Después de quitarle repentinamente a la fiscalía el manejo de la investigación sobre la autoría intelectual del intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner, la jueza María Eugenia Capuchetti comenzó una ofensiva para correr el foco, que hasta ahora estaba puesto en el diputado del PRO, Gerardo Milman, y sembrar sospechas sobre la Policía Federal (PFA), que estaba al mando de Aníbal Fernández. A pesar de que el fiscal Carlos Rívolo la acusó de hacer forum shopping y le pidió que mande sus supuestas nuevas sopechas sobre esa fuerza a sorteo para que se ocupe otro/a juez/a de analizarlas, la magistrada comenzó este viernes una ronda de declaraciones testimoniales de agentes que instruyeron un sumario interno contra dos policías por un hecho que ni siquiera está relacionado directamente con el atentado.
La primera testigo bastó para dejar al descubierto la burda maniobra de Capuchetti. Sandra Judith Carral Leiva, comisaria mayor de la Dirección General de Investigaciones Internas de la PFA, dijo que había tenido una “mínima participación” en el sumario interno contra sus colegas porque solo reemplazó a un compañero durante diez días. Pese a los esfuerzos de los abogados defensores de Milman, la testigo no acusó a nadie, incluso tenía pocos detalles para contar. Dijo que había hecho algunas notificaciones de rigor y que habilitó a los agentes para que hicieran su descargo. Contra lo que pareciera buscar instalar el juzgado, ante preguntas de la fiscalía, afirmó que ni ella ni otros fueron presionados para direccionar las actuaciones administrativas.
Capuchetti tiene aún en su juzgado en primera instancia un expediente residual sobre el intento de asesinato contra la entonces vicepresidenta, sobre las pistas políticas y económicas. La que quedó abierta y a medio camino es la que atañe a Milman, a quien un testigo escuchó decir en el bar Casablanca de la esquina del Congreso, dos días antes del ataque, “cuando la maten yo estoy camino a la costa”.
Pero el juicio oral, que transcurre en paralelo, sobre la autoría material del hecho, le trajo algunos dolores de cabeza a la jueza, ya que a fines de marzo varios testigos (incluida su custodia) la dejaron expuesta y comprometida en irregularidades de los comienzos de la investigación, en especial referidas al daño que sufrió el celular del principal acusado, Fernando Sabag Montiel, cuyo contenido nunca se pudo rescatar. Fue entonces que decidió quitarle a Rívolo la causa que ella misma le delegó hace más de dos años porque había sido recusada por su posible parcialidad.
Su argumento fue que la fiscalía no había hecho un “progreso significativo” en la causa y que hacía falta “un nuevo enfoque” ya que no se había “profundizado suficiente” respecto del papel de la PFA. En una especie de magia, Capuchetti juntó el legajo sobre la policía (en el que la fiscalía había descartado conexiones con el atentado) con el referido a Milman, que quedó invisibilizado. Incluso dejó de tener el nombre del diputado e insólitamente pasó a tener un nombre que nadie recordaba bien quién era: “… Suárez Mariela Rosario y otros s/lejago de investigación”. Ni siquiera sería el nombre de una agente policial, sino de una mujer que había sido mencionada en un llamado anónimo en los inicios de la investigación, momentos típicos en que llama gente tratando de obtener alguna compensación. Era todo tan alevoso, que este viernes otra vez apareció el nombre cambiado y ahora dice “NN”.
Después de todo esto, a comienzos de abril, Milman –que hacía rato no hablaba del tema– apareció en una entrevista diciendo: “No quiero spoilear a la jueza, pero ella esta semana ha retomado la conducción de la causa, así que creo que vamos a tener novedades importantes en los próximos días”, se despachó. “Pronto se sabrá quien le puso la pistola en la mano a Sabag Montiel”, anunció. Sobre el final dijo que esperaba conocer a los “responsables reales” de “entre comillas (SIC), el atentado de Cristina Fernández de Kirchner”.
Sobre el final de la audiencia de este viernes con la comisaria que se ocupó de una parte mínima del sumario contra sus colegas, cuando ya habían terminado las preguntas y el personal del juzgado se fue a sacar uans fotocopias, el fiscal Rívolo se acercó a los abogados de Milman y los encaró: “Ya que ustedes saben quien le puso el arma en las manos a Sabag Montiel ¿Por qué no vienen y lo dicen acá, así no nos enteramos por los diarios?”.