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Vamos por todo vs. reacción social



El 2024 termina dejando una extensa acción propagandística con el fin de instalar una sensación de triunfalismo por parte de la ultra derecha mileista, incluyendo el despliegue de su “batalla cultural”, con el propósito deliberado de destruir no solo el Estado y los derechos sociales; sino también el entramado de valores que sustentan la idea de Nación Soberana, de Pueblo arraigado en su identidad de Justicia Social, Solidaridad y de Libertad amalgamada a la igualdad, como marcaron a fuego los fundadores de la Patria. O sea, de un colectivo social, determinado por una historia, una cultura y un destino común.

El 2025 será un año de luchas por reivindicaciones económicas, culturales y sociales a partir de las cuales las organizaciones políticas tendrán la responsabilidad de confluir unidas al momento electoral, desde una perspectiva abarcadora, nacional, popular y progresista. El punto central y excluyente, es el de enfrentar la ofensiva del mileismo contra la nación y el pueblo. Lo demás debe subordinarse a este propósito estratégico. La feroz disputa entre las distintas fracciones de la derecha, quienes reciben el apoyo cada vez más irrestricto y explícito del establishment empresario y mediático, no altera el dilema planteado del lado de la oposición política, social, sindical y cultural. El presidente asume que su plan económico se sostiene a partir de las expectativas y esperanzas de que “se está haciendo lo correcto, lo que hacía falta aunque duela”, y que sus ideas y valores penetren en el cuerpo social.

En esta coyuntura, el gobierno estaría usufructuando el alivio psicosocial generado luego de instalar el temor a la hiperinflación estrafalaria del 17.000%. La desaceleración inflacionaria se fue dando luego del shock que reacomodó los precios de acuerdo a los intereses de los monopolios con capacidad de formarlos. Desde la súper devaluación del 118% del ministro Caputo, los salarios quedaron en el subsuelo respecto de la disparada de los precios. Ahora transitamos la fase de construcción de un espejismo, un oasis en el desierto que no calma la sed; pero genera un horizonte para una parte de la sociedad que desde sus frustraciones políticas acompañó el plan que prometía acabar con la casta y que todos ganarían en dólares. Actualmente, se encuentra expectante, aunque va asumiendo que el pato de la boda serán ellos. El establishment celebra junto a los funcionarios del FMI, que al “ajuste más grande la historia universal” no le haya seguido un estallido social. El ministro Caputo “explica” que la economía es “un cohete para arriba”, a coro con la vocera del Fondo Monetario, Julie Kozack quien expresó su alegría por “los resultados impresionantes”, en relación a la inflación, el superávit fiscal y las reservas internacionales. Esa burocracia washingtoniana no dice ni mu de los temas de indigencia, pobreza, jubilados empobrecidos, tarifazos y la eliminación de la obra pública. Solo importa que el gobierno les pague sus préstamos con los respectivos intereses y sobrecargos.

El establishment, a la vez que declara su apoyo al experimento anarco capitalista y a su presidente, aunque por lo bajo cuchichea sobre sus dislates antirrepublicanos; manifiesta su preocupación a sabiendas de que el margen de maniobra política es limitado. De allí su reclamo perentorio de que el 2025 tiene que ser el año de las “grandes reformas” estructurales, para lo cual declaran que debe haber una fuerte “determinación política”. Los objetivos para el corto plazo de los supermillonarios, ahora reformistas festejantes del “Toto” Caputo; son que el gobierno avance con la reforma tributaria, reforma laboral, previsional, un nuevo acuerdo con el FMI y la apertura del mal llamado “Cepo”. Dan por obvia la continuidad del festín de las privatizaciones, la destrucción del Estado y como siempre reclaman devaluación. En suma, van por todo, asumiendo que en Argentina el tiempo político para hacerlo es finito. La reacción social se presentará, y aunque sus tiempos son desconocidos, van aceitando los mecanismos represivos, a la vez que siguen restringiendo el rol del parlamento. Se trata de avanzar hacia un sistema de democracia condicionada. Este no es un tema circunstancial, ni siquiera propio de una pulsión autoritaria de Milei y su hermana. En ningún país capitalista, la democracia funciona “en general”, en abstracto. El sistema siempre está condicionado y entrelazado con el poder económico y cultural dominante. Por lo tanto, la disputa entre esas burguesías locales, asociadas a los poderes financiaros internacionales; contra las mayorías sociales nacionales, es permanente.

En estos días se puso de manifiesto ese rasgo; el contubernio de los empresarios y su Secretario de Trabajo fijaron que el haber mínimo para un asalariado de tiempo completo será de $279.718. La canasta de indigencia, o sea que no alcanza para comer, es de $439.000 para una familia. Está clarísimo que esto de que van por todo es una realidad. Hasta la vuelta al Virreinato y al esclavismo no paran. Si hablamos del sistema en un sentido orgánico debemos incluir el judicial. En estos días, la Corte mostró nuevamente su vocación corporativa y de subordinación a sus socios del poder político de la derecha: revocó el sobreseimiento a Cristina Fernández, a Zannini, y Parrilli ordenando un nuevo juicio con el remanido propósito de desgastar políticamente a ex Presidenta.

En la actual fase política y social, los núcleos corporativos se deslizan irremediablemente a posturas reaccionarias y antidemocráticas. El plan es cambiar el país radicalmente y llevarlo a fines del siglo XIX montados en las estructuras de los partidos de derecha, ya sean del PRO, libertarios, radicales deloredistas ya doblados, y los amigables que les votan las leyes fundamentales, aunque luego se retoben en algunas menores. Todo indica que las fuerzas nacionales, democráticas y populares, deberán construir la unidad política, organizar a la ciudadanía que rechaza y sufre el actual modelo, e interpelar a los desencantados desarmando falsas expectativas. Volvemos al inicio: la disputa cultural. Nuestras ideas y valores deberán enfrentar sin concesiones a las del bloque de poder económico-mediático. Las melodías serán diversas nutriéndose de antiguas tradiciones e identidades, e incorporando los cantares propios de las nuevas generaciones.

* secretario General del Partido Solidario. Director del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”



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