Cristina Kirchner definió su participación electoral en la tercera sección bonaerense, junto con la primera, la más poblada. Según los datos del último censo, allí viven alrededor de 6,5 millones de habitantes, más de un tercio de los 17,5 millones de bonaerenses. Y según las cifras del último padrón, son 4.846.000 los electores habilitados para votar en 13.546 mesas. El desafío que asume CFK es tan grande como intransferible, en medio del desánimo general de la que fue su base electoral antes de la debacle del FDT: Volver a representar.
Como señala Andrés Miquel (1), según los datos del último censo, allí viven alrededor de 6,5 millones de habitantes, más de un tercio de los 17,5 millones de bonaerenses. Y según las cifras del último padrón, son 4.846.000 los electores habilitados para votar en 13.546 mesas.
La tercera sección está compuesta por 19 partidos: Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Berisso, Brandsen, Cañuelas, Ensenada, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, La Matanza, Lanús, Lobos, Lomas de Zamora, Magdalena, presidente Perón, Punta Indio. Quilmes y San Vicente.
De todos estos distritos, La Matanza y Lomas de Zamora son los claves. Entre los dos suman casi 1,7 millones de votantes que inclinan la balanza.
Desde el año 1997 más allá de los resultados nacionales y provinciales el peronismo no pierde elecciones en la tercera sección bonaerense.
No pareciera que esa tendencia cambie, sin embargo, sí habrá que atender a la reinstalación de un fenómeno por su intensidad, novedoso: El ausentismo electoral.
Como vimos en las elecciones anteriores de cuatro provincias y CABA, los niveles de ausentismo en el año 2025 se alinean con los del voto rechazo sumados a los votos en blanco en el año 2001.
Nos referimos al voto rechazo observado en las elecciones intermedias de octubre del año 2001, dos meses antes de la crisis de salida del modelo neoliberal, con epicentro el 19 y 20 de diciembre de aquel año emblemático.
En efecto, el nivel de ausentismo electoral observado hasta hoy, es comparable con los de octubre de 2001, pero aún peor, los electores ya no votan para rechazar la oferta, sencillamente se ausentan, insistimos en especial los electores de la base de la pirámide de estratificación o sea en especial la base electoral tradicional del peronismo bonaerense
Recordemos el escenario en aquellos días de plomo de octubre del año 2001 en la sección donde decidió concentrar su acción Cristina Kirchner:
El histórico “voto bronca” en la tercera sección electoral.
Continúa Miquel: Antes de la crisis del año 2001, una elección legislativa fue marcada por lo que se conoció como el “voto bronca”: altos niveles de votos anulados, en blanco y baja participación.
Solo en La Matanza, el distrito más poblado del país, de 545 mil votos emitidos, 110.164 fueron anulados o en blanco (58.669 anulados y 51.496 en blanco), lo que los habría ubicado como segunda fuerza, detrás del PJ, que reunió 194.338 votos.
En toda la Tercera Sección, el Partido Justicialista obtuvo 805.107 votos.
Si se suman los 5.903 votos de Progreso Social y los 91.634 de la UCeDé, la lista encabezada por Osvaldo Mercuri alcanzó un total de 902.634 sufragios, el 46,43%.
El segundo lugar fue para los votos anulados, que superaron tanto a los blancos como a los obtenidos por la Alianza, entonces partido gobernante.
Los anulados llegaron a 303.610, los blancos sumaron 239.546 (en total 597.156, el 30,7% de los votos positivos) y la Alianza quedó en cuarto lugar con 223.712 votos, el 11,5% de los votos positivos.
Este despliegue electoral del año 2001, de ausentes y “voto bronca” y tal como viene sucediendo ya con el 23% del padrón nacional que tuvo elecciones intermedias este año, es una guía para imaginar desde donde parte en términos de representación la elección bonaerense en el año 2025.
No más del 55% del padrón de 4.846.000 electores habilitados para votar.
Cristina Kirchner advierte muy bien esta circunstancia cuando sugiere que más que “volver a enamorar” (la emoción), la tarea es “volver a representar” (la política). Ambas categorías no se excluyen, pero si hay una que resulta dominante.
Por la modalidad de ausentismo que se observó en el año 2025, la distribución no es homogénea y es particularmente intenso en la base de la pirámide de estratificación y dado el clivaje social del sistema de representación electoral, inicialmente es particularmente perjudicial en este caso que analizamos el peronismo bonaerense.
Ya en cuatro elecciones provinciales y en CABA (el 23% del padrón nacional), vimos que a mayor vulnerabilidad social más ausentismo electoral.
Se trata de un «voto calificado estructural»: El voto positivo crece hacia la cima de la pirámide de estratificación social dando lugar a un fuerte sesgo de clase (2) perjudicando a los espacios de representación electoral anclados dominantemente en la base de la pirámide de estratificación y beneficiando a los que se ubican en los estratos medios, medios altos y altos.
El sueño húmedo de la ultraderecha: Que sólo voten los “propios”.
Vean el mapa de CABA, desagregado en barrios y el nivel de ausentismo en cada uno de ellos en las elecciones legislativas pasadas.
El histórico “voto bronca” en la tercera sección electoral.
Continúa Miquel: Antes de la crisis del año 2001, una elección legislativa fue marcada por lo que se conoció como el “voto bronca”: altos niveles de votos anulados, en blanco y baja participación.
Solo en La Matanza, el distrito más poblado del país, de 545 mil votos emitidos, 110.164 fueron anulados o en blanco (58.669 anulados y 51.496 en blanco), lo que los habría ubicado como segunda fuerza, detrás del PJ, que reunió 194.338 votos.
En toda la Tercera Sección, el Partido Justicialista obtuvo 805.107 votos. Si se suman los 5.903 votos de Progreso Social y los 91.634 de la UCeDé, la lista encabezada por Osvaldo Mercuri alcanzó un total de 902.634 sufragios, el 46,43%.
El segundo lugar fue para los votos anulados, que superaron tanto a los blancos como a los obtenidos por la Alianza, entonces partido gobernante.
Los anulados llegaron a 303.610, los blancos sumaron 239.546 (en total 597.156, el 30,7% de los votos positivos) y la Alianza quedó en cuarto lugar con 223.712 votos, el 11,5% de los votos positivos.
En efecto, por la modalidad de ausentismo que se observó en 2025, la distribución no es homogénea y es particularmente intenso en la base de la pirámide de estratificación y dado el clivaje social del sistema de representación inicialmente es particularmente perjudicial en este caso para el peronismo bonaerense.
Ya en cuatro elecciones provinciales y en CABA (el 23% del padrón nacional), vimos que a mayor vulnerabilidad social más ausentismo electoral.
Se trata de un «voto calificado estructural»: El voto positivo crece hacia la cima de la pirámide de estratificación social dando lugar a un fuerte sesgo de clase (2) perjudicando a los espacios de representación electoral anclados dominantemente en la base de la pirámide de estratificación y beneficiando a los que se ubican en los estratos medios, medios altos y altos.
El sueño húmedo de la ultraderecha: Que sólo voten los “propios”.
Vean el mapa de CABA, desagregado en barrios y el nivel de ausentismo en cada uno de ellos en las elecciones legislativas pasadas.
Es fácil observar que en el centro-sur socioeconómicamente más postergado, la concurrencia a votar cae fuerte en un contexto de ausentismo general.
Es claro que convocar a elecciones múltiples, a nivel provincial y nacional, parece ser una mala decisión, en particular para el oficialismo provincial dado el sesgo de clase del ausentismo y la caída en la motivación de voto que, insistimos, se observa en general y muy intensamente en los sectores vulnerables, a nuestro juicio motorizado decisivamente por la pérdida de representación popular que supuso el fracaso del FDT para el peronismo.
Una estrategia electoral adecuada entonces y en perspectiva territorial ante la inminencia electoral – potenciada por el desdoblamiento que propuso el ejecutivo bonaerense-, supone articular la figura convocante de la expresidenta encabezando la lista de diputados, con la dura tarea, “militar” los barrios, en especial los más vulnerables, para intentar “volver a representar”.
En este sentido el “Método de construcción territorial para el conurbano: el caso Hurlingham”, resultó eficaz en anteriores elecciones y podría al menos atenuar el sesgo de clase del ausentismo.
Señalan los responsables del método:
Casa por casa … La visita es un elemento indispensable del método: es el momento de consolidación del vínculo entre el militante y el vecino (que, si todo sale bien, se convertirá –formación mediante– en el vínculo militante-militante que es la organización misma) … Ya no se trata del anonimato sorprendente, a veces casi evangélico, que exhibe la militancia cuando golpea una puerta por primera vez. Ahora se perfilan dos caras que empiezan a reconocerse… (3).
Finalmente
Ante la unificación de LLA/PRO en provincia de Buenos Aires y visto lo acontecido con el 23% del padrón electoral que ya votó en cuatro provincias y CABA, tres cuestiones surgen como discusión para el peronismo bonaerense.
1- La necesidad de que una figura muy convocante como Cristina Kirchner encabece la oferta electoral.
2- Revisar la eficacia del desdoblamiento electoral, dos elecciones en un contexto de ausentismo con sesgo de clase, es a nuestro juicio perjudicial para el oficialismo provincial.
3- La práctica intensa de “militar los barrios, especialmente los populares”, a fin de que el vínculo entre militantes y vecinos pueda intentar quebrar el efecto de apatía electoral instalado entre los sectores vulnerables.
Notas
1-Miquel Andrés, Página 12, 4-6-2025
2-El sesgo de clase es la tendencia a promover o emitir juicios, actitudes o comportamientos voluntarios o no, desfavorables o prejuiciosos hacia individuos o grupos basados en su posición socioeconómica, nivel de ingresos, educación, ocupación o pertenencia a una clase social determinada.
3-El artículo completo acá: Un método de construcción territorial para el conurbano: el caso Hurlingham, por Damián Selci | Agencia Paco Urondo