La película de Jon Avnet se ocupa de un hombre grande que vuelve a competir para ganar una recompensa y salvar la vida de su nieto. Pese a la moral de EE.UU., también aquí prevalece el “nadie se salva solo”.

Jugando al béisbol, un chico preadolescente recibe un pelotazo, no le da importancia y a poco se le declara un tumor cerebral. Hay que operarlo cuanto antes, pero esto sucede en EE.UU., donde el concepto de Salud Pública es muy distinto del de Argentina o Francia. Vale decir, hay que poner mucha plata o dejar que el pibe se muera. La madre, viuda, está desesperada. Y el abuelo, que ha sido deportista de élite, no ve otra solución que anotarse en una competencia de grandes figuras con un fuerte premio en efectivo.
El detalle es que la competencia consiste en montar un toro salvaje y mantenerse sobre su lomo agarrado con una sola mano, y con la mayor elegancia posible, por lo menos durante ocho segundos. El hombre ya tiene 53 años, hace tiempo que se alejó del rodeo, y sus rivales son jóvenes en plena actividad. ¿Cómo termina esto? Con final feliz, por supuesto. Es una película norteamericana, producida además por una empresa de films religiosos, la Angel Studio. Lo bueno es que no se nota demasiado. Apenas hay una escena de oración ante una tumba, y no hay milagro, aunque el hombre aguante los ocho segundos. ¿Y entonces cómo se salva el chico, y cómo la clínica cobra lo suyo? Pues, solo diremos que por aquellos lares, aunque se haga culto del individuo, el coraje, la hombría y la decencia, también tienen muy claro que “nadie se salva solo”.
Director, Jon Avnet, el veterano de “Tomates verdes fritos”. Protagonista, Neal McDonough, veterano actor de reparto con escasos protagónicos, aquí visto en “Tulsa King”, “Yellowstone”, y antes en “Band of Brothers” y “Amas de casa desesperadas”. Dobles de acción, los domadores Venn Johns (para el personaje principal) y Ora Brown, bien afroamericano, pero con el casco y los guantes reemplaza a cualquier blanco sin que nadie lo note. Participan también unos toros raza Brahman y similares, bastante bravos, un novillo de cuernos bien largos para que los chicos vayan practicando como si fuera un juego, varios miembros de la Professional Bull Riding Assoc, y un árbitro que controla el VAR (si, también en esas competencias se usa el VAR). Montaje, Tom Costantin, tomando un poco los recursos de “Junior Bonner” (Sam Peckimpah, 1972), insuperable película de domadores con Steve McQueen a la cabeza. Aquí se llamó “Hijo del torbellino”.
“El último rodeo” (The Last Rodeo, EEUU, 2025; Dir.: Jon Avnet; Int.: Neal McDonough, Mykelti Williamson, Sarah Jones, Gabriel Souza, Christopher McDonald.
Fuente: Ambito