato a vicepresidente, intentó imponer a la Argentina gobernada por Cristina Kirchner una norma de bloqueo económico, a menor escala, que la aplicada contra Cuba, la que Mondino osó condenar en la ONU, como la historia diplomática argentina lo indicaba, hasta la llegada de Milei.
En aquel 2012, el gobierno argentino se enfrentaba la persecución del financista y titular del fondo Elliott Management, Paul Singer, quien logró retener la Fragata Libertad como parte de su reclamo por el pago de deuda que quedó fuera del canje. Singer fue financista de la campaña de Rubio y el senador de la Florida le respondió presentando en el Senado un proyecto, conocido como “enmienda Rubio”, que buscó que Estados Unidos bloqueara la llegada de préstamos de organismos internacionales a la Argentina, bajo condición para forzar la deuda reclamada por los bonistas como Singer.
Aquel proyecto no tuvo éxito, Rubio siguió su carrera política y, en 2016, fue rival de Trump en las internas republicanas. Se mantuvo en la contienda hasta que el magnate fue torazo en ruedo ajeno y lo venció en la Florida. Por aquellos años, el hijo de cubanos mantenía una relación irreconciliable con Trump, al que calificaba como “estafador”. Rubio tampoco lo acompañó en los reclamos del magnate sobre un supuesto fraude en las elecciones que perdió frente a Joe Biden en 2020.
En estos días, con el voto de los inmigrantes como una de las claves de la victoria de un Trump que promete cerrar las fronteras, Rubio podría convertirse en el primer latino en llegar al estratégico puesto de Secretario de Estado.
Desde allí, Rubio continuará su cruzada contra Cuba, Venezuela y Nicaragua; país al que sí logró aplicarla una enmienda similar a la que intentó contra Argentina en 2012. Se denominó “Nic Act” y fue aprobada en el primer gobierno de Trump para imponer sanciones y limitar el acceso a créditos para el país gobernado por Daniel Ortega. En Venezuela, en tanto, Rubio mostró su apoyo para que EE.UU. participe de una intervención armada y elabore un golpe de Estado comandado por Trump. Al final no ocurrió eso pero sí pusieron la logística para la movida de Juan Guaidó.
El senador de 53 años si es designado, como anticipa el New York Times, al frente de la política exterior norteamericana imprimirá también su línea dura contra China e Irán en particular y su posición favorable a poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, algo que podría llevar a Milei a revertir su respaldo abierto al presidente Volodímir Zelenski.
La relación entre Rubio y Singer podría confirmar otro rumor que surgió en las últimas horas, que el financista titular del fondo buitre quiere la Embajada en Argentina. “Son de lo peorcito de la política norteamericana, representan a los sectores más conservadores y retrógrados”, decían en la Cancillería argentina en 2012, cuando Rubio sonana como candidato a vicepresidente y Barack Obama tenía aún otra presidencia por delante. Mientras tanto, Rubio dejó deslizar que apoyaría un nuevo desembolso del Fondo para que Caputo haga y deshaga a su piacere.
“La Argentina atraviesa un periodo de cambios profundos”, decía el comunicado que expulsó a Mondino. Con la victoria de Trump, el mundo también promete experimentar estos cambios en carne viva.
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